Cole Palmer: producto del juego racional

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Pocos gestos técnicos, por no decir ninguno, son más bellos y productivos en el fútbol que el giro entre líneas. Una forma diferente de expresar talento, lectura de los espacios y dominio de los infinitos estímulos a los que se expone un jugador dentro del verde. El giro al primer control, ya no solo entre líneas, es una forma de leer y escribir el fútbol. El gesto es pura lírica. Si es lento, así será  también el juego. Si no está trabajado o no se le presta especial atención, lo más probable es que termine en drama. En cambio, si la secuencia es rápida y meticulosa… El fútbol se convierte en un torbellino de emociones irrefrenable salvo por el tackle rival. Raro será, en todo caso, que el respetable no alce su cuerpo de la silla como primer síntoma de la locura. 

“Progresión, finalización.” El fútbol es más que esto, pero son las emociones lo que vuelven religioso al aficionado. Las cuatro grandes premisas del juego, mandamientos evidentes en la filosofía del Manchester City y su academia, no dejan de ser “recuperar, conservar, progresar y finalizar”. Obviar alguna de estas supone no hacer justicia a la inmensidad del juego, si bien la mejor forma de entrenarlas es con tareas que incorporen los cuatro principios fundamentales del juego. El resultado, así pues, son productos tan bárbaros como Phil Foden, James McAtee, Oscar Bobb, el protagonista de este artículo y, prácticamente, cualquier centrocampista que haya tenido el privilegio de aprender en la escuela citizen.

Cole Jermaine Palmer (2002 | Wythenshawe, Reino Unido) es, desde un plano general, el enésimo huevo que eclosiona en el seno de las canteras inglesas para dar vida a una nueva joven promesa británica. Producto de la escuela mancuniana, Palmer cuenta por once los años al servicio del club citizen. Desde entonces, la combinación físico-lectura-talento-aprendizaje lo han elevado hasta el rango de “estrella emergente” en un club marcado por la filosofía de Pep Guardiola y su staff. Uno de estos que se nutre del juego, que entiende y aprovecha los espacios por dentro y es autosuficiente desde fuera. Uno de estos productos del juego que en la toma de decisiones parece compuesto por cables y otros componentes mecánicos, pero que en esencia es pura emoción. Un jugador tan racional como romántico.

En definitiva: partiendo desde la zona de interior (preferiblemente derecho, a pierna cambiada), Cole Palmer es un excelso jugador de tercera altura que domina a las mil maravillas el giro entre líneas, los movimientos de arrastre o desmarque y cuyo latigazo al arco rival sienta diferencias. En este sentido, Palmer es un tanto distinto al prototipo de mediapunta clásico que gira y busca soluciones a través de su creatividad e imaginación para el último pase. No busca tanto filtrar como sí finalizar. Su gran virtud una vez se encuentra de cara es, claramente, el potente disparo a puerta. Gira para salir de presión y emplea con regularidad el recorte interior. Se perfila, fija el objetivo… Y raro será que no dispare con fuerza y precisión a la escuadra del palo largo. Es marca de la casa.

No es de extrañar, pues, que una buena parte de sus minutos en el primer equipo del Manchester City hayan sido como extremo a pierna cambiada en lugar de como interior. Si bien girando entre líneas representa una exigencia constante para el bloque rival, su capacidad para recortar hacia dentro no lo es menos. Eso sí: recibiendo abierto no traza diagonales como un extremo puro; tan solo recorta una y otra vez para encontrar el mejor espacio posible que le permita encontrar puerta. Su físico (1,82m, resistente en duelos) y sus gestos corporales en momentos con balón, además de todo lo anterior, lo transforman en un jugador difícil de controlar con una sola marca. Una amenaza constante, reciba abierto o cerrado.

Además de todo esto, por si no fuera poco, el tipo tiene gol. O, al menos, posee el olfato. Ya no solo por cómo arranca las telarañas de la portería rival con chuts a la escuadra lejana, sino también por cómo se incorpora al área desde el lado contrario a balón para finalizar jugadas. Es un rinoceronte, arrasa con todo lo que se interponga y llega al sitio idóneo con el timing perfecto. Un privilegiado leyendo los espacios no solo fuera del área, sino también dentro de ella. Mediapunta, interior largo, segundo punta, extremo a pierna cambiada… Si bien tiene los movimientos muy definidos, la versatilidad es grande. Restará por ver si, como con Foden, Pep Guardiola lo convertirá en un jugador amoldable a prácticamente cualquier función que se le requiera. El talento es indudable.

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Manu Escuder
Periodista, analista y scout. Formando y formándome. También escribo en Revista Panenka.

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