A propósito de la llegada de Veljko Paunović a Chivas, recuperamos una charla que sostuvo el periodista Ricardo López Si con el entrenador serbio en el umbral del Mundial U-20 de 2015 en Nueva Zelanda, donde Serbia se proclamó campeona ante Brasil.
La confluencia de culturas ideológicamente antagónicas desencadenó una de las guerras más sanguinarias del mapa. El inflexible ideario de ortodoxos (serbios), católicos (croatas) y musulmanes (bosnios) propició el estallido de un conflicto a gran escala en la península de los Balcanes en los primeros años de la década de los noventa.
En paralelo, una brillantísima generación de futbolistas se quedaba sin poder disputar la Eurocopa de Suecia ’92 —pese a haber firmado una sólida fase clasificatoria— y el Mundial de Estados Unidos ’94, tras la intervención del Consejo Internacional de las Naciones Unidas en la antigua Yugoslavia.
Detrás de Savičević, Boban, Mijatović, Mihajlović y Prosinečki comenzaba a despuntar un fino centrocampista que no había cumplido aún la mayoría de edad: Veljko Paunović, con quien tuve el placer de charlar sobre los vestigios de la guerra, su querido Atlético de Madrid, el estado de forma del fútbol serbio y su ascendente carrera como entrenador en las selecciones menores de su país.
Veljko, tu destino, al parecer, era jugar al fútbol. Háblanos de tu infancia y la relación con tu padre.
Crecí con una relación de futbolista y entrenador con mi padre (Blagoje Paunović, mito como futbolista y formador del Partizan de Belgrado). No fue fácil; él era un personaje muy importante en el país. Mi padre tenía que desarrollar e interpretar un papel de padre exigente y duro, aunque en realidad él estaba orgulloso de ver que seguía sus pasos.
Recién comenzabas a cobrar notoriedad con el Partizan cuando detonó la guerra.
En esa época estaba proclamado como una de las más grandes promesas del fútbol yugoslavo y tenía una proyección tremenda. Mi objetivo era llegar a jugar el Mundial (Estados Unidos ’94) con 16 o 17 años, pero en ese momento estalló el conflicto en los Balcanes y mis sueños, como los de miles de jóvenes, se derrumbaron.
Los serbios, particularmente, fueron señalados por el mundo entero.
El país fue bloqueado por la comunidad internacional y a partir de ese momento comenzamos a vivir el horror y el terror de la guerra de los Balcanes. Todo comenzó a derrumbarse. Fue un caos total del que también supimos levantarnos. Los serbios, principalmente, sufrimos muchísimo los efectos de la guerra. Estuvimos involucrados en cada uno de los conflictos de la zona: con Croacia, Kosovo y Bosnia. Tuvimos una alta cuota de responsabilidad, pero también es verdad que se nos castigó en exceso.
¿Qué tipo de futbolista eras?
Mi juego era de interpretación, de talento, de muchísima calidad técnica, aunque en las ligas europeas de élite se trata de ser un poco más concreto en tu fútbol. Podría compararme un poco con Koke o quizá Oscar, jugadores con proyección ofensiva y talento, pero que en un momento dado pueden hacer mucho trabajo en beneficio del equipo.
Hablando de Koke, tu Atlético ha cambiado un poquito el viejo discurso.
En el Atlético de Madrid nos habíamos acostumbrado a vivir en el sufrimiento, pero en los últimos años, desde la llegada de Diego Simeone, e incluso, hay que decirlo, de Quique Sánchez Flores, hemos cambiado nuestra esencia: ahora nos dedicamos a disfrutar el fútbol.
El cholismo, ¿no?
Diego Simeone es un fenómeno, coincidí con él en mi etapa como jugador. Creo que más allá de las jugadas de estrategia, su verdadero logro es haber logrado que el equipo madurara en las transiciones. El Atlético de Madrid hace mucho daño cuando corre y ha sabido contrarrestar perfectamente los ataques rivales en repliegue. Siempre hemos sido un equipo de contraataque, pero ahora ganamos cada disputa, cada duelo individual, y Simeone tiene mucha responsabilidad en ello.
Hablemos de la evolución del fútbol serbio, ¿es verdad que siguen siendo jugadores con cierto grado de anarquía?
