El flamante Chelsea de Thomas Tuchel selló su pase a los cuartos de final de la UEFA Champions League tras una gran actuación, la enésima, que ilustra el crecimiento de los blues tras la llegada del alemán. La adaptación, por momentos, a un escenario distinto con más transiciones; la sensibilidad colectiva para sortear presiones; la solidez defensiva y la actuación de Kai Havertz fueron algunos de los puntos clave para entender el resultado de una eliminatoria totalmente dominada por el cuadro inglés.
A pesar de las presiones altas que propuso el Atlético de Madrid sobre las salidas rivales, el Chelsea volvió a demostrar una inmensa capacidad para sortear este tipo de juego sin balón. Simeone buscó que Carrasco (izquierda) y Llorente (derecha), extremos ambos, saltaran sobre los centrales externos del Chelsea (Rüdiger-Azpi), con Suárez pendiente de Zouma (eje de la defensa) y Joao Félix controlando a Kovacic o Kanté, dependiendo de quién se ofreciese como primera vía de pase interior. En todo caso, el Chelsea desordenó y consiguió superar esa primera línea de presión con la fórmula de siempre: movimiento constante, pocos toques, tranquilidad bajo presión -no confundir con lentitud- y salidas limpias.
Cuando el Chelsea lograba superar esos saltos del rival sobre su fase de inicio y se establecía en ataque posicional, la ocupación de los espacios no variaba demasiado con relación a anteriores partidos. También tuvo a bien mantener el ritmo asociativo y la mordiente ofensiva, las activaciones inmediatas tras pérdida y, además, encontró en Kai Havertz un jugador inspirado y con capacidad para marcar diferencias: se relacionó con soltura, dinamitando espacios reducidos en intervenciones breves (como no podía ser de otra forma) y liderando cada contragolpe con una toma de decisiones exquisita. Tanto es así, que el primer hombre que habilita la carrera de Werner en el 1-0 es el propio Havertz.
En la segunda parte, yendo por debajo en el marcador, Simeone introdujo un cambio (Hermoso por Lodi) que daría la bienvenida a otro sistema: el Atlético de Madrid pasó entonces del 4-4-1-1 al 3-5-2. Lejos de mejorar, las distancias entre ambos se empezaron a agravar en favor de los ingleses, al menos durante tramos. Joao Félix dejó una actuación que invita al optimismo con una gran presencia asociativa e impacto entre líneas, tal y como reconocería posteriormente el técnico argentino: “Su mejor partido desde que está en el equipo”. A su equipo, no obstante, no le sirvió para imponerse a uno de los equipos más rodados y trabajados en Europa.
El partido, más allá del tiempo, lo daría por finalizado Stefan Savic con un codazo en el pecho de Rüdiger en el 80’, que dejó a su equipo con diez jugadores. A falta de 1’ 40’’ para el pitido final, un nuevo contragolpe del Chelsea (esta vez liderado por un Pulisic totalmente convencido en conducción) resolvería la eliminatoria con el 2-0 firmado por Emerson.