Luka Modric, el mejor futbolista que ha dado el fútbol croata, lideró al país a la mayor gesta de su historia tres años atrás, cuando en Rusia llegaron hasta la final del Mundial. Pasada la treintena, con la certeza de haber llevado a la selección hasta lo máximo posible, y el desgaste que supone cada parón internacional, el jugador del Real Madrid podría haber optado por apartarse de la selección, tal como hicieron otras estrellas de su generación tales como Ivan Rakitic o Mario Mandzukic. En cambio, Luka se quedó. Y en la tarde de Glasgow, con su equipo asomándose al abismo yéndose al descanso perdiendo ante República Checa y sumando un cero de seis, se puso la capa de superhéroe y volvió a sacar a su país del barranco. A sus 35 años, sumó su enésima exhibición, clave para que Croacia sumara un punto que les permite llegar vivos a la última jornada.
Los de Zlatko Dalic, de todas maneras, volvieron a defraudar. El entrenador apostó por dejar a Marcelo Brozovic en el banquillo para introducir un atacante más, pero tuvieron muchísimos problemas para sacar el balón jugado ante las marcas al hombre de la República Checa, pese a los esfuerzos de Modric por dar salidas. Tomas Soucek era el encargado de saltar sobre el 10 croata, mientras Vladimir Darida vigilaba a Mateo Kovacic y Tomas Holes quedaba pendiente de Kramaric. Los balcánicos, salvo alguna aparición de Brekalo por dentro, apenas lograron progresar de manera limpia.
No es la República Checa un equipo vistoso en su juego, pero sí uno que te lleva a su terreno y se impone en lo que propone. Sus marcas al hombre, con Jankto saltando sobre Lovren para igualar ante centrales, forzaban balones largos de los croatas, escenario en el que los centrales, al igual que en el partido frente a Escocia, dominaron. En ataque, apuestan por ser exteriores y directos en sus ataques, con un Patrik Schick que se está mostrando muy certero en el área rival para ejecutar las oportunidades que le llegan. Él provocó y marcó el penalti con el que llegaron con ventaja al descanso.
Los dirigidos por Jaroslav Silhavy, cuando optaban por salir de manera elaborada, generalmente lo hacían con Holes descendiendo entre centrales (dejó buenas acciones con controles orientados escapando de acoso), Soucek en la base y las apariciones ahí también de Darida que sirven para dar más fluidez a la posesión, además de laterales altos en campo rival para empujar con el juego exterior.
Tras el descanso, Dalic corrigió. Cambió la posición de Perisic pasándole a la banda izquierda, y fue dando entrada a Petkovic, Vlasic e Ivanusec, cambios que le permitieron al equipo atacar de manera mucho más fluida. Ya en la primera jugada del segundo tiempo, una conexión por izquierda entre Gvardiol y Perisic acabó en el empate, en una acción que se iría produciendo con el paso de los minutos de manera frecuente. El lateral, nuevo fichaje del RB Leipzig, sumó asociativamente girando el bloque rival y conectando con el extremo del Inter por delante.
Kovacic ganó confianza y dejó varias de sus típicas conducciones, Vlasic sumó conduciendo transiciones, Ivanusec agitó encarando y Petkovic sumó en apoyo, pero el guía volvió a ser un Luka Modric que no solo sumó una barbaridad asociativamente, escapando de presión e instalando a los suyos arriba, sino que también sumó sin balón imponiéndose en segundas jugadas y apareciendo en coberturas. Si Croacia estuvo a punto de ganarlo fue gracias a él, en su enésima muestra de superioridad en un torneo internacional.