En la Toscana, hay una pequeña ciudad que, durante el siglo XIX, se dedicó a la producción de seda, siendo de las más importantes del mundo hasta que llegó Napoleón a gobernar. Desde esa época y hasta la actualidad, Pescia se convirtió en una referencia por el comercio de flores, siendo su mercado uno de los más famosos de Europa. Durante los ochenta, en la ciudad vivían alrededor de 18 mil habitantes, y uno de ellos era un niño que soñaba con convertirse en futbolista profesional, como su padre y su hermano, 17 años mayor y apodado el Rey León. A los 19 años, Giampaolo Pazzini, ese niño de Pescia, pudo cumplir su sueño jugando como delantero, como lo dictaba la tradición familiar.
Pasó sus primeros pasos en la Toscana, con el Valdinievole Montecatini, hasta que a los 15 años viajó a Bérgamo, donde se incorporó a las inferiores de la Atalanta, club que le permitió debutar en el 2003. Su debut fue en la Serie B, en una Atalanta que venía de descender. Se convirtió en el primer Pazzini en jugar en la segunda división, pues su padre y hermano solamente alcanzaron a llegar a la Serie C. Desde su familia, hasta personas que fue conociendo en los distintos equipos, la carrera de Giampaolo encontró personas que lo guiaron a convertirse en la leyenda que fue.
En las inferiores de la Atalanta, coincidió con Mino Favini, a quien nombró en alguna ocasión como su segundo padre. Fue su entrenador de fútbol y de vida misma durante su primera experiencia fuera de la Toscana. Ahí también conoció a un hermano futbolístico, Riccardo Montolivo. Los dos jugadores más talentosos de su generación subieron durante la misma temporada al primer equipo y la vida los fue llevando por caminos similares.
Consiguieron el ascenso a la Serie A, debutó en la primera división y a los seis meses regresó a la Toscana, cuando en enero del 2005 la Fiorentina pagó seis millones y medio por él. Su primer semestre no fue nada excepcional, lo normal para una promesa de 20 años. En Florencia, coincidió con Giorgio Chiellini, con quien fue campeón de la Eurocopa Sub-19 un par de años atrás. En ese torneo, Pazzini marcó en semifinales y final. Seis meses después de llegar al equipo, durante el verano, la Fiorentina fichó a Riccardo Montolivo, su amigo de la infancia, y hubo otra persona importante que igual entró a su vida. Esa fue Luca Toni, delantero de 28 años fichado desde el Palermo, donde se había convertido en uno de los mejores delanteros de Italia.
Con Toni tiene una historia curiosa. El delantero que unos meses más tarde se convertiría en campeón del mundo, era en quien se veía Giampaolo para mejorar. De hecho, lograron hacer una buena amistad. Cuando Luca marcaba se llevaba la mano a la oreja para festejar, como una seña de me escuchan, Pazzini se llevaba la mano a los ojos, como una seña de me ven.
No se puede decir que sus años en Florencia fueron malos, pero si lejos de lo que se esperaba de un delantero de ese talento. En el 2009, salió a la Sampdoria por nueve millones, y fue donde conocimos su mejor versión. Individualmente, fue su mejor temporada, con 19 tantos en Serie A que le valieron ser el goleador del equipo y el cuarto mejor de la liga.
En Génova, se encontró con Antonio Cassano, con quien formó una pareja que fue bautizada por la prensa como los Goal Twins, recordando a la que formaron a finales de los ochenta Mancini y Vialli en la Sampdoria. Pazzini y Cassano llevaron al equipo a la cuarta posición, clasificándolos a la Champions League, dirigidos por Luigi Delneri. Lamentablemente, no pudieron acceder a la ronda de grupos, quedando eliminados por el Werder Bremen. El proyecto terminó así. Luigi Delneri salió a Turín para dirigir a la Juventus, y Pazzini y Cassano fueron a Milán. El Inter y Milan los incorporaron a media temporada. Delneri fracasó, Giampaolo finalizó en segundo lugar y Cassano fue campeón con el rossonero. La Sampdoria descendió.
Con el Inter tuvo un buen inicio, supliendo de buena manera a Diego Milito, quien tuvo una grave lesión. Sin embargo, cuando regresó el argentino, sus minutos fueron a menos, y su rendimiento bajó. En el verano del 2012, aparecieron personajes del pasado en su vida. Antonio Cassano pidió salir del Milan, y lo cambiaron al Inter por Pazzini. Llegando al mismo tiempo al rossonero que su amigo Riccardo Montolivo, quien había permanecido todo este tiempo en Florencia.
Su paso por el Milan fue de más a menos. El club entraba en una crisis y las lesiones mermaron mucho su rendimiento. Salió del equipo hasta el 2015 rumbo a Verona, donde se encontró Luca Toni, su viejo amigo, como en Florencia. La temporada fue mala y terminaron descendiendo. Giampaolo continuó en el equipo y juntos lograron el ascenso, marcando 23 goles en la Serie B. En la vuelta a la Serie A, no contaba con los minutos esperados, por lo cual fue a España para jugar con el Levante, solamente un semestre.
Regresó al Verona, que descendió, siendo otra vez importante para un nuevo ascenso, marcando 10 goles. Sin embargo, fueron pocos los minutos que vivió en Serie A. En febrero del 2020, marcó contra la Juventus su gol número 115 en Serie A, su último como profesional. Terminando esa temporada, se retiró. Esta semana, se enfrentan en el Stadio Artemio Franchi dos equipos que fueron importantes en la carrera de Giampaolo Pazzini: el que puso en el mapa al chico prodigio de la Toscana el que lo convirtió en uno de los mejores goleadores de Italia, cuando la Fiorentina de Vincenzo Italiano reciba a la Sampdoria de Roberto D’Aversa.
Texto escrito por @Gutila5ta.