Dzień dobry! Co u ciebie? / Jó napot kívánok! Hogy vagy? El primer idioma es polaco, un idioma eslavo, mientras que el segundo es el húngaro, un idioma que ni siquiera es indoeuropeo. Espero que estés muy bien hoy. La semana pasada estuvimos en Francia para hablar de cómo el futbol resultó afectado en el régimen de Vichy de la II Guerra Mundial. Ahora veremos una historia que sucedió antes de que se desatara el terror y que hasta ahora sigue siendo inusual: la amistad entre Polonia y Hungría.
Recomendación musical 1
Los videojuegos forman parte de nuestra realidad, y hay un subgénero que a mi modo de ver está muy infravalorado: los juegos de estrategia. Age of Empires, League of Legends, Total War, Age of Mythology, Dofus… la lista crece y crece porque permite una interacción con otros jugadores en tiempo real, ya sea expandiendo tu reino o derrotando a tu enemigo. Uno de esos videojuegos de estrategia es la saga de Civilization, que ya está a punto de cumplir los 30 años de edad. Creada por Sid Meier, te permite llevar un puñado de aldeanos y volverlos una potencia que domina el mundo para 2050. Imagina ser Trajano, ganar guerras con Gilgamesh o dominar la diplomacia con Gandhi. Las posibilidades son infinitas.
La maravilla de Civilization VI es su soundtrack, basada en música folclórica de cada país; el compositor George Knorr tuvo a bien adaptar cada una de las canciones y darle un carácter medieval, de la revolución industrial o contemporáneo. En la expansión aparece Polonia, que aspira a dominar el mundo con la reina Eduviges I (Jadwiga I) y la capital en Cracovia. El tema polaco es la canción Hej, idę w las! (¡Ey! ¡Voy al bosque!)
En esta ocasión he invitado a Alfredo Coronis Arrizabalaga. Me atrevo a decir que este es uno de los periodistas más reputados de Venezuela. Lo puedes seguir en @AlfredoCoronis. Es host del programa Conexión Goleadora de 94.1 FM, con lo más destacado del futbol venezolano e internacional. Con 19 años de experiencia que incluyen varias Copas Libertadores, Copas América, un mundial y cuatro ciclos mundialistas, él es la referencia del futbol en Venezuela. También es comentarista en DirecTV. ¡No te pierdas, por cierto, sus Columnas de 10, con los temas más oscuros del futbol internacional en Futbol Sapiens! Dicharachero como pocos y gran bebedor de ron y cerveza, lo mismo habla de futbol que de beisbol. Y es un honor tenerlo aquí. ¡Bienvenido, Alfredo!
Vamos al tema de esta semana
Hermandad histórica
Lengyel, magyar – két jó barát,
együtt harcol s issza borát,
vitéz s bátor mindkettője,
áldás szálljon mindkettőre.
Polak, Węgier — dwa bratanki,
i do szabli, i do szklanki,
oba zuchy, oba żwawi,
niech im Pan Bóg błogosławi.
Empezamos así porque son dos versos del siglo XVI o del siglo XVIII, el primero en polaco, el segundo en húngaro. Ambos podrían ser traducidos de la siguiente manera:
El polaco y el húngaro son dos hermanos,
juntos en las guerras, juntos en los tragos;
los dos son valientes, los dos son osados,
que Dios misericordioso esté sobre ambos
En el primer caso es un idioma eslavo y comparte familia con el ruso, ucraniano, checo, eslovaco y serbocroata, entre otros. En el segundo caso, ni siquiera pertenece a los indoeuropeos y sus lenguas relacionadas están casi entrando a Siberia. Son idiomas tan incomprensibles para nosotros, y al mismo tiempo parecen tener similitudes en su forma de escribir; ambos tienen las grafías sz y s, pero atención: mientras en polaco la primera suena a sh, en húngaro es s, y la fonética se invierte con la segunda. ¿Por qué hay dos versos con prácticamente la misma traducción? Porque los polacos y los húngaros tienen una hermandad desde hace mucho tiempo, concretamente mil años.