Hay dos prototipos de futbolistas serbios: el que juega en la liga local y el que lo hace en el exterior. El futbolista serbio en las ligas élite está oprimido porque se prioriza muchísimo el orden táctico; está bajo mucha presión. En casa tiene un mejor entorno para desarrollarse. También está el futbolista serbio anárquico en el buen sentido. Aquél que con su talento desordena al rival y rompe las líneas defensivas. En contraparte, el anárquico que atenta contra la organización propia, aquél que rompe el sistema que puede tener su propio equipo. En realidad, el gran déficit del futbolista serbio ha sido la mentalidad.
¿Cómo se logra desarrollar ese aspecto?
A Serbia le falta un líder del estilo de Simeone, Mourinho o van Gaal. Alguien capaz de crear una sinergia con todo ese capital futbolístico. En Radovan Ćurčić esperamos encontrar esa figura; que tenga una visión, pero sobre todo que sepa transmitir su idea a los futbolistas.
Pasando a tu faceta como entrenador, ¿cuál es tu ideología?
Principalmente me gusta que mis equipos sean inteligentes, que sean capaces de interpreten las distintas fases del juego y tengan armas para contrarrestar al rival.
¿Posesión o transiciones?
Ambas, ambas. Realmente me gusta tener la pelota, pero no siempre es posible. Soy un admirador del fútbol que juega el Barcelona, el Bayern Munich, Alemania y España, pero incluso ellos saben que hay momentos en los que tienen que sufrir y replegarse para ser competitivos en transición.
Tu sistema base.
Los entrenadores que más me han marcado —Radomir Antić, Bora Milutinović y mi padre—, me decían: olvídate del sistema, el futbolista es lo más importante. A mí me gusta muchísimo la organización y el orden, pero me doy cuenta de que la interpretación final del futbolista es la que define el sistema, aunque es verdad que me gusta el esquema básico en Europa: el 4-2-3-1, con sus matices, claro.
Has hecho un trabajo muy serio en las selecciones menores de tu país.
Nuestro principal objetivo es formar futbolistas para la selección absoluta; futbolistas que algún día, porque no decirlo, se conviertan en campeones de Europa a nivel mayor. Hemos conseguido que un par de jugadores, el portero Predrag Rajković y el centrocampista Andrija Živković (jugador más joven en convertirse en capitán del Partizan y en debutar como internacional con Serbia), debuten en la absoluta como parte de un proceso integral.
¡Qué grupazo te tocó para competir en el Mundial U-20!
Nos han tocado selecciones muy fuertes: México y su grandísima cultura futbolística; Uruguay, subcampeón, y Mali, un rival africano incomodísimo. Estamos orgullosos de haber formado parte del llamado grupo de la muerte.
¿Qué conoces del futbol mexicano?
Siempre me ha gustado muchísimo la selección mexicana. Es un fútbol de talento, que interpreta bien el juego. A mí me encanta el futbolista mexicano; quizá le haga falta trabajar un poco el aspecto mental.
Le habrás prestado atención a algunos prospectos mexicanos U-20.
Me ha gustado mucho el delantero Guillermo Martínez, le fui a ver en persona en varias ocasiones. Erick Gutiérrez, el mediocentro… ¡Lozano, Lozano! Alejandro Díaz, otro delantero muy interesante. Y el portero Gudiño, lo he visto con el Oporto y me ha encantado. Es muy alto y tiene buen juego con los pies.
Finalmente, aprovechando tus kilómetros de fútbol, platícanos un poquito de los personajes que mejores sensaciones te han dejado en tu camino.
Bueno, me han marcado muchísimo los holandeses. El Cruyff jugador y entrenador, van Gaal, van Basten, que era buenísimo, Bergkamp. Creo que el futbolista holandés ha sido importantísimo en la evolución del futbol. Aprendí muchísimo de Radomir Antić y claro, de muchos delanteros a quien me tocaba asistir en mi época de futbolista: Samuel Eto’o (Mallorca), Christian Vieri, Fernando Torres, Jimmy Floyd Hasselbaink (Atlético de Madrid), Bruno Marioni (Tenerife), Dani Güiza (Getafe) y el mismo Álvaro Negredo (Almería). A muchos de ellos les he ayudado un poquito a marcar una buena cantidad de goles (risas).
Por Ricardo López Si