Cuando el Barça decidió fichar a Frenkie De Jong lo hizo convencido que en él había hallado un horrocrux perfecto para su inmortalidad. Eligió a Frenkie por muchos motivos, pero sobre todo porque el club vio en el espigado neerlandés algo inefable que les recordaba a su gloria ya marchita. De Jong llegó al FC Barcelona visto como una oportunidad que permitía exprimir los últimos albores de Messi, Busquets y Suárez con la energía y el fútbol iconoclasta de Frenkie De Jong. El neerlandés es muchas cosas, pero en el verano de 2019 era sobre todo un molde de centrocampista que escondía muchos jugadores dentro de sí, era energía, era calidad, era grandeza en noches europeas. Demasiadas cosas que el equipo había ido perdiendo. El Barça le confió su alma a De Jong, y ahora se pregunta si el horrocrux elegido es el idóneo.
Cuando se ficha no solo se contrata a un jugador, sino que consigo se contrata una idea, una imagen fija. El futbolista es un metraje que avanza, cambia y evoluciona, pero el aficionado es tendiente a congelar imágenes, quedándose siempre con una construcción previa, la que más le interesa para sus posturas ya configuradas. Así pasó con De Jong. Cuando se escucha aquello de «es que no hemos visto al De Jong del Ajax, tiene que aparecer», yo me pregunto ¿Qué era el FdJ del Ajax? ¿Qué jugador existe hoy? ¿Es mejor o peor? ¿O sencillamente es distinto? En el fútbol negamos la diferencia, etiquetándola siempre; o es mejor o es peor. Lo distinto no cabe, y así los jugadores tienen que luchar contra un estigma generado de forma externa. Frenkie De Jong es mejor jugador de lo que era en 2019, pero luce menos que hace dos años. ¿Por qué? Contexto, sinergias y jerarquías.
El De Jong del Ajax era un jugador que lideraba desde el posicionamiento. Teniendo una libertad posicional tremenda para poder asumir el peso del equipo en los primeros pases, el neerlandés fluía por todo el verde, impactando de forma directa en el espectador. Verle era como un navajazo para el ojo, porque está educado de tal forma que ponderamos más la cantidad que la calidad, induciendo que si X participa más, es que es mejor. Con los números en la mano, este inicio de curso (cuestionado por muchos) está siendo mejor que la UCL de la 18/19, competición que lo elevó. De 6,7 a 9,6 Deep Progressions (conducciones o pases que trasladan al equipo al último tercio), de 0,8 a 1,6 regates, de 0.06 asistencias esperadas a 0,15 y de 1,3 a 2,1 faltas ganadas. Defensivamente realiza menos presiones, pero recupera más balones. ¿Que nos dicen los datos? Que Frenkie es distinto, y eso es sinónimo de muy buen jugador. Ha logrado mudar de piel en poco tiempo para adaptarse, mejorando en aspectos que ya dominaba (regate, faltas ganadas) y explotando en campo rival (asistencias esperadas, goles producidos).
El fútbol es un deporte complejo que tiene simplificadores. Messi es uno de los más bestias que ha habido nunca. Simplifican procesos, esquemas, partidos. Vidas. Cuando Frenkie llegó, se chocó con dos tapones. Busquets en la base de la jugada y Leo Messi en la zona de mediapunta, obstruyendo el carril central y mandando al neerlandés a un plano distinto. De Jong en su primer curso tuvo dos entrenadores tan distintos como Ernesto Valverde y Quiqe Setién y ambos le pidieron cosas muy diferentes aunque alejadas de lo que hacía anteriormente. Frenkie fue visto como un atajo hacia una mejor vida, un trampolín. Todos querían a De Jong. Debutó en Bilbao como pivote posicional en un desastre colectivo y luego pasó a jugar de interior alto, posicional. Setién le dio más vuelo y lo acercó al área, a lo que su ex técnico, Eric Ten Hag, dijo «Él no es un goleador. Es el jugador que se encarga de suministrar, de abastecer a los compañeros que dan las asistencias o que marcan goles desde su posición«. ¿Qué era realmente Frenkie De Jong?