Aunque ahora no tienen frontera entre ambos, Polonia y Hungría tienen tanto en común: ambos países han padecido los estragos del comunismo; ambos países han sido cercenados y hasta desaparecido; ambos países manejan el cristianismo como parte de su identidad; ambos países son parte de la OTAN y la Unión Europea, pero nada se compara a ser parte del grupo de Visegrado (junto con Chequia y Eslovaquia); ambos países se niegan a usar el euro tan masivamente; ambos países están en contra del globalismo liderado por la canciller alemana Angela Merkel, y por ahora ambos países son gobernados por la extrema derecha (Orbán Viktor en Hungría y Mateusz Morawiecki en Polonia). A veces en Bruselas no saben qué hacer con esta relación única; se dice que los líderes polacos y húngaros se reúnen varias veces a la semana, donde se discuten temas de la relación bilateral… ¡y no es raro que llegue a correr el licor!
¿Dónde surge esta amistad en la paz y en la guerra, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
Pochodzenie naszego braterstwa (El origen de nuestra hermandad; polaco)
Para saber cuándo nació la amistad, hay que remontarnos al inicio del cristianismo en ambos países: el siglo X. El monarca polaco Mieszko I y el gran príncipe de los húngaros Géza, fueron bautizados casi al mismo tiempo, años 960-970. Años después, hubo otro gran suceso.
Durante la edad media, la corte húngara era escenario de muchos duelos internos bastante encarnizados que harían que la serie de Game Of Thrones fuera un capítulo de Teletubbies. Tras la muerte trágica de su hijo en un accidente, el príncipe Esteban I (István I) cegó literalmente a su enemigo Vazul, y por temor a represalias, envió a sus tres hijos a Polonia. Ahí empezó la verdadera amistad; muchos nobles húngaros se casaban con princesas polacas y viceversa. Por ejemplo, uno de los reyes más grandes de Hungría, Ladislao I (László I), nació en Polonia de una mamá polaca.
Vayamos al siglo XIV. Había problemas en Hungría porque la dinastía Árpád murió en 1301. El rey Carlos de Anjou (Károly Anjou) se casó con Isabel de Bosnia (Kotromanics Erzsébet / Elżbieta Bośniaczka) que pertenecía a la dinastía Piast de Polonia. Su hijo fue Luis I, que unificó a ambos países: en Polonia era conocido como Luis el Húngaro (Ludwik Węgierski), y en húngaro fue Luis el Grande (Nagy Lajos). Con eso aseguró al menos que la corte polaca tuviera todavía continuidad.
Luis tuvo dos hijas. La mayor, Maria (Anjou Maria / Maria Maria Andegaweńska), se quedó con Hungría, y la menor fue Eduviges (Jadwiga / Hedvig, sí, de ahí tomó su nombre el búho de Harry Potter), una santa que fue una de las mejores reinas de Polonia. Tomó el trono a los 11 y murió a los 26 años, pero le dio tiempo de casarse con su prometido de la infancia, el lituano Jogaila, que en polaco era Władysław Jagiełło. Con esa unión, se selló la unión entre el Ducado de Lituania y el Reino de Polonia, y nació una gran fuerza en el centro-este de Europa.
Esa dinastía, la jagellónica, le aportó tres reyes a Hungría, que no fueron tan exitosos como los anteriores, aunque uno de ellos, Vladislao III (Władysław III o I. Ulászló) murió en batalla contra los otomanos en Varna, actual Bulgaria. Años más tarde, la dinastía jagellónica acabó con la batalla de Mohács, donde Luis II no pudo evitar la derrota con los otomanos; ésta le dio fin a la Edad Media en Hungría y comenzó la dinastía de los Habsburgo, con sede en Austria.
Como resultado, el reino de Hungría se partió en tres en el siglo XVI. La fracción más o menos autónoma de todas fue el voivodato de Transilvania, en la actual Rumania. Y fue relativo porque para Transilvania fue un triunfo el que uno de sus voivodas, Esteban Báthory (Báthory Isztván), haya resultado material de exportación… a Polonia. Así es, la nobleza polaca escogió a Esteban como su monarca (Stefan Batory). Uno de los mandatarios más recordados de Polonia, fundó la universidad de Vilna, la universidad más vieja del Báltico); asimismo, fue resonada su victoria sobre Iván el Terrible.
