El catalán entrena ahora en la base del club costarricense y viene de publicar el libro ‘Pep Táctico’ analizando el juego de los conjuntos entrenados por Josep Guardiola.
Por: Aitor Compañón
Albert Ballesteros Ferrer (1994, Rubí, Barcelona) ya se ha recorrido más de medio planeta a sus veintiséis años gracias al fútbol. Estudió periodismo en Barcelona, pero su pasión siempre fue entrenar, de hecho se pasaba las clases viendo y editando vídeos de fútbol base, analizando el juego y estudiando a jóvenes talentos. Ballesteros comenzó a entrenar en la U.E. Rubí a los dieciséis años. Cuatro años más tarde dio el salto al Sant Cugat FC –su segunda casa, según él mismo- donde dirigió en las categorías de más alto nivel competitivo en Cataluña y fue el director del Área de Metodología. En 2017, de la mano de la empresa Soccer Services Barcelona, se fue a entrenar una temporada a Japón como director técnico de la Ekkono Osaka Academy, asesorando a clubes y escuelas profesionales como el Kokoku FC o el Hygashiyama FC, así como también llegando a entrenar a más de cien jugadores en el primer año de la fundación de la academia.
Cuenta con experiencias de entrenamiento y formación de técnicos en países como Finlandia, Suecia, Polonia o India, donde ha colaborado durante cuatro veranos con la Fundación Vicente Ferrer. Tuvo la oportunidad de vivir de cerca el Al Sadd SC de Catar, viendo de primera mano la metodología de Xavi Hernández y su staff. También ha asesorado a clubes como el IFK Göteborg sueco, el Albirex Niigata japonés o la Federación Tailandesa, elaborando informes de sus futbolistas. Es analista del juego y autor del libro ‘Pep Táctico’, en que dilucida el sistema de juego de Josep Guardiola desde sus inicios hasta hoy mediante fotos y explicaciones detalladas.
Establecido en Alajuela -la segunda ciudad más poblada de la República de Costa Rica tras la capital San José- el preparador catalán atiende a Editorial Puskas desde su nuevo banquillo, el de la Liga Deportiva Alajuelense, distinguida cantera del país centroamericano. El futbol de Norte América, América central y el Caribe no se queda atrás y Albert Ballesteros quiere participar de este crecimiento.
¿Cómo se da esa combinación entre banquillos y el periodismo?
Cuando empiezo a entrenar en 2010 sentía la necesidad de trabajar de algo relacionado con el fútbol, con el juego y sus porqués. Una manera de enlazarlo todo y poder describirlo, comentarlo y analizarlo era el periodismo. Ya de pequeño hacía recortes de periódicos para montarme mis historias en casa, era muy aficionado a comprarme la guía del Marca cada verano para conocer jugadores, jugando al FIFA también podías ubicar a jugadores de toda la Liga. Seguramente, conocía más jugadores por aquel entonces que ahora. Sentía que el periodismo podía ser una manera de expresar y difundir conocimiento sobre el juego.
Estuve trabajando en Vavel, que en ese momento me abrió las puertas para poder ir acreditado a muchos partidos en el Camp Nou y Cornellà-El Prat, y vivir lo que era el periodismo deportivo desde dentro. Luego me di cuenta de que me tiraba mucho más el entrenamiento, dirigir un equipo, imaginar partidos y ver cómo evoluciona un equipo y me decanté por eso.
¿Cómo surge la posibilidad de ir a Costa Rica?
Surge a través de contactos que te recomiendan porque creen que encajas con lo que busca la gente del club. Estoy muy agradecido a Dani Fernández, quien le da mi nombre a Vidal Paloma, el coordinador de las categorías inferiores del club. Nos reunimos y la cosa fue bien: por el tipo de club, de proyecto y de país que es, suponía un paso adelante a nivel deportivo y personal. Tenía la experiencia de haber entrenado en Japón y otros lugares y es así como veo el fútbol: una excusa para conocer mundo, culturas y personas y poder aprender de ellas.
Tengo curiosidad y ganas de seguir mejorando y Costa Rica y la Liga Deportiva Alajuelense encajaban con esta idea porque además suponía entrar en la estructura de un club profesional. Tengo el respaldo de gente como Vidal que es catalán y de Agustín Lleida, el director deportivo, que es aragonés y tener gente de tu país cerca te ayuda a sentir algo más de estabilidad. Evidentemente luego tengo que hacer bien las cosas, no basta con compartir nacionalidad o costumbres, para entonces así responder a su confianza.