Tendemos a valorar rendimientos por expectativas, lo que implica que el fútbol real, el que sucede, importa menos que el que imaginamos. En Frenkie el aficionado culé trazó el molde de un jugador de base, de 150 pases por partido, de acierto infinito, de conducción portentosa e impacto infinito. Era la inmortalidad. Pero esto es fútbol ficción, porque lo cierto es que es imposible que este jugador existiese en el equipo de Busquets y Messi. No había espacio. Y Frenkie mutó. El pasado curso no sé si fueron sus mejores desde que es profesional, pero tampoco hubo otros por encima. Desmintió a Ten Hag y se demostró como un llegador descomunal, participando en 15 goles, los mismos que en sus dos temporadas como ajacied. De Jong fue un jugador que no imaginamos que podía ser, dando a conocer una nueva capa de significado en su juego, más rica y potente. ¿No es esto maravilloso?
Pero nosotros exigimos que sea el del Ajax. ¿Por qué? Porque es el que nos prometieron, aunque este pueda ser mejor. En realidad esto nos da igual. Puede que su mejor partido el pasado curso, a nivel sensorial, fuese el que jugó en Anoeta en el que también fue el mejor partido del equipo en mucho, mucho tiempo. Una exhibición coral que terminó en un 1-6 con Frenkie siendo el futbolista que más balones tocó en todo el partido, jugando como central en línea de 3, pero con la libertad para poder progresar, juntarse y romper presiones. De facto aquel dia el Barça juntó a 5 centrocampistas: Busi, Pedri, Griezmann, Messi y De Jong. Cada uno en su rol, pero todos ocupando zonas centrales y generando superioridades. Como se aprecia en el mapa de arriba, Frenkie estuvo en todos sitios, pareciéndose más que nunca a aquel jugador del Ajax. ¿Por qué lo vimos tan poco y fue otro, un renovado De Jong, el que emergió?
Los jugadores están sujetos a las necesidades colectivas. En un Barça que contaba con Busquets y Messi + Pedri como interior posicional, Frenkie necesitaba reubicarse. Y ahí es donde las características y virtudes de un jugador demuestran su flexibilidad y polisemia. Su potencia, conducción y lectura se enfocaron al último tercio. Muchas veces, Frenkie era el 9 del equipo mientras Leo descendía, otras ocasiones De Jong bajaba a recibir y ayudaba en salida; se fue convirtiendo en un jugador cada vez más plural y completo, con el riesgo evidente de difuminarse si el equipo no le absorbía. Durante meses, no hubo centrocampista que hiciese tantas cosas y con tanta energía como el neerlandés. No era el del Ajax, era mejor.
Con Xavi, Frenkie ha jugado al lado de Busquets en un doble pivote muy flexible, como interior box to box y de mediapunta. Tres roles en apenas seis partidos. Tocará preguntarnos también por qué no se le ofrece un hogar, por qué no se le potencia en una posición y se le dan las riendas del conjunto. Xavi, como en su día Koeman, lo ven más (de momento) como un acelerador, un jugador que destruye malas presiones ya en un segundo escalón, que no como un gestor. Su forma de intervenir, su continua displicencia posicional y su conducta agresiva hacen que cuando se le imagina en la base, con más peso en los primeros pases, la gente tienda a pensar que el equipo se desorganizará, estará menos junto. En realidad, Frenkie desorganiza organizando, un caos controlado que ya vimos en el Ajax. Y es que aquello de decir «el relevo de Busquets» provoca instantáneamente que nos imaginemos a su relevo como un Busi 2.0, cuando esto es netamente imposible. Frenkie debe matar al padre y ser él, no hay etiquetas ni estilos que condensen su juego.
Esta temporada será clave para el FC Barcelona. No tanto a nivel de aspiraciones, sino de crecimiento colectivo. Ver qué jugadores van asumiendo responsabilidades y dibujar sistemas que los potencien. Una probatura que costará puntos y partidos. Lo que hay en riesgo es quemar a jugadores, invisibilizar rendimientos notables y transformar expectativas basadas en highlights o en un fútbol irrealizable, en nuestra realidad. El Barça no es el Ajax y este Frenkie no puede jugar como lo hacía allí. Es mejor jugador pero gusta menos. Y el por qué es claro y tajante; el equipo es peor. Y mientras el Barça adelgace, todo futbolista perderá su encanto menos los que empiezan a asomar la cabeza. La novedad gusta, atrae y fascina, y De Jong lleva tiempo en el club. El Barça apostó en ceder su alma a un cuerpo extraño, y ahora este horrocrux amenaza en apagarse mientras el club sigue tiritando. Evitarlo es tarea colectiva.