Era solo un truco. La Ley Bosman parecía haber arrebatado para siempre al Ajax de Ámsterdam el derecho a codearse con la élite del fútbol europeo, pero el truco era hacerle creer a los demás que eso era cierto. Años de buen trabajo en la dirección deportiva y la formación de jugadores, coronando el proyecto con un entrenador digno de la historia del club como es Erik ten Hag, han devuelto a la institución a un estatus que parecía habérseles escapado para siempre. La historia del Ajax es la de la inevitabilidad, la del eterno retorno. Sus últimos años sirven para devolverles a una cima que siempre les perteneció, aquella reservada para los mejores clubes del mundo. Incluso perdiendo a los dos mejores talentos que ha producido a su academia en la última década, rumbo a Turín y Barcelona respectivamente, los neerlandeses están compitiendo en este inicio de temporada como uno de los mejores clubes del mundo. Garantizaron el acceso a los octavos de final de la Champions con dos jornadas de antelación en un grupo con Borussia Dortmund y Sporting CP, además de ir en cabeza de la liga doméstica con un escandaloso registro de 42 goles a favor y tan solo 2 en contra en 13 jornadas. El Ajax no es que haya vuelto, es que nunca se fue del todo.
Mucho ha cambiado de esa temporada 2018-19 en la que llegaron a las semifinales de la máxima competición continental. Se fueron Matthijs de Ligt, Lasse Schöne, Frenkie de Jong, Hakim Ziyech y Donny van de Beek. Onana cumple una sanción larguísima y otros jugadores como Tagliafico o David Neres simplemente perdieron protagonismo, pero el equipo se ha recompuesto haciendo uso de un fantástico conocimiento del mercado sudamericano, sumado a apuestas fuertes como la de Sébastien Haller. Todo esto le permite, sumado a una magnífica labor del entrenador, seguir compitiendo en el máximo nivel. Diferente forma pero mismo fondo.
Entrando ya en el análisis del equipo, respetando la historia y legado del club, buscan salidas elaboradas y optan por la paciencia a la hora de construir hasta detectar al hombre libre. Concentran juego en izquierda, con la pierna izquierda de Lisandro Martínez siendo fundamental a la hora de construir juego, filtrando pases y girando los bloques rivales. Con Daley Blind como lateral en ese costado y Tadic como extremo, logran juntar una sutileza técnica y una capacidad asociativa digna de cualquier equipo del mundo.
En el mediocampo, el mexicano Edson Álvarez está creciendo mucho en su importancia y conocimiento del juego bajo el mando de Ten Hag. Siendo la primera altura del mediocampo, en ocasiones descendiendo entre centrales, sigue siendo un jugador que la mayoría de pases que da son de «rutina», pero está añadiendo el desplazamiento largo a su repertorio y, lo más importante, es clave en el equipo para dar equilibrio a partir de su trabajo sin balón, haciendo corto al equipo y ganando segundas jugadas, permitiéndoles sumar tramos largos de ataque. De todos modos, lo que más debe contentar a Erik de esta versión del mexicano es que está permitiendo la versión actual de Ryan Gravenberch. El chico del 2002 no era un jugador definido hasta esta temporada, pero ahora que ha perdido influencia en la base de la jugada, dejando claro que no es un director de juego como tal, participando más adelante, está dejando actuaciones tremendas. Giros y conducciones en carril central, capacidad de último pase y una movilidad bien entendida para ir abriendo líneas de pase y relacionarse con compañeros. Escalonándose con Steven Berghuis que parte desde la mediapunta, otorgan al equipo una creatividad en últimos metros vital para entender los resultados que están cosechando.
Y nos hemos dejado lo mejor para el final, porque seguramente el talento más especial que esté jugando en la liga holandesa actualmente sea Antony Matheus dos Santos. El brasileño es una bomba tremenda y, actuando en el lado débil del ataque, recibiendo en ventaja y retroalimentándose con un Noussair Mazraoui que tiene un conocimiento tremendo del sistema (uno de los integrantes del XI inicial de hace tres años), combinando alturas y zonas de recepción, destroza a los rivales. Lo mejor de Antony es que, a pesar de todo, no necesita a sus compañeros para influir en el partido. Independientemente de que el equipo esté mejor o peor, le salgan más o menos cosas, él te va a desbordar y tirar del carro, generar miedo en la mente del rival y propiciar un escenario favorable. Es un talento demasiado especial.
Todo esto, sumado a la presencia de Haller como 9, una bomba de oxígeno descargando balones largos o abriendo rutas en ataque con sus descensos en apoyo, y la aparición de Jurrien Timber (2001) para acompañar a Lisandro en el eje de la zaga, hacen de este un equipo muy especial. Habrá que ver si mantienen la columna vertebral sana y si continúan jugando a este nivel, pero están para cosas potentes en Champions League. Cometerían un error muy grande los equipos que se confíen en caso de enfrentar al Ajax, pues tienen el sistema, los jugadores y el desparpajo propio de la juventud para no temerle a nada.
No se suponía que esto tenía que ser así. La Ley Bosman funcionó como un martillo que hundió a todos esos equipos dominantes en territorio nacional pero alejados de las cuatro ligas más potentes del continente de poder competir por torneos continentales. Y sin embargo, aquí están. Otra vez. La historia del Ajax es la historia del equipo que siempre vuelve al lugar que otrora ocupó. La historia de la inevitabilidad del destino.