¿Qué nos puedes contar de tu nuevo club?
En el club se está trabajando bien y están creciendo estos últimos años; hay un nuevo centro deportivo, van a construir una residencia y el primer equipo viene de ser campeón de liga (la semana conquistó su primera Liga Concacaf al vencer al Saprissa, su eterno rival). El nivel de la cantera de Liga Deportiva Alajuelense es potente, similar al que he visto en Cataluña. La adaptación va genial, los jugadores muestran mucha predisposición para aprender, uno de los lemas del club es ‘Si la vida hay que darla en la cancha, la vida se da’ y así lo percibo en el día a día. Hay muy buen ambiente y estoy muy contento porque por la manera de ser de la gente está siendo muy fácil trabajar con ellos. Son alegres, tienen muchas ganas de crecer y contagian optimismo. Además, estoy coincidiendo con gente que lleva mucho tiempo en el club y eso me ayuda a mí también a conocer mejor su funcionamiento, a entender mejor al jugador de la Liga Deportiva Alajuelense, y a respetar y ejercer todos los hábitos y responsabilidades que requieren formar parte de un club tan grande en el país.
¿Cuál es tu trabajo en la Liga Deportiva Alajuelense?
Soy primer entrenador de dos equipos, el sub 14 y el sub 15. Dentro de la cantera están las categorías profesionales; que son la sub 20, sub 17 y sub 15 con jugadores ya con contratos que tienen muchas opciones de reforzar o llegar al primer equipo, entonces la dimensión de estas categorías es muy grande. Tienes la obligación de formar al jugador para acercarlo de la mejor manera posible y lo antes posible al primer equipo, pero también está la exigencia de ganar por los recursos que tienes y la calidad de los jugadores, además de que somos uno de los clubes más grandes en Costa Rica. Se consideran también categorías profesionales por la rutina de trabajo que siguen: entrenamientos por la mañana, algunos días doble sesión, sesiones de crioterapia, batidos de proteínas y control exhausto de la alimentación, así como también peso, altura y evolución en el apartado condicional.
Vas por la calle y ves mucha gente con la camiseta, en un restaurante igual te ven con la ropa y te preguntan si formas parte de La Liga y cuando les dices que sí, te animan. Sabes que las expectativas son altas y hay que formar, pero también tienen que acompañar los resultados. También por el tema de preparar mentalmente al jugador para el mundo profesional donde allí sí que prima el resultado por encima del resto de variables.
La sub 14 no es profesional, pero estamos preparando a los chicos para el año que viene. Son dos equipos con muy buen nivel, con jugadores de mucho talento y están respondiendo muy bien porque tienen muchas ganas de mejorar y mucha predisposición a aprender. El rival directo históricamente es el Club Deportivo Saprissa, Herediano es el otro equipo que tira más, Cartago suele tener buenos equipos, también San José… Cuando empecemos a competir a finales de febrero, si el Gobierno así lo autoriza, lo acabaremos de saber con exactitud.
¿Qué diferencias ves entre la base de los distintos lugares donde has entrenado?
A nivel europeo lo que más conozco es obviamente Cataluña y España. He entrenado también en Polonia, Finlandia o Suecia pero sin la duración suficiente para poder analizar bien el tipo de jugador de allí. En Cataluña y España la base del jugador a nivel táctico es muy grande debido a la buena preparación de los entrenadores. Se les enseñan desde muy jóvenes los fundamentos individuales que les ayudan a adaptarse mucho mejor al terreno de juego y tener mucha variedad para jugar, entienden los fundamentos básicos del juego a nivel de posición, relaciones entre jugadores y ubicaciones en el campo, esto en España está muy avanzado. Luego esto te quita cosas como generar situaciones de juego más abiertas donde se expresa al máximo el talento. Fíjate que hace poco leí que España es de los países donde menos se está regateando y, personalmente, creo que tiene que ver con la influencia del entrenador y cómo a veces entrenamos más el concepto de manera separada y lineal cuando la naturaleza y el sentido del juego no lo es. Debemos intentar no perder la capacidad de conseguir que el jugador se muestre tal y como es, con más situaciones de regate y un fútbol más de calle, sin perder tampoco el aporte táctico y conceptual que ayuda a asentar dicho talento de manera más organizada.
