No sé cómo irá vuestro día, pero espero que mejor que el mío. Hoy escribo esta pieza por segunda vez, después de que a falta de rematarlo con esta misma introducción, el ordenador decidiese apagarse y mandar a mejor vida toda copia de seguridad. Una de las cosas más dolorosas que existen, como los penaltis. Fue un giro de guion cruel, similar al de los dos finales que vimos hoy. Supongo que era mi precio a pagar tras disfrutar de un frenético Portugal *0-0 Eslovenia, que se decidió por la vía rápida en la tanda, unos minutos más tarde de que Cristiano Ronaldo perdonase otra pena máxima en el primer tiempo de la prórroga y rompiese a llorar de frustración. Yo pensaba que el cupo de sacrificios ya lo había cubierto con el Francia 1-0 Bélgica, bastante soporífero por momentos, pero me equivocaba. Compensa en cierto modo que Jan Vertonghen me hiciese un favor en clave fantasy, al desviar el chut de un Randal Kolo Muani que agitó la contienda y que vio como la UEFA daba el decisivo gol como en propia meta. Lo que el fútbol te da, el fútbol te lo quita.
🥇🇵🇹 DIOGO COSTA
Por la boca muere el pez, suele decirme mi padre cuando me aventuro con un comentario en el que alabo algo que todavía no ha concluido. Suelo hacerlo bastante, de hecho, qué le vamos a hacer si somos tan pasionales viendo fútbol. Esta vez, en el grupo de WhatsApp de Editorial Puskas, me salió un «voy a meter a tres centrales en el podio de MVP’s del día, y me da igual todo», por utilizar un eufemismo. «E igual hasta añado a un cuarto», agregué. El buen Óscar Mendoza se atrevió a lanzar tres nombres y, como los adivinó, reforzó aún más sus candidaturas. Estaba casi decidido, hasta que Vanja Drkušić cometió el penalti y hasta que Pepe, férreo pero totalmente fundido física y anímicamente en el minuto 116, cometió una grave pérdida que dejó todo en manos de Diogo Costa. O en su pie, mejor dicho, porque con una intervención más propia de balonmano que de fútbol, el meta del Porto le negó la gloria a Benjamin Šeško e impidió que Portugal se marchase para casa. El resto es historia. Una de terror. Modrić, Ronaldo, Ilicić… Cada día estoy más convencido de que hay que poner dos prórrogas, a lo Supercampeones. No porque sean divertidas, precisamente, sino porque la narrativa de los penaltis la maneja el mismísimo Satanás. Y cuando no se ceba con los que fueron los mejores durante el tiempo reglamentario, lo hace con aquellas leyendas cuya lógica invita a pensar que vayan a colgar las botas más pronto que tarde. Igual, antes que Peter Pan Pepe, al paso que vamos.
Guía Eurocopa 2024, Portugal: Cristiano en la Portugal de los centrocampistas
Sea como fuere, tampoco abogo por los inventos de hoy en día. Los presidentes están mejor en las gradas que lanzando penaltis, aunque tendría su punto que los del Gobierno se vistieran de corto. Que M. Rajoy ejecutara uno antes de escribir su crónica de los partidos de España. O que Le Pen se abrazase en la tanda con Kylian Mbappé o Jules Koundé. Mi padre, en lo que me atrevo a decir que patina mucho más, es cuando recita eso de «los penaltis son una lotería». Frase que me saca bastante de quicio, la verdad. Soy un fiel defensor de que el fútbol entiende de precisión y estrategia, y no de azar. Las cosas pasan por algo. Y, en el caso de Diogo Costa, la estadística era clara. Había detenido 10 de 24 lanzamientos antes de esta tanda. Después de ella, se convierte en el primer portero que para 3/3 penaltis en la competición. Lo de hoy es una demostración más de que conviene no creer demasiado en la lotería, ni siquiera en la de Navidad. Y os lo dice alguien al que le tocó un pellizquito sin llegar a comprar la papeleta. Pero esa ya os la contaré otro día.
🥈🇫🇷 WILLIAM SALIBA
Más que nada, porque hoy vinimos aquí a hablar de centrales. Y tampoco es plan de recoger cable en otros 3/3. Mantengamos uno, al menos, ya que Francia sigue siendo más buena que bonita. A diferencia de Inglaterra, por mucho que las comparen tanto, Deschamps tiene un plan. Nos guste, más o menos; y potencie en mayor o menor medida a sus jugadores. Tan cierto es que no ha marcado ningún gol que no sea de penalti o en propia meta (dos con el de hoy), como que solo ha recibido otro, que corrió a cuenta de Robert Lewandowski y que también llegó desde el punto fatídico. Mucho tiene que ver la solidez defensiva, que salió a relucir de nuevo ante Bélgica. La de Koundé, de Upamecano, de un Theo Hernández que corrigió dos transiciones a campo abierto o de Tchouaméni, no solo atento para garantizar el sistema de coberturas por detrás de Rabiot y de Kanté en el 4-1-4-1, sino también atinado con pases filtrados, cambios de orientación y hasta uno a la espalda de los centrales rivales. Aunque ninguno estuvo a la altura de William Saliba, quien dio una masterclass de cómo parar a un delantero que tal vez no sea indefendible, pero que sí condiciona a los defensores como pocos. Y si no, que se lo digan a Rumanía.
