La España de Luis Enrique no estaba jugando mal en esta Eurocopa, especialmente el día de Suecia se puede decir que hasta jugó bastante bien. Pero los goles no llegaban. Y como señalábamos en ese análisis del empate ante los nórdicos, la falta de gol puede suponer un bloqueo emocional tan grande para el grupo que puede provocar que el buen juego desaparezca. En el partido ante Eslovaquia el camino parecía llevar los mismos derroteros. España jugaba bien, el plan funcionaba y los eslovacos se veían desbordados, pero el gol no llegaba y hasta se falló un penalti. A veces simplemente tan solo se necesita un pequeño empujón del universo, y eso ocurrió con el doble fallo eslovaco en el primer gol. Caído el primero, cayeron los demás.
Al igual que en sus dos partidos anteriores, España sabía que se enfrentaría a un continuo ejercicio de ataque posicional, por lo que Luis Enrique se puso creativo a la hora de diseñarlo. Buscó que los dos laterales, Azpilicueta y Jordi Alba, quedaran bajos atrayendo los saltos de los extremos rivales (en este partido no se vio ese mecanismo de Eslovaquia en defensa posicional con el extremo derecho bajando hasta línea de fondo formando línea de cinco pues Haraslin se veía obligado a saltar sobre Alba). Los extremos fijaban abiertos atrayendo a los laterales, mientras Pedri y Koke participaban en zonas intermedias, movilizando a Kucka y Hromada que iban en persecución sobre ellos.
De esta manera, España separaba las líneas rivales y generaba espacios, con Morata pudiendo siempre descender en apoyo al espacio liberado por los interiores. Busquets fijaba la vigilancia de Hamsik y los centrales quedaban en superioridad frente a Duda, encontrando siempre al hombre libre en un escenario donde ambos se mostraron muy atrevidos filtrando y sumando con balón. El partido le era muy favorable a La Roja, pero el fallo de Morata en el penalti podía hacer temblar los ánimos del grupo. Tuvo que ser el fallo de Satka en salida y de Dubravka en el blocaje lo que abriera la lata y destapara la caja de Pandora de la selección española.
Otro aspecto clave fue la contrapresión efectuada por España, dejando constantemente salida al rival. Suecia tenía a Alexander Isak y Polonia se enfrentó a una peor España, pero los dirigidos por Stefan Tarkovic se quedaron sin respuesta y sin método para juntar pases y descansar con balón. Tan solo Ondrej Duda en jugadas muy puntuales permitió eso, pero el escenario para ellos era de constante defensa posicional, obligados a una concentración extrema.
Una vez España abrió la lata, los goles fueron cayendo de manera consecutiva, ayudado ello por las buenas versiones de distintos jugadores. Busquets supuso un mundo distinto respecto a Rodri a la hora de dar fluidez a las posesiones, Pedri a sus 18 años está completando un grandísimo torneo y sumó dejando pases filtrados en los últimos metros y también Pablo Sarabia se mostró muy incisivo en ese tercio final del campo, produciendo con facilidad. España tuvo el juego antes que los goles, y ahora que estos han llegado se muestra como una selección muy a tener en cuenta. Croacia, el lunes, es el siguiente reto en la carrera de los de Luis Enrique por devolver el fútbol español a lo más alto.