Hogyan segítettük egymást a történelem során? (¿Cómo nos hemos ayudado a lo largo de la historia?; húngaro)
Por la unión entre las casas reales de Polonia y Hungría, se decía que ambas cortes tenían un estilo de vida semejante, compartían armamento y peleaban bajo las mismas tácticas militares. Durante mucho tiempo compartieron frontera, los Montes Cárpatos. Los sistemas de gobierno de Hungría y Polonia eran parecidos, una república de nobles (en húngaro Natio Hungarica, en polaco Rzeczpospolita). En Hungría hay un campo por Budapest llamado Rákos, donde se reunía la nobleza de medio pelo para escuchar misa; en polaco mutó a rokosz, una reunión para resistirse al poder de la nobleza.
No queda en tela de juicio que Esteban Báthory haya marcado un antes y un después en la historia de Polonia. Además de sus victorias, él fue el responsable de traer desde Transilvania los fabricantes de sable (en polaco, szabla), que se volvió el arma más popular en Polonia. Luego, en ambas cortes se bebía vino, fabricado en Hungría. Polonia y Hungría eran buenos para el sable y para el vino.
Quizá la mayor contribución de Esteban Báthory fue algo que vio en su natal Hungría. Era un regimiento de caballería de los Balcanes llamados Húsares. Después de las reformas militares de Esteban, la unidad de húsares formó parte del ejército polaco. La recompensa de esa medida llegaría un siglo después, en 1683. Viena estaba sitiada por el ejército otomano; si caía, la cristiandad inminentemente sería destruída. Para quitar el sitio se alió el Sacro Imperio Romano con Austria-Hungría, pero desde Polonia llegó un ejército de caballería ligera de 3.000 hombres con alas, literalmente. Era un regimiento de húsares que participó en la carga de caballería más grande de la historia: 18.000. Ellos fueron los responsables de la victoria en la batalla de Viena, que marcó el inicio del debilitamiento de los turcos.
Esta amistad también tuvo sus episodios durante los espinosos siglos XVIII y XIX. Hungría tenía un papel secundario en su unión con Austria, y Polonia desapareció del mapa al ser dividida entre Prusia, Austria y Rusia. Compañeros de dolor, ambos países se ayudaban en sus luchas. Francisco II Rákóczi lideró la breve reyerta para que Hungría fuera independiente de 1703 a 1711, y los húngaros también ayudaron sin éxito a que la Confederación de Polonia-Lituania resistiera la agresión del Imperio Ruso en la Confederación Bar. Los polacos le devolvieron el favor: uno de los héroes de la Revolución Húngara de 1848 era el polaco Józef Bem.
En nuestra opinión, el siglo XX fue donde se probó al máximo la lealtad entre polacos y húngaros. En la batalla de Varsovia de 1920 entre polacos y rusos, Hungría fue el único que le mandó ayuda de armamento a los polacos, por más que checoslovacos y rumanos les negaran el paso. Esto solamente fue el inicio.
Polonia fue parte de los vencedores de la I Guerra Mundial, mientras que Hungría estaba en el bando vencido con Austria, Alemania, Bulgaria y el Imperio Otomano. En el tratado de Versalles se maquinó el tratado de Trianon que le rebanaba el 70% del territorio y 68% de su población. Polonia se negó a ratificar el tratado, que dio nacimiento a Eslovaquia y quitó la frontera entre ambos países. Hungría le devolvió el favor de manera hermosa. Era 1939. La Wehrmacht alemana destrozó la resistencia polaca y prácticamente a toda Polonia. Hungría decidió abrir sus fronteras y le dio asilo a 100 mil refugiados polacos. ¿Por qué fue tan significativo esto? Porque Hungría se había aliado con la Alemania nazi, y obviamente esto enfureció a los alemanes, pero nada podían hacer para quebrar esta hermandad.
Por último, ambos países se ayudaron para aguantar los embates del socialismo. Era junio de 1956. Los polacos ya no querían estar en un gobierno marioneta de los soviéticos que se la pasaban restregándoles que simplemente no existirían sin ellos (¿cuál ayuda, si los soviéticos también se ensañaron?). Los trabajadores polacos simplemente querían pan, y las autoridades reprimieron violentamente la protesta de Poznań. Esto fue una de las causas de la Revolución Húngara, que comenzó con una protesta de 20.000 húngaros en la estatua de József Bem… ¡oh, bendito destino! Al enterarse del terror que los soviéticos infringieron a los húngaros, Polonia acudió en su ayuda: 11.196 polacos donaron sangre en dos semanas y la Cruz Roja polaca donó 44 toneladas de equipo médico por aire; ¡imagina todo lo que donaron por tierra!
