Desde la salida de Lasse Schöne y Frenkie de Jong, el Ajax ha tenido que reformular la manera de construir sus ataques temporada tras temporada. La plantilla se vio claramente mermada en cuanto a perfiles de centrocampistas con dotes «organizativos» y Erik ten Hag tuvo que modificar la hoja de ruta para que el equipo siempre estuviera en disposición de mantener la pelota, crear circuitos de pases y llegar arriba combinando.
Tres cursos más tarde y tras un proceso lógico de adaptación, hay una figura que ha cobrado una especial relevancia. Hablamos del argentino Lisandro Martínez. El defensor entrerriano es, a día de hoy, el organizador de juego del conjunto de Ámsterdam.
Profundicemos en el contexto. El Ajax se para habitualmente en un 4-2-3-1 que con la posesión del balón suele variar: los mediocentros mezclan alturas y el mediapunta (Berghuis) se convierte en un interior. ¿Por qué modifica su esquema en salida de balón? Porque, entre otras cosas, necesita encontrar vías para optimizar la zurda del argentino. Blind (lateral izquierdo) suele recibir abajo, Timber (central del perfil derecho) lateraliza un poco, el lateral diestro (Mazraoui) muchas veces ofrece el apoyo por dentro y Lisandro queda como mariscal viendo el juego de cara para detectar más líneas de pase. A esto hay que sumarle la presencia del mexicano Edson Álvarez, quien delante de los centrales tiene un rol enfocado en proteger la transición defensiva y en ofrecer un apoyo en el pase para crear superioridad en salida de balón.
Con dos pivotes como Edson Álvarez y Gravenberch, la circulación del Ajax es positiva pero las virtudes de ambos se alejan de contar con ese punto de creatividad en el pase a la hora de mover el balón. El mexicano permanece más como mediocentro posicional, siendo el sostén en la medular cazando segundas jugadas. El otro centrocampista, Gravenberch, es más un box to box que destaca por su conducción de balón. Por estas razones, el encargado de mover los hilos es el central ex Defensa y Justicia.
Lisandro es un zaguero de espíritu asociativo. Alberga todas las condiciones para ser dominante en la construcción desde el fondo, tanto que en su primer curso en Ámsterdam pasó más tiempo jugando de mediocentro que en la zaga.
Además de conocer los entresijos de jugar en la zona ancha, su aprendizaje en general tiene un culpable. No es casualidad que el Ajax se fijara en él. En Argentina tuvo la fortuna de trabajar con un técnico que priorizó un modelo de juego enfocado en sacar la pelota controlada desde el fondo. En Defensa y Justicia, con Sebastián Beccacece, fue donde Lisandro irrumpe. “Él nos daba distinta posibilidades desde el fondo para poder encontrar a nuestro hombre libre”, recordó meses atrás en diálogo con el diario Olé. “Con Sebastián (Beccacece) trabajamos mucho en el tema del control y los pases. Y alguien podía fallar. Pero acá es muy difícil que un jugador controle mal la pelota y te de un pase mal. Me costó tomar el ritmo”, agregó.
Lisandro es un zaguero “moderno», llamado a orquestar la salida de balón. Siempre elige bien a quién entregar el esférico, tanto en corto, a uno de los laterales o pivotes , o bien en largo, buscando algún apoyo de Haller, un movimiento entre líneas de Berghuis o un desmarque de los extremos (Tadic/Antony). En el caso de que el equipo rival presione arriba, su capacidad para lanzar a 40-50 metros le permite a su equipo colocarse en campo rival con un pase suyo hacia el punta sin necesidad de tener que asumir más riesgos ante un posible robo adversario.
Su precisión pasadora provoca que el equipo pueda sumar mucha gente por delante de la línea de balón. Así, solo Edson Álvarez permanece más fijo en la medular, sin embargo, los tres mediapuntas, mas Gravenberch, pueden permanecer pinchados arriba esperando ese pase filoso del argentino. Posee la paciencia necesaria para esperar el momento oportuno de soltar el balón encontrando al hombre libre. Se siente cómodo en un contexto como la Eredivisie porque puede permitirse las licencias para poner en liza las arrancadas en conducción desde atrás, otra de sus virtudes.
Sin balón es un central que, a pesar de no contar con una punta de velocidad muy alta, su lectura del juego le permite adelantarse al rival en los duelos individuales. Cuenta con una buena anticipación que le permite ganar muchos balones y así no verse desafiado porque llega antes de que el oponente pueda girarse. Es un zaguero dotado para actuar en un equipo corto y que defienda colectivamente en bloque alto a bastantes metros de su portería. Aspecto que ha ido mejorando desde su llegada al Ajax porque actualmente está más arropado en el sistema de ten Hag que como lo estaba antes en Defensa y Justicia, y sobre todo porque ha ganado capacidad interpretativa para entender dónde debe ubicarse.
La presión tras pérdida que ponen en práctica hace que sus carencias se escondan. No posee un físico privilegiado pero sí una buena habilidad corporal para ser flexible en los giros y sobre todo para utilizar su livianez más como arma que como defecto. Es el mejor ejemplo de que las apariencias físicas engañan porque no va mal en el juego aéreo a pesar de su solo 1’78 de estatura.
El central argentino asumió su nuevo rol como organizador con bastante categoría y le está ofreciendo al Ajax un escenario propicio para que se pueda dar claridad a los primeros pases, que el juego sea nítido desde el fondo y la estructura de salida de balón no se vea alterada.
Su gran momento de forma en los Países Bajos lo ha trasladado a la Selección Argentina, donde Lionel Scaloni está empezando a contar con él. El perfil izquierdo de la zaga de la reciente campeona de América tiene dueño, Nicolás Otamendi, pero, poco a poco y teniendo en cuenta la propuesta de la ‘albiceleste’, Lisandro está opositando a ser cada día más importante.