Guía Eurocopa 2024, Francia: Mbappé contra la narrativa
Como muchos habréis intuido, hablamos de Romelu Lukaku, hoy socio de Openda en la doble punta del 4-4-2 que recuperó Tedesco en busca de dañar con transiciones. De Bruyne fue el sacrificado pese a su gran Eurocopa como mediapunta, para comenzar como acompañante de Amadou Onana en el doble pivote. Eso facilitó la tarea, pero el central del Arsenal, al que le costó asentarse en la élite pese a su tempranera irrupción en el eje del Saint-Étienne, junto a Wesley Fofana, desconectó por completo al punta de la Roma. Hizo que Lukaku jugase permanentemente de espaldas a la portería defendida por Mike Maignan, midiendo bien las distancias y evitando chocar con él para que no pudiera aprovechar su cuerpo para girarse. En algunas, incluso, se anticipó y le robó el balón con maestría. Por arriba también se impuso en los ataques más directos de los belgas, haciendo gala de su enorme capacidad de salto. Cuestión de timing e inteligencia, no solo físico. Y, por si fuera poco, aderezado con su buen pie para ganar altura con el balón controlado y filtrar algún que otro pase. Me quedo con ganas de decir que esta es la Eurocopa de los centrocampistas, los centrales y los cancerberos; en ningún caso de los atacantes. Pero, bueno, mejor no me tiro a la piscina, que con el pico cerrado estoy más guapo y no quiero incentivar a que mañana Denis Drăguș y Barış Alper Yılmaz, revelaciones donde las haya, marquen un repoker que me haga volver a retractarme.
🥉🇸🇮 JAKA BIJOL
Doña Eslovenia se marcha de esta Eurocopa sin haber perdido un solo partido en el tiempo reglamentario. Aunque también podría decirse que tampoco ganó ninguno, para no jugar a las medias verdades. En todo caso, queda claro que no fue la Cenicienta. Si se marchó a casa a eso de las 0:00, hora local, fue por los superpoderes de Diego Costa. La dirección de campo de Roberto Martínez dejó bastante que desear, no obstante, porque desde que retiró a Vitinha del terreno de juego, el ataque posicional de los lusos cortocircuitó. Y eso que Jota, en el día de los Diogos, entró picante. Pero no fue una idea brillante retirar del césped al del PSG, más aún con idea de entregarle la base de la jugada a Palhinha y retrasar a Bruno Fernandes, en lugar de a un Bernardo Silva desconectado demasiados minutos como extremo diestro. No hubo ni dominio, ni control total de la situación. Tampoco vayan a pensar que Portugal no intimidó, tampoco es Inglaterra y, en su caso, disparó en 20 ocasiones, aunque solo 5 entre palos. Y centró en 39 ocasiones, apenas 11 de ellas rematadas. Realmente, la resistencia eslovena se explica un día más por la figura de sus centrales y de Jan Oblak, que no solo le negó el gol a Cristiano Ronaldo desde los once metros, también lo hizo en un disparo seco centrado de libre directo y con un mano a mano que terminó escorado a la zurda. Los centrales, si no cortaban, mínimo molestaban.
Guía Eurocopa 2024, Eslovenia: Oblak para resistir y Sesko para correr
En el primer acto, Drkušić fue un muro, como ante Dinamarca. Solo su penalti convierte el sobresaliente partido en uno notable. Estuvo muy exigido, pero pesó más lo correoso que resulta, por mucho que para ello tenga que ir demasiado al límite. Complicadísimo girarse para sus oponentes por cómo persigue o anticipa. Por arriba gana duelos. Y resistió casi 100 minutos con amarilla las acometidas de un Rafael Leão que pudo encararle en un par de ocasiones en situaciones muy ventajosas, de uno contra uno con espacios por delante, lanzado y tras recibir de cara. Tras el descanso, Eslovenia se protegió más desde lo zonal, en un bloque medio-bajo. Y ahí, el que terminó por desesperar a ‘CR7’ fue Bijol, quien venía de brillar ya frente a Harry Kane. No paró hasta completar un total de diez despejes e interceptar algún disparo prometedor, dirección portería. Vanja, Jaka, socorristas de vosotros. Me permitiréis que hoy haga una excepción en forma de plural en este cierre. Tenemos que despedir a la mejor pareja de centrales de la Eurocopa, hasta que se demuestre lo contrario. Tocará contarle a nuestros nietos que vimos jugar a Bijol y Drkusić en el verano de 2024.