Seguramente, la selección francesa está siendo muy criticada por su desempeño en la Eurocopa. Creo que de forma exagerada. Aunque Bélgica estuvo cerca de forzar la prórroga y, por qué no, de llevarse el encuentro (se vio más veces parar a Maignan que a Casteels), no es menos cierto que la selección gala hizo suficiente como adelantarse mucho antes de que el héroe inesperado anotase el tanto definitivo. Kolo Muani consiguió a la primera lo que Mbappé (5), Marcus Thuram (3), Griezmann (2) y Tchouaméni ¡4! no consiguieron hacer antes: batir al arquero belga. Pero cuando dominas el balón más tiempo que el rival y disparas 20 veces (por cinco del rival), lo lógico es que ganes. Más si cabe si a estos francotiradores que, en estos octavos, tuvieron la mirilla desviada pero que rayaron a un gran nivel si no se mira la definición, sumas actuaciones tan categóricas y tajantes como las de Kanté, Saliba, Maignan o Theo Hernández. Y, aun así, Doku y Kevin De Bruyne lo tuvieron en sus pies. Pero el cántaro se acabó rompiendo cuando parecía que aguantaría, al menos, 30 minutos más.
Ambas selecciones se respetaron demasiado a la hora de ir a presionar. Empecemos por el planteamiento belga. Cuando los Diablos Rojos inician, Francia dispone de un bloque alto, pero muy contemplativo. Los dos mediocentros belgas están tan cerca de sus defensas que a menudo se posicionan por delante de los delanteros. Eso lleva a Rabiot y Kanté a ganar mucha altura. Pero Francia no se decide a ir a por el trío de zagueros, y los primeros pases, horizontales y sin profundizar, no generan el salto de ningún francés. Lo que sí logra con esto los belgas es dividir en dos a los franceses, porque junta a seis jugadores muy cerca de Casteels, y aleja mucho a los otros cuatro. La idea es buena, pero en ningún momento Lukaku u Openda se ponen de cara a portería, ni para conectar con Carrasco. Openda (desaparecido) y Lukaku (desesperante, pero teniendo mucho que ver un imperial Saliba) están muy por debajo del nivel exigido. Por las bandas, aunque Castagne espera un poco más abierto y arriba que Theate en la derecha (se coloca como tercer central), lo cual permite a Carrasco interiorizar su posición, es en la otra orilla donde los de Tedesco agitan el encuentro. No es necesario ni que De Bruyne desdoble a menudo a Theate porque, simple y llanamente, la izquieda es la banda de Doku. El atacante del City, como en toda la Euro, vuelve a ser la pesadilla de su par. Griezmann acabará por echar una mano a Koundé, porque partiendo de una posición intermedia, Doku no para de sumar regates, metros recorridos con el balón y acciones brillantes a las que le falta la precisión final en el golpeo. Un extremo tremendo se despide del torneo.
Por contra, cuando los Bleu dispone del balón, el bloque belga es medio, en 4-4-2 buscando tapar por dentro y también reflexivo. Francia, por lo tanto, no tiene muchos problemas para dar esos primeros pases con Tchouaméni aparcado en la primera línea. Tiende a acabar estableciéndose en la izquierda buscando dos situaciones preferentes. La primera es que reciba muchas veces Mbappé, para que la juagda personal provoque que Bélgica se hunda, o para que con sus apoyos, su lateral salga de zona y lo aprovechen Rabiot o Theo a la carrera. La segunda situación preferente de que Francia se asiente en la izquierda es que, entre que Kanté y Rabiot escorán de más su ubicación, y Griezmann fija por dentro a Theate o hace de bisagra en los viajes de orilla a orilla, se abre la puerta a que Koundé aparezca a menudo solo por la derecha. Tchouaméni con varios cambios de orientación tremendos (completando un gran partido entre robos, llegadas y circulación) o las buenas circulaciones de lado a lado provocarán que Koundé, a poco que se hubiera tenido un poco más de acierto en los envíos o en los remates, hubiese acabado con cuatro o cinco asistencias. Pero entre los cabezazos de Marcus Thuram, los disparos de Mbappé o los disparos en la frontal de Tchouaméni, dando la sensación de acabar golpeando con cierta ansiedad ante su escaso acierto, apenas encuentran a Casteels.
En cambio, Bélgica hizo trabajar más a Maignan. Carrasco casi tiene dos, a la carrera, pero en ambas Lucas Hernández estuvo más contundente y rápido. Solo cuando De Bruyne y Lukaku (que cuando caía a la izquierda sí podía rascar algo ante un Upamecano menos incontestable que Saliba) se juntaba con Doku, las ocasiones llegaban a la meta del arquero del Milan. Pudo ser suficiente. De hecho, Tedesco había conseguir nivelar las fuerzas en el último tramo gracias a la introducción de Mangala por Openda. Ese cambio había liberado De Bruyne de las labores de mediocentro, evitando despistes del organizador del City que en la segunda parte estaba defendiendo en el costado derecho, y mientras que sin balón se sumaban robos y anticipaciones del centrocampista del Olympique Lyonnais, arriba se sumaba un jugador capaz de recibir y aparecer entre líneas. Quizás, viendo el pobre papel de Carrasco o Lukaku, Tedesco pudo haber realizado más cambios antes de que Kolo Muani pusiera el 1-0 (fue entonces cuando entraron De Ketelaere y Lukébakio). Pero también es cierto que, en parte por la falta de puntería francesa, en parte por el plan original, Bélgica seguía viva y a un gol de dar la sorpresa en Düsseldorf.
La sorpresa, para gusto de Deschamps, la dio Kolo Muani en su primer y único disparo. Para nada es lo mismo que marcar en una final del Mundial, el disparo que siempre le perseguirá al bueno de Randal, pero si Francia cumple con varias apuestas en este torneo, siempre se recordará su acierto ante Bélgica…
El gol
- 1-0 Kolo Muani (85′). Enésima recuperación de Saliba ante Lukaku y los medios franceses junto a Griezmann y Upamecano consiguen devolver la pelota al campo belga. Kanté, que ha aprovechado el hueco dejado por el apoyo de Griezmann que saca de sitio a Theate, recibe de Upamecano. Conduce hasta entrar en el último cuarto de campo y decide que hay que llegar hasta el otro costado. A través de Griezmann, Rabiot y Mbappé la pelota le llega, por los pelos a Theo, que conduce hacia dentro para devolver el esférico a su banda original. Otra vez en la derecha, pasando de nuevo por Griezmann que ejerce desde el medio de la frontal hace de crupier entre las dos bandas y reparte hacia Koundé. Mientras recibe Koundé, Kolo Muani finta a Vertonghen que no tiene mucho interés en perder la línea y pegarse al punta. El barcelonista decide no centrar por vigésimo sexta vez y retrasa para que Kanté combine con Kolo Muani. Control con la derecha, orienta hacia fuera y dispara mordido. Entre eso y que la pelota toca en el muslo de Vertonghen, a (im)prudente distancia, el gallo ya puede festejar.