Sólo restan 7 fechas para el fin de la Premier League 24/25; y esta jornada ha sido la prueba de lo difícil que es ganar en la recta final, ya que de los seis primeros clasificados, sólo el Newcastle consiguió ganar. De hecho, el líder perdió ante el protagonista de este texto 3-2 en Craven Cottage.
En un partido en el que el Liverpool empezó tomando la iniciativa y adelantándose con el gol de Alexis Mac Allister desde larga distancia, el Fulham respondió con una efectiva presión alta que desbarató a la zaga red y con el gol de Ryan Sessegnon para el 1-1. Un tanto que vino por un centro desde la banda derecha que debido a la poca activación de Konaté ante Muniz y a la mala orientación corporal de Curtis Jones para despejar, hacen que provoquen el gol de Sessegnon.
Este gol llegó aprovechando los huecos en el marcaje individual del Liverpool, con Jota y Szoboszlai concentrados en vigilar al número 6 del Fulham, Pereira quedó libre de marca. La presión del Liverpool obligó al Fulham a realizar jugadas largas, lo que le permitió ganar duelos clave y sacar provecho de la transición.

Como vemos en el inicio de la jugada del 1-1, el marcaje individual del Liverpool falló, con Gravenberch cubriendo la zona de Jones debido al salto que realizó éste, por ello Alexis Mac Allister quedó expuesto.

De nuevo el Fulham, en el 2-1, condena los errores del Liverpool. Primero con una falta de entendimiento entre Konaté y Gravenberch y luego con un errático Robertson en el despeje. Ahí estaba Iwobi al acecho para anotar.
¿Y cómo llega el 3-1? Iwobi otra vez como protagonista, lanzando el balón arriba para desordenar a la zaga red y que Muniz se deshiciera de Van Dijk para marcar el tercero. Un Rodrigo Muniz que puso en serios aprietos a los centrales del Liverpool.

Tácticamente, el Fulham se replegó tras el 1-1, formando un bloque medio-bajo que cerró espacios (con un gran Bassey) y esperó errores. Su presión alta inicial dio frutos, pero luego priorizaron el orden y las contras, con Iwobi y Sessegnon explotando los costados. El Liverpool, por su parte, mostró desconexión entre líneas y una defensa frágil, con Konaté y Robertson en un día para el olvido.
En la segunda mitad, Slot reaccionó con cambios ofensivos metiendo a Harvey Elliott y Luis Díaz buscando mayor dinamismo; y luego con Conor Bradley y Darwin Núñez, pasando a un esquema más agresivo con Bradley como carrilero y Díaz en punta. El 3-2 de Díaz llegó tras una gran jugada de Bradley.
Esto reflejó un Liverpool más directo, apostando por el desequilibrio individual y el empuje en campo rival. Sin embargo, el Fulham ajustó su planteamiento con Marco Silva reforzando el mediocampo y la defensa con ingresos como Harrison Reed, Emile Smith-Rowe, Raúl Jiménez, Adama Traoré y Kenny Tete, priorizando resistir el asedio.

El Fulham vence al líder gracias a una primera mitad tácticamente impecable, combinando presión alta y transiciones letales, y una segunda parte de resistencia. El Liverpool pagó cara su desconcentración inicial y, pese a reaccionar, no encontró la claridad para igualar. Un resultado que subraya la capacidad del Fulham para competir contra los grandes en casa y expone las grietas del Liverpool en un momento de relajación tras una temporada dominante.