Por último, la hermandad entre polacos y húngaros ocupa un lugar especial en el futbol de Polonia: dos de sus partidos más importantes son ante Hungría, ambos en el periodo entre guerras. Y otro más también es importante para Hungría.
I. fejezet: 1921, barátom születése (Capítulo I: 1921, nació mi hermano; húngaro)
Para tener una selección de futbol primero se debe existir como país. Polonia, por 123 años, no era un país, sino un territorio dividido entre tres poderosos de ese entonces. Durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX, amén de unas cuantas insurrecciones, alzamientos e intentos de emancipación, Polonia no apareció en el mapa.
En la I Guerra Mundial, ese pedazo de tierra que se llamaría Polonia fue campo de batalla de los países en disputa, en especial entre rusos, aliados con Reino Unido y Francia (el pacto de la Triple Entente) y la Triple Alianza, con Alemania, aliados en el imperio Austro-Húngaro.
Polonia fue campo de batalla, donde se derramó mucha sangre y donde cayeron miles de polacos fallecidos. Y es que no era solo un territorio de interés. A sabiendas de las ansias de independencia de esta región, el material humano, convertido en soldados y colaboradores, fue importante y estratégico en el curso de la I Guerra Mundial.
Rusia ofreció concederles un estado con administración propia. Sin embargo, a Rusia no lo vieron como salvadores y fueron repelidos con hostilidad. Józef Piłsudski creó las «Legiones Polacas» (Legiony Polskie) para arremeter con fuerza. El primer presidente y posterior dictador de la Segunda República Polaca (II Rzeczpospolita Polska) preveía que las potencias en pugna estaban gastando mucho dinero y esfuerzo y que era un momento propicio para atacar y poder lograr la independencia.
Pero, para hacer el cuento corto, todo fue gracias a la intervención de Estados Unidos en el conflicto. Al acabar la guerra, en el tratado Tratado de Brest-Litovsk, el presidente norteamericano, Woodrow Wilson, pidió aprovechar la ocasión para fomentar la democracia en Europa y devolver soberanías históricamente oprimidas, como el caso polaco. En cierta manera, Wilson empatizaba con esta causa porque estaba familiarizado con las olas de inmigrantes polacos que se establecían sobre todo en Chicago.
Aquí ya nos acercamos al partido histórico de 1921. En noviembre de 1918, al cederle el poder a Polonia tras doce décadas sin soberanía, por fin era independiente; eso sí, no lo tendría tan fácil: el Socialismo Soviético que anexaba a otros países recién emancipados como Ucrania o Bielorrusia, más un hervidero local en lo social, evidenciaban tiempos muy tensos para la novel nación.
Este país necesitaba definirse y establecerse, y a través del deporte podía hacerlo. Era una manera interesante de decirle al mundo que eran un país y que podían competir contra otros. Al año siguiente, en 1919, se crea la Asociación Nacional de Atletismo (Polski Związek Atletyki), que buscaba deportistas para conformar selecciones. De ese ente, a finales de 1919 nace también la Asociación Polaca de Futbol (Polski Związek Piłki Nożnej), ese deporte que desde el principio da de qué hablar.
Polonia necesitaba jugar al fútbol, pero, como en otras disciplinas, nadie se atrevía a jugar con este país renacido por las crispaciones recientes en Europa. La idea principal era jugar y mostrarse en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920 (de hecho, estaban emparejados en primera ronda eliminatoria con quien sería el medallista de oro de esa edición, Bélgica),
El primer obstáculo a sortear fue la Agresión Bolchevique, una ofensiva de la URSS para anexar estados al socialismo. Se cargó a la participación polaca en Amberes y también impidió la culminación de la primera liga polaca, en 1920. Y no bastó con eso; también acabó con amistosos pautados con Austria, Checoslovaquia y Hungría, frustrando la contratación de un inglés para desarrollar esa selección olímpica, Mr. George Burford, luego DT de Estados Unidos en Ámsterdam 1928.
