Ver alguna estrella en el pecho de los jugadores de ambos contendientes suele ser el mejor indicador para saber que, como mínimo, el encuentro será entretenido de ver. Dos campeonas del Mundo, y por lo tanto eternas favoritas, se enfrentaron en el Al Bayt Stadium a un duelo de vida o muerte: si ganaba España, los de Luis Enrique clasificaban y Alemania quedaba con muy pocas posibilidades de estar en octavos. Si la suerte iba por el otro costado, habría igualdad máxima hasta la última jornada. El duelo se resolvió en 1-1, para suerte de los teóricos visitantes, y les da vida todavía de cara a la última jornada contra Costa Rica. El encuentro fue entretenido, vistoso, con grandes presiones y todavía mejores talentos: la noche de Jamal Musiala fue la de un jugador que cuesta muchos millones en el próximo mercado de verano.
El duelo empezó, como no podía ser de otra forma, con una gran agresividad y concentración por parte de los dos conjuntos. Alemania, plantada en un 4-2-3-1, buscaba igualar el 4-3-3 de España y plantear un partido donde el progreso fuera mucho más exterior que interior. No por nada, en presión, las posiciones de Musiala y Gnabry (sobre todo en el caso del primero), los dos extremos alemanes, eran mucho más centradas que intermedias: el objetivo era tapar línea de pase frontal entre centrales e interiores. El objetivo se cumplió por momentos, aunque realmente España encontró otras rutas para encontrar con estos dos talentos.
El partido fue de talentos. Los de Luis Enrique empezaron a fluir como de costumbre: con circulaciones rápidas, cortitas, juntando a mucho jugador sobre zona de balón y encontrando soluciones al pie y una presión agresiva (y efectiva) tras pérdida. Con esto, España empezó a encontrarse con la portería de Neuer en un disparo lejano de Olmo (terminaría golpeando en el poste después de intervenir el guardameta alemán) y un par de ocasiones más de Ferrán Torres. Alemania, al borde del descanso, gozando de un Jamal Musiala totalmente desatado los 90′, encontró en una acción a balón parado la posibilidad de irse por delante en el marcador si no llega a anularse el tanto de Antonio Rüdiger.
En todo caso, el discurso del primer tiempo se mantuvo también durante la segunda: ambas ejecutando una presión alta, ambas con particularidades. La alemana, con esta intención de tapar el pase a los interiores españoles; la de la ‘Roja’, con Ferrán encima de Rüdiger, tapándole el pase con el lateral dado que el alemán, diestro, jugaba a pie cambiado en izquierda. En todo caso, ambos regalaron un encuentro hermoso que, parecía, iba encaminado a llevarse España con el tanto de Álvaro Morata. Precisamente fue en una salida de balón mal gestionada por Alemania, donde Rodri encuentra a Gavi con facilidad, que España termina por encontrarse un ataque posicional en el 60′ que resuelve Jordi Alba con un magnífico pase raso rematado por Morata para poner el 1-0.
Con este resultado, Alemania quedaba al borde de la eliminación y sin depender de sí misma. El recital de Jamal Musiala prosiguió en la media hora restante, siendo seguramente el mejor jugador sobre el campo; ahora, con Alemania totalmente volcada al ataque. Tardaría solo diez minutos Hans-Dieter Flick en introducir un triple cambio: Klostermann, Füllkrug y Sané al campo. Este último le dio un aroma diferente al equipo desde la mediapunta, mucho más fluido en tres cuartos, mucho más desequilibrante, con mucha más sensación de peligro. Y llegó. Füllkrug, delantero del Werder Bremen, pondría el tanto del empate para darle vida a Alemania de cara a la última jornada de la fase de grupos. En sus manos, y en las de España, quedará el pasar a octavos o quedarse por el camino.