En San Petersburgo, la Rusia de Stanislav Cherchesov se enfrentaba a una situación límite tras su (contundente) derrota en el primer partido ante Bélgica. Los soviéticos establecieron bastantes variaciones en su equipo titular, sin ir más lejos el portero, pero al final acabaron necesitando del de siempre. Artem Dzyuba, en su casa, dejó un partido de impacto, no especialmente por las cosas que hizo sino por las que transmitió, y es que es un delantero prácticamente imposible de frenar cuando le buscan en largo y se coloca de espaldas. Rusia tiene un nuevo zar.
Obligada a llevar la iniciativa, no solo por la obligación de sacar los tres puntos sino también porque Finlandia es un equipo que regala metros, Cherchesov repitió el esquema de tres centrales usado en la segunda parte ante Bélgica, y buscó llenar de jugadores creativos la zona de tres cuartos. Mientras Dzyuba fijaba a los centrales, Aleksey Miranchuk se movía en zonas intermedias donde dejó grandes detalles en espacios reducidos, y tanto Golovin como Ozdoev funcionaron como interiores del teórico rombo.
Fue clave la movilidad de estos dos últimos para ofrecer líneas de base y abrir el repliegue finlandés. Cayendo mucho a las bandas o bajando a la base a recibir, buscaban ensanchar y abrir un bloque que volvió a contar en Glen Kamara a una individualidad destacada. Además, el jugador del Rangers no solo destacó en tareas sin balón, sino que ofreció varias salidas a los suyos con desmarques interiores. Finlandia, al contrario que el día de Dinamarca, sí sumó salidas con mayor continuidad y fue muy exterior en sus ataques, con Raitala y Uronen dando profundidad mientras Pohjanpalo y Pukki amenazaban en el área.
Con la primera parte agonizando, Dzyuba como en tantas ocasiones se impuso a su par y dejó de cara a un Miranchuk que definió con un gran disparo. Esto obligó a Finlandia a abrirse durante la segunda parte en busca de un empate que les dejara virtualmente clasificados, para lo que siguieron contando con el juego exterior como principal arma además de un Teemu Pukki que ganó en importancia y amenazó con desmarques en carril central. En la resistencia rusa, mientras Barinov sufrió con cada desmarque a su espalda, cabe destacar las actuaciones de Igor Diveyev y Georgiy Dzhikiya, imponentes tanto anticipando como corrigiendo a campo abierto.
Los de Markku Kanerva tampoco lograron continuidad en sus ataques, pues la selección local siempre encontró alguna manera de salir, ya fuera con Dzyuba descargando algún balón largo o con un gran Aleksandr Golovin sumando asociativamente, escondiendo el balón y lanzando transiciones. Rusia resistió y reaviva sus opciones de clasificación, con Dzyuba imponiendo su tiranía ante otro equipo más.