Polonia, victoriosa en 1921 ante esa agresión de un naciente imperio, seguía en búsqueda de identidad deportiva. Y tras sobrevivir a un enésimo ataque en su historia contra su soberanía, necesitaba alimentar su autoestima social.
Tenían la situación bien complicada. Polonia no sería parte de la FIFA sino hasta 1923. Y sólo falta subir líneas arriba en este texto para sacar una pequeña lista de países que no jugarían con Polonia por temas políticos. Otro amistoso, con Austria, en 1921, también fue abortado por «no quedar convencido» Michael Hainisch, el presidente de este país, con la lista de jugadores entregada.
La Magyar Labdarúgó Szövetség (o Federación Húngara de Fútbol) propuso un partido en Budapest el 24 de noviembre. Los amigos húngaros, de nuevo a la carga. Sin embargo, aunque en Polonia fue recibida la noticia con suma alegría, argumentaron que jugar hacia el final de los torneos nacionales, iba a mermar el rendimiento del equipo. Aceptaron atrasar la fecha para el 18 de diciembre.
Hay un personaje clave en esta historia: Pozsonyi Imre. Este entrenador húngaro dirigió al Cracovia, primer ganador de la liga polaca en 1921. Fue la persona ideal para el cargo.
Cuenta Andrzej Gowarzewski en su libro Biało-Czerwoni 1921-2018. Dzieje Piłkarskiej Reprezentacji Polski (Rojo y Blanco: historia de la selección polaca), que este técnico fue clave para este partido. El otrora capitán de MTK Budapest tenía aún contactos con la federación de su país y ayudó a la realización de este careo de exhibición, cuando todos le daban la espalda a Polonia como país deportivo.
Pozsonyi, que cuatro años después ganó la Copa de España y la Copa de Catalunya con el Barcelona, seleccionó a los siguientes jugadores: Stanisław Cikowski, Ludwik Gintel, Józef Kałuża, Stanisław Mielech, Leon Sperling, Zdzisław Styczeń y Tadeusz Synowiec, todos ellos del Cracovia, campeón de Polonia. Esta lista era complementada por tres jugadores del Polonia Warszawa (Artur Marczewski, Jan Loth y Stefan Loth), dos del Pogoni Lwów (Mieczysław Batsch y Wacław Kuchar) y un representante de Warta Poznań (Marian Einbacher). 13 jugadores irían en total, la figura del cambio en el partido no existía aún.
Polonia se preparó ante varios equipos de Cracovia, ciudad donde se concentraron. El rival venía de grandes actuaciones y tenía un nombre ya en Europa: derrotaron a Alemania 3-0 y Suecia 4-2 ese mismo año.
El viernes 16 de diciembre al mediodía, con algunas autoridades de la federación polaca, dos periodistas y la estrella de tenis Edward Kleinadel (ese año ganó dos finales internacionales), emprendieron el viaje en tren a Budapest. Por temas de costo, la delegación viajó en tercera clase. El trayecto, previsto en 24 horas, se demoró 36 por problemas con la locomotora y una abusiva actitud de la aduana en Checoslovaquia.
Pero al final arribaron, cerca de la medianoche del sábado 17. En Budapest apareció el lujo para el país amigo: los jugadores fueron llevados en carrozas tiradas por caballos al mejor hotel de la ciudad, donde aguardaban periodistas locales para conocer las impresiones de este país renacido y su primera selección.
Tras un corto sueño, algunos jugadores fueron a pasear por la ciudad. Pero, minutos previo al partido, el ánimo no era el mejor: todo el mundo se quejaba de fatiga y agotamiento, además Józef Kałuża tenía fiebre y Ludwik Gintel sentía dolor de estómago.
Apenas ocho mil personas se acercaron al Estadio Nacional de Hungría (Hugária Úti), de los mejores de Europa en ese momento. La lluvia fue un factor importante para la baja asistencia, inusual para una selección acostumbrada a llenar las 30.000 plazas. Además, el rival desconocido en rojo no inspiraba mucho entusiasmo.
Pozsonyi eligió para el partido un 2-3-5 formado por el portero Jan Loth; la defensa de Artur Marczewski y Ludwik Gintel; más adelante con Tadeusz Synowiec (capitán), Stanisław Cikowski y Zdzisław Styczen; Leon Sperling, Marian Einbacher, Wacław Kuchar, Stanisław Mielech, y como una especie de nueve, Józef Kałuża.