En España los chicos desde pequeños tienen muchos conceptos asimilados e información y hábitos que hacen que jueguen de forma muy ordenada y eso hace que en los partidos se vean estructuras mucho más ricas en el cuidado de los detalles: defensas zonales, cierres de gente alejada al juego y situaciones que en otros países cuesta más hacer entender a los chavales.
Leí que comentabas que los jugadores japoneses eran un poco tímidos a la hora de encarar y probar algunas jugadas individuales.
Los japoneses son jugadores muy disciplinados que hacen a raja tabla lo que el entrenador les dice. Tienen mucho talento, son muy buenos técnicamente y con muy buena preparación física adaptada, incluso en alguno casos, a la posición del jugador. Son un poco más rígidos en cuanto a la toma de decisión, dominan mucho las situaciones en espacios reducidos, tienen muy buen pie, pero suelen precipitarse en la toma de decisiones durante el juego. La primera decisión que toman es la que llevan a cabo, da igual que el pase se cierre porque lo van a dar. No son tan flexibles a nivel de decisiones por lo rígidos que son como sociedad; el respeto, la seriedad, la timidez… eso se traslada al campo. Tú juegas como eres: no hace falta que vaya a Uruguay para decirte cómo juegan los chicos allí porque ya sé que van al límite, que chocan y que compiten al máximo cada acción. De ahí que saquen siempre tan buenos centrales como Godín o Giménez. En Brasil, por otro lado, el futbol de calle está más presente, son jugadores más artísticos y “alegres”. Quizá más desordenados tácticamente pero más creativos que en Japón, por ejemplo. En la India normalmente son jugadores muy intensos, con desparpajo y que van al límite. No tienen demasiada pausa en su juego y suelen ser muy verticales; tienen predisposición para aprender, pero hay que hilar fino con el idioma para que capten bien lo que les pides.
En Costa Rica me he encontrado -un poco como los brasileños- futbolistas alegres jugando, poco concienciados con el equilibrio en el juego, no ven que hay que estar pendiente de la posible perdida de balón, compensar por detrás de balón y tener estructuras que permitan recuperar la pelota rápidamente. En cambio saben jugar muy bien hacia adelante, con giros y un primer contacto limpio y son muy dinámicos en uno contra uno porque son capaces de salir por los dos lados. En los duelos aéreos van como motos porque físicamente están muy bien preparados. Hay cosas buenas y malas como en todos los países, cada lugar tiene su manera de jugar y nuestro trabajo como entrenadores es respetar la naturaleza del jugador, sacar su máximo potencial y prepararlo para el futbol profesional. Lo más importante, sin embargo, es lo que mejor tienen: ganas de mejorar, escuchar, humildad para respetar al entrenador y a los compañeros y amplio sentido de mejora.
No hay que excluir cosas como el equilibrio en el juego. Aquí en Costa Rica una situación de juego muy típica es que un pivote juegue hacia fuera y vaya hacia adelante y no siempre un pivote tiene que avanzar porque muchas veces debe reequilibrar el juego para no perder el balón, pero si el equipo lo pierde intentar que el rival no nos corra. Son pequeños detalles que hay que ir trabajando poco a poco. Es clave que el entrenador se explique bien para que el jugador le entienda, eso es la base para que todo funcione.
Los cuatro veranos en la India habrán dado bastante de sí. ¿Cuál era tu trabajo en la Fundación Vicente Ferrer?
Un directivo del Sant Cugat, Jaume García, tiene un acuerdo con la Fundación Vicente Ferrer desde hace ya años. Uno de los proyectos es la Ananthapur Sports Academy con jugadores seleccionados de esa región -una de las más desfavorecidas del país- con una planificación de entrenamientos bastante profesional. Nuestro trabajo era intentar aportar calidad a los entrenamientos y formar a los técnicos locales. Allí trabajábamos con un equipo durante dos semanas e incidíamos en conceptos a nivel colectivo para interpretar mejor el juego. La formación de los entrenadores indios ha mejorado, pero al inicio lógicamente tenían más dificultades. Otra cosa que hacíamos era ir a los Mandals, pueblos con muy pocos recursos, a hacer intensivos de un día para que los chicos tuvieran la oportunidad de ser entrenados por gente de fuera.
