Tras ganar a Suecia (1-0) en una Cartuja a reventar, la España de Luis Enrique Martínez estará merecidamente en Qatar 2022. Pero más allá del éxito, que es algo que siempre puede manipularse después del resultado, el mérito de Luis Enrique ha sido construir, desde la creencia en una idea y la capacidad para convencer a sus jugadores, un equipo capaz de competir contra cualquiera a pesar de no estar nombre por nombre entre los mejores. Y posiblemente ahí resida la plusvalía de España respecto al resto: pocos combinados nacionales tienen más clara cuál es la línea a seguir.
España y Suecia ya se habían enfrentado dos veces en los últimos 6 meses, y por ello el planteamiento de Janne Andersson, pese a que a la selección escandinava solo le valiera la victoria para estar en Qatar, no distó nada de lo esperado. El técnico sueco dispuso sobre el césped de la Cartuja su sempiterno 4-4-2, situando el bloque en altura media, sin intención de presionar la salida española, y guardándose la carta de Ibrahimovic en el banquillo. Por su parte, Luis Enrique realizó muchas modificaciones respecto al partido ante Grecia. Entraron Azpilicueta, Pau Torres, Jordi Alba, Carlos Soler y Dani Olmo, con lo que el plan de partido iba a ser distinto al que vimos en Atenas.
El dominio perteneció a España en la primera media hora de partido. A través de las intenciones de su ataque organizado y de una presión tras pérdida efectiva, España progresó en campo rival, generó aproximaciones, e impidió que Suecia, salvo una jugada puntual de Forsberg, saliera al contraataque. El ataque posicional de España fue muy bueno, puesto que encontró soluciones a los problemas que le planteó Suecia. Con Isak y Kulusevski tratando de impedir la conexión entre los dos centrales y Busquets, la posición cerrada de César Azpilicueta fue fundamental para que España pudiera superar fácilmente la primera línea sueca. El jugador del Chelsea actuó como tercer central de facto, y de este movimiento España obtuvo dos ventajas claras: tener superioridad con balón en primera línea (y poder filtrar más fácilmente) y nunca dejar a Pau y Laporte en igualdad contra Isak y Kulusevski. De este modo, el mismo Azpilicueta y Pau tuvieron tiempo y espacio para filtrar, estando ambos soberbios ahí, y España pudo progresar en campo rival con facilidad.
El rol de César Azpilicueta supuso una ventaja para España con y sin balón
Aún así, la selección española no sacó tanto rédito como en otros días de las dinámicas de su triángulo fuerte. La primera intención era que Gavi bajase a la base para atraer a Claesson, mientras que Jordi Alba ganaba altura por fuera y Dani Olmo se metía en zonas intermedias, pero el bloque de Suecia, muy pasivo como es habitual, no mordió el anzuelo y defendió cómodamente ese costado. Claesson tenía muy claro cuando (y cómo) debía saltar a Gavi y cuando tenía que dejarlo recibir, haciendo que el mecanismo fuese totalmente inofensivo. De hecho, cuando Jordi Alba ocupó la base, Olmo se mantuvo abierto y Gavi jugó entre líneas, pese a que en tres cuartos careciera de desborde exterior, España abrió el bloque sueco con más continuidad. A partir de su talento para ubicarse antes de recibir y de su capacidad para eliminar rivales con el control y el giro, Gavi volvió loco a Olsson, siendo una individualidad clave para que España se colase en tres cuartos de campo.
Con Gavi entre líneas, y no en la base, España fue capaz de girar el bloque sueco con más continuidad
Sabida la ventaja que tenía España en primera línea, otra actuación a destacar a la hora de ofrecer soluciones en posicional fue la de Raúl de Tomás. Con los dos pivotes suecos fijados por Gavi y Soler, y con Sergio Busquets tapado, el delantero centro del Espanyol entendió a la perfección cuándo venir a apoyar, bien para girarse él mismo o bien para poner de cara al mediocentro del Barça. Aún con todo, las mejores ocasiones del primer tiempo fueron para Suecia, y tras una gran primera media hora de España, llegó un período de dudas (lógico) por no transformar tal superioridad en el marcador. Pero más allá de las conocidas limitaciones de España en cuanto a calidad diferencial en los últimos metros, el 0-0 con el que se llegó al descanso se debió a la resistencia de Suecia, sustentada por un imperial Victor Lindelöf anticipando en la frontal y defendiendo el área.
A sabiendas de lo poco que había producido para lo superior que había sido y de que Suecia estaba cerrando muy bien los caminos al gol por dentro, en el segundo tiempo Luis Enrique intercambió los perfiles de Sarabia y Olmo, poniéndolos a pierna natural con el objetivo de ser más exterior una vez España conquistaba cierta altura. Pero el centro lateral era un recurso que Lindelöf y Nilsson dominaban a la perfección, y la decisión que desatascó el partido estuvo en volver a los extremos a pierna cambiada. A media hora del final, con la clasificación de ambas selecciones pendiendo de un hilo, entraron Morata por RDT y Rodrigo Moreno por Sarabia, devolviendo a Dani Olmo a la banda izquierda. Con Suecia defendiendo en un bloque más bajo, España volvió a atacar con Gavi en la base y Jordi Alba en amplitud, y ahí el jugador del RB Leipzig firmó una enorme segunda parte en la zona que mejor le sienta (por dentro). Además, sería injusto olvidarse del impacto de Morata, que además del gol, entró muy bien al partido y supo encauzar toda su energía posibilitando varias salidas con sus apoyos.
Devolver a Olmo a zonas interiores y la entrada de Morata fueron dos decisiones que le sentaron muy bien a España en el segundo tiempo
Por el lado sueco, la dirección de campo de Andersson fue decepcionante. Sin Isak ni Kulusevski, pese a que no estuvieran jugando un gran partido, Suecia perdió amenaza al contragolpe, y sin Forsberg, que estaba siendo el mejor junto a Lindelöf, perdió a ese jugador que te puede limpiar la jugada recibiendo muchos metros más atrás que los puntas. En el tramo final del partido, ya con Ibra en el campo, los suecos sí que dieron un paso hacia adelante, promoviendo un escenario de partido mucho más abierto, pero a España no le pudo la presión y supo gestionar el balón sabiendo que el empate le valía. Por la clasificación, pero también por la forma, la de ayer fue una de aquellas victorias que refuerzan la coraza competitiva de un equipo como el español.