Hungría en blanco los esperaba también con un 2-3-5, con Zsák Károly en la portería; Fogl Károly y Mándi Gyula en la defensa; Kertész Vilmos, Obitz Gabor y Blum Zoltán en la media; en la delantera estaban Pluhár István, Molnár György, Schlosser Imre, Wiener Jenő II y en punta el temible Szabó Jenő. Todos ellos venían entrenados por Kiss Gyula.
El primer pitido sonó a las 13:50 horas. Los polacos se mostraron nerviosos desde el principio y Hungría atacó y atacó. Pero su vistosidad de juego se vio empañada por el lodazal en el que se convirtió el campo.
En el minuto 18 los anfitriones se adelantaron después de que Szabó Jenő aprovechara un centro de su tocayo Wiener en la confusión de la defensa ante la portería de Jan Loth. Al finalizar el primer tiempo, Hungría botó el 2-0 por una pena máxima mal cobrada por Fogl Károly.
En el complemento, con la lluvia arreciando, Polonia aguantó los embates locales. La prensa local eligió al portero Jan Loth como la figura del partido, por seis atajadas in extremis que evitaron una goleada. Una reseña de la época cuenta que en un remate, el balón fue manoteado por el meta del Polonia Warszawa.
Con casi nulas ocasiones de los polacos, y tras superada la expectativa de la prensa de ese país (que consideraban decoroso perder 3-0), la selección de la reverdecida patria culminó su primer duelo en la historia. Reconocida, aplaudida, muy digna.
Para Hungría, en especial esa Hungría, fue un amistoso más. Luego del partido, ambos equipos confraternizaron en un gran banquete y la federación polaca le obsequió un anillo de oro al capitán del equipo magiar, Schlosser Imre, para conmemorar el partido número 70 de la selección húngara. Un final con mucha camaradería, confraternidad, como la historia de estos países. En el salón más elegante del Hotel Royal no tenían idea de que se estaba escribiendo tanta historia. Pero de que lo disfrutaron y se enorgullecieron, que no haya dudas.
Rozdział II: 1939, pokonałem swojego brata (Capítulo II: 1939, le gané a mi hermano; polaco)
Los cancilleres de Alemania y Unión Soviética habían pactado que Polonia dejaría de existir en la faz de la tierra con el pacto Ribbentrop-Mólotov; por obvias razones, Polonia no lo sabía, pero lo intuía. Así pues la población estaba con un cierto aire de pesadumbre, y los soldados polacos empezaban a movilizarse por si las dudas. Eran los últimos días de un verano enrarecido, y aún así se trataba de gozar esos días calurosos.
Para darles un poco de alegría a la gente, la selección decidió tener un amistoso en el Estadio del Ejército Polaco (Stadion Wojska Polskiego), la casa del Legia de Varsovia. ¿Quién sería el rival? Los hermanos al otro lado de los Cárpatos, Hungría. Posteriormente Polonia viajaría a Sofía para medirse con Bulgaria el 6 de septiembre. Pero por ahora había que concentrarse en el partido contra los magiares.
Veamos el pasado de los equipos: la selección polaca tuvo un partido de poder a poder contra Brasil en los octavos de final del mundial del año anterior. La figura del partido había sido Ernest Wilimowski que se despachó con cuatro goles. La mala noticia es que no fueron suficientes para evitar que los brasileños los eliminaran 5-6. La buena es que ese récord solamente fue superado por Oleg Salenko… hasta 1994. ¿Y los húngaros? Eran los flamantes subcampeones tras perder la final en Colombes contra Italia; antes de eso, habían eliminado a la Indias Orientales Neerlandesas (6-0, actual Indonesia), Suiza (2-0) y Suecia (5-1).
Ahora veamos cómo llegaban. A Hungría le estaba pesando esa etiqueta de ser subcampeón. Había cerrado 1938 con una derrota en Ibrox Park ante Escocia (1-3) y 1939 era un año de resultados negativos: dos derrota contra Suiza en Zúrich (3-1), otra derrota ante Países Bajos en Rotterdam (3-2) y tres empates a dos tantos contra Irlanda (doble) y Francia más una derrota en casa contra Italia (1-3). Esto se debía en parte a que ya no estaba su DT Schaffer Alfréd; se había ido a entrenar al Rapid de Bucarest. Y su socio Dietz Károly no estaba pudiendo con el paquete, así que tras la derrota con los italianos fue despedido.