Más allá del fútbol veíamos proyectos de la Fundación para intentar erradicar las diferencias entre hombres y mujeres, educación para gente con discapacidad física o mental, en definitiva trabajan para ayudar a la gente de Ananthapur. Pude apadrinar a un niño y una niña, algo que se hace mucho allí, para ayudar a la actividad de la Fundación y que tengan más solvencia en proyectos de construcción de escuelas u hospitales. Fue una experiencia muy provechosa, otra más ligada al fútbol.
Tenías que llegar a Costa Rica en junio, pero finalmente llegaste en enero. ¿Qué incidencias observas por culpa de la Covid allí?
Eso es, tenía que llegar antes, pero por temas de la pandemia se paró todo y he llegado en enero. Se paró el Torneo Apertura, pero ahora parece que el virus se va controlando, la gente está concienciada con el uso de la mascarilla, la llevamos en la calle e instalaciones. Para entrenar la usamos los técnicos, los jugadores no la llevan. Luego hay ciertas restricciones de movilidad, se usa el tema de las matrículas de los coches, hay días para las pares y días para las impares, pero la sensación es de tener algo más controlada la pandemia.
¿Te ves como técnico de cantera y metodología o también en un primer equipo?
Me veo creciendo en el fútbol e intentando dedicarme a esto el máximo tiempo posible. Lo que más me gusta es entrenar, dirigir equipos, imaginar partidos y anticipar situaciones de juego, potenciar al jugador y generar identidad dentro de un equipo. Luego si tengo la suerte de poder hacer análisis del juego para equipos profesionales o metodología enfocada a una manera concreta de funcionar dentro de un club o formación de entrenadores… pues bien, pero eso es otra cosa. Me gusta entrenar, no te sé decir si me veo en un primer equipo, me veo asumiendo los retos que me vengan como el que tengo ahora en Costa Rica.
Este mundo es muy cambiante, no puedes anticipar nada, lo único que puedes hacer es trabajar mucho para mejorar porque hay gente muy buena. Sin pisar a nadie y trabajando mucho, ir conociendo gente que te dé oportunidades y trabajar para, cuando estas lleguen, aprovecharlas si se dan. Sí me gustaría ir subiendo escalones, la ambición está ahí, pero poco a poco y siempre con la mirada amplia para seguir mejorando y creciendo tanto a nivel personal como profesional.
¿Cómo surge la idea de escribir Pep Táctico?
En 2014 publico una guía táctica del Milan de Sacchi para Kaiser Magazine, un resumen de unas veinte páginas de los principios de juego de aquel equipo. Hice otra del Inter de Mourinho y publiqué alguna cosa más, pero mi prioridad no era escribir. Pero a finales de 2019 me contacta Alberto Cosín, el responsable de captar escritores en España para ‘LibroFútbol’, proponiéndome escribir sobre el Milan de Sacchi. Le digo que para esa tarea no me veo preparado por un tema de temporalidad porque no viví ese Milan y a nivel de documentación para escribir un libro no habría podido llegar. Le digo que me sabe mal, pero no me veo capacitado, y es cuando me propone hacer una guía analizando algún entrenador y la evolución de su método. Ahí yo propongo lo de Pep y le envío el esbozo de la idea indicándole que es algo que no se ha escrito aún y que creo que ha sido bastante novedoso: un análisis de los equipos de Pep desde el Barça B al Manchester City, viendo cómo Guardiola se adapta a sus jugadores y a las distintas culturas futbolísticas, que al final es lo que debe hacer un entrenador, adaptarse a ellas e intentarlas mejorar. Combinando esto con varias entrevistas, con concepto de juego para gente que se dedica a entrenar o que quiera aprender los porqués del juego, ha salido un producto muy didáctico. Me alegra ver que gente que admiro se compra el libro, el feedback que me llega es bueno. No lo he hecho para ganar dinero, sino porque creía que podía ser una buena experiencia y encima coincidió con el confinamiento, así que durante dos meses y medio me pude dedicar casi en exclusiva a escribir y revisar partidos. Tengo afinidad por Guardiola y sus principios futbolísticos y tengo muy claro cómo juegan sus conjuntos de analizarlos tantísimo para tomar ideas también yo como entrenador. También me fijo en técnicos como Mourinho, Allegri, Pochettino, Marcelino, Bielsa, Nagelsmann o De Zerbi; intento aprender de ellos. También de otros tantos que, sin el foco mediático, son referentes para mí: el ya mencionado Dani Fernández, Salva Valero, Julián Marín o Marcos Reina. Personas que, además de seguirlas futbolísticamente, siento orgullo de poder considerar amigos.