Pocos entrenadores modernos han logrado un impacto tan positivo y, más si cabe, revolucionario que Thomas Tuchel en el Chelsea campeón de la UEFA Champions League 2020-21. Al poco de llegar, el técnico alemán transformó un equipo de tendencia irregular y falto de certezas en una gran potencia a todos los niveles. A partir de su 3-4-2-1, las ventajas se empezaron a generar por sí solas: por los espacios atacados, pero sobre todo por quién atacaba qué espacio. Así fue como volvió a relucir la figura del mediapunta blue, con jugadores que venían de pisar otras zonas totalmente distintas con Frank Lampard (Mount, por ejemplo, pasó de jugar como interior de primera-segunda altura a estar totalmente relacionado con el giro entre líneas). El Chelsea empezó a volar y bien se mereció el título de campeón de Europa.
En este ecosistema, el posible encaje de Conor Gallagher (2000) en el Chelsea de Thomas Tuchel se antoja, como mínimo, estimulante. El inglés, que viene de sumar varias cesiones consecutivas desde 2019 (Charlton, Swansea, West Brom y Crystal Palace), apunta ahora a hacer pretemporada con el conjunto londinense y cuenta con muchas posibilidades de permanecer en su club de origen. Su sentido del espacio desde la zona entre líneas, además del desarrollo mostrado durante esta última temporada en el carril intermedio -donde puede quedar ubicado en el Chelsea, aunque posiblemente a pierna cambiada y no tanto a pie natural-, lo avalan más que de sobra.
A nivel general, independientemente de posibles encajes a sistemas, podríamos afirmar con base en su experiencia que Conor Gallagher es un muy buen interior de segunda o tercera altura, dinámico en sus movimientos al pie pero con capacidad para trazar buenas rupturas si lo percibe necesario. Goza de un buen primer control, todo y que en ocasiones necesita más de uno para escapar de la presión y esto le resta, de forma esporádica, cierta capacidad para ser escurridizo en espacios medio-reducidos. En todo caso, como ocurre en -casi- todos los futbolistas, no es igual su desarrollo en izquierda que en derecha: a pie natural, siendo diestro, sus conducciones no son apenas agresivas y su mirada queda puesta en la búsqueda de compañeros (generalmente en amplitud).
Este año apenas ha contado con minutos a pie cambiado, pero dado su perfil podría ser un buen girador con tendencia a diagonales y recortes para avanzar y dejar rivales atrás. Sus gestos cuando recibe en carril central dan pistas sobre esto mismo. De cualquier modo, no es un jugador para nada dependiente de la recepción entre líneas. Sin ser un organizador ni mucho menos, cayendo a una segunda altura del centro del campo muestra una buena capacidad asociativa con cercanos y dinamismo en sus movimientos para dibujar líneas de pase.
Es un jugador que, grosso modo, guarda ciertos parentescos (no sólo por la forma del peinado) con Todd Cantwell: con libertad posicional es un jugador que pide la pelota, que llega a oxigenar en la base, con muy buena lectura de los espacios y un olfato espectacular para liberarse de marcas tanto en la base (movimiento de separación) como entre líneas (huele muy bien los espacios a espalda de rivales y las posibles rupturas).
Volviendo nuevamente al sistema que viene empleando Tuchel desde el primer día en Inglaterra, su adaptación parece más próxima a ser desde la mediapunta que desde el doble pivote. Por si fuera poco, en momentos sin balón, Conor Gallagher es un jugador agresivo y que se activa rápidamente para robar, algo fundamental en la recuperación tras pérdida que ha venido caracterizando al Chelsea de Thomas Tuchel. El jugador es quien crea sistema, pero es también el sistema lo que crea al jugador.
¿Veríamos un Chelsea diferente con Gallagher? ¿Veríamos un Gallagher diferente en el Chelsea? La respuesta, a pesar de todos los argumentos propuestos previamente, es en ambos casos la misma: sí. Veremos, en todo caso, si esta metamorfosis mutua satisface a ambos, a uno solo o a ninguna de las dos partes. Lo que es seguro es que Conor Gallagher ha llegado a la Premier League para quedarse por muchos años.