Quien se quedaba a cargo era Ginzery Dénes, antiguo portero con paso por el Budapest TC, Műegyetemi AFC, MTK Budapest y Magyar AC. Hungría había sido lo bastante valiente para hacerle el favor a Polonia por ser aliado de Hitler y Ginzery quiso llamar al mismo equipo que había estado jugando, pero las circunstancias no lo permitieron; Hungría también se preparaba para la guerra y el ejército había llamado a tres miembros de esa selección. Por ello, venía bastante diezmado para enfrentar a los polacos, y aún así era un rival demasiado demandante para sus hermanos.
¿Qué sucedía del lado polaco? Aunque habían caído temprano, Polonia tenía mucho potencial y seguían apostando por ese hombre de batallas llamado Józef Kałuża; después de todo con él habían sido cuartos en los Olímpicos de Berlín 1936 y llegaron al mundial. Tampoco los acompañaban los resultados. Se habían comido dos derrotas escandalosas en Francia (4-0) y Alemania (4-1), una derrota humillante ante Letonia (2-1) y otra sobre la hora en Irlanda (3-2). El resto fueron empates ante Suiza (1-1), Noruega (2-2), Bélgica (3-3) y Yugoslavia (¡4-4!).
Para que se actualizaran y aprendieran a jugar de los mejores, la Federación Polaca de Futbol invitó al escocés Alex James que había ganado cuatro ligas y una FA Cup con el Arsenal. James era una especie de Dennis Bergkamp del periodo entreguerras, por eso estuvo seis semanas de su verano en Varsovia enseñando nuevas tácticas y lideró varias sesiones de entrenamiento. Pero la sospecha de que Polonia entraría en guerra también espantó a James y mejor se regresó al Reino Unido, al fin y al cabo había cumplido con transmitir sus conocimientos. Kałuża y su asistente Marion Spoida apostaban esta vez por un equipo también diferente al que hizo sudar a Brasil.
Venía el partido con los húngaros y ni siquiera el más optimista de los polacos pensaba que les podrían ganar. Se habían enfrentado ocho veces hasta ese partido y todas habían sido derrotas. Pero había que distraerse. El periódico deportivo de Polonia de la época, Przegląd Sportowy, decía: „Bez szans, ale z wolą walki stajemy do rozprawy z drużyną wicemistrzów świata”. («Sin oportunidad, pero con ganas de luchar nos enfrentamos al equipo subcampeón del mundo»). James se fue, pero seguía pendiente de sus pupilos polacos. Justo antes del partido mandó tres telegramas donde les decía que se concentraran en la defensa y que Dios les diera suerte para sacar un empate.
27 de agosto de 1939. 16:30 horas. Estadio del Ejército Polaco, Varsovia. Había 20.000 espectadores, muchos de ellos con uniforme castrense y con máscaras antigás por si el destino se volvía cruel como siempre. Los polacos pueden jugar a sabiendas de que la derrota está garantizada, pero lo ven con buen humor y había expectación; no todos los días se enfrentaban a un equipo subcampeón.
Polonia salía con un 2-3-5 dispuesto por Kałuża. Adolf Kryk (Brygada Częstochowa) estaba en la portería. En la defensa estaba Władysław Szczepaniak (Polonia Warszawa) como capitán y Edmund Giemza (Ruch Chorzów). Como medios jugaban el par del KS Kraków Wilhelm Góra y Edward Jabłoński, más Ewald Dytko, del Dąb Katowice. En la delantera había un debut: Henryk Jaznicki, del Polonia, pero había cuatro silesios: Ewald Cebula (Śląsk Świętochłowice), Leonard Piątek (AKS Chorzów) y Paweł Cyganek (Fablok Chrzanów). El más famoso de Silesia era el héroe de Katowice, Ernest “Ezi” Wilimowski, del Ruch Chorzów.
Por su parte Hungría también tenía un 2-3-5. El equipo estaba confeccionado por los tres primeros lugares de la liga húngara 1938-39: el campeón Újpest, más el Ferencváros y el MTK Hungária. Szikai Ferenc (Újpest) era portero. De defensa jugaba Kis Károly y Bíró Sándor, ambos del MTK. Del mismo equipo era la prominencia de la media, Toray József (capitán) y Dudás János, más Szalay Antal (Újpest). La delantera era más que formidable porque estaban Ádám Sándor (Újpest) y Toldi Géza y Gyetvai László (Ferencváros). Adelante era el verdadero peligro de Hungría: el binomio que tenían Sarosi György (Ferencváros) y Zsengellér Gyula (Újpest), que había sido campeón goleador de la liga con 56 goles en 26 partidos. Sarosi y Zsengeller habían metido cinco anotaciones cada uno en el mundial de Francia, solamente el carioca Leônidas con siete tantos los eclipsó.
El árbitro era el finlandés Esko K. Pekonen y a las 17 horas en punto hizo sonar su silbato. Empezó el partido. El trámite del encuentro era como se esperaba, los magiares en rojo asediando la cabaña de Krzyk y los polacos en blanco resistiendo como podían según las instrucciones de Alex James. La táctica solamente resistió 14 minutos con el gol de Sarosi. A los 30, Zsengellér metía el 2-0. Los polacos veían otra derrota; los húngaros eran como un cielo de estrellas que cegaban a los polacos. Para colmo, Jaznicki salió lesionado al 31’, y entró Stanisław Baran, que tenía constantes actuaciones con el Warszawianka.
Como por arte de magia, Polonia se empezó a conectar y en la siguiente jugada (33’), Ezi Wilimowski logró descontar. 1-2. Nadie podía creer que Polonia había convocado el espíritu de los húsares; atacaban y atacaban. Los rojos de pronto se vieron cercados por una férrea marca blanca. Hungría como pudo llevó el partido hasta el medio tiempo; recibió el silbido de Pekonen con alivio.
Segundo tiempo y la dinámica del partido siguió igual: Hungría replegado atrás, Polonia inspirada. Y el vendaval polaco dio frutos al 64’. Jabłoński le dio un pase a Piątek, quien vio libre a Wilimowski. Un pase a Ezi que resolvió para emparejar el partido.
Hungría no lo podía creer; no sabía ni quién les estaba pasando por encima. Al 74’ llegó una mano de Bíró en el área húngara. Penal para Polonia. ¿Quién lo cobraba? Piątek, que disparó fuerte y raso para vencer a Szikai. 3-2. Y otra diana de Wilimowski certificó la remontada. ¡Polonia 4, Hungría 2! Para matar el partido, Polonia se replegó sin presión cediéndole el balón a Hungría. Todavía Hungría metió un gol… anulado por fuera de juego.
Silbatazo final. Por un momento los polacos se olvidaban de las nubes de guerra y de la situación política que estaba sujeta con pinzas. ¡Habían derrotado al subcampeón del mundo! Para Hungría, era un partido más; para Polonia era el mejor resultado hasta ese entonces. Las palmas eran para Ezi Wilimowski y para Józef Kałuża. Los húngaros obviamente no estaban contentos, pero reconocieron la superioridad polaca.
El general Kazimierz Glabisz, presidente de la Federación Polaca de Futbol, organizó una banquete para ambos equipos, hermanos para el sable y hermanos para el vino. Durante el brindis, Glabisz estaba consciente del presente sombrío y dejó escapar esta frase: «¡Quién sabe si este sea el último partido antes de la guerra!»
Glabisz resultó ser pitoniso. Cinco días después se desató el infierno con la invasión alemana a Polonia. Se canceló el juego contra Bulgaria. Y ni hablamos de los partidos contra Yugoslavia en Belgrado, contra Rumania en Varsovia y contra Finlandia en Helsinki, a finales de septiembre. Esa victoria improbable contra Hungría fue el último juego.
III. fejezet: 1950. Köszönöm szépen, barát (Capítulo III: 1950. Muchas gracias, hermano)
En 1949 comenzaba a hablarse de un equipo de un nuevo estado socialista que imitaba la ferocidad de Josef Stalin. Estamos hablando de la República Popular de Hungría (Magyar Népköztársaság) a cargo de Rákosi Mátyás. Eso fue el producto de empezar la guerra apoyando al Triple Eje y acabar apoyando a los Aliados, liberado por la Unión Soviética. Este equipo entrenado por Sebes Gusztáv ya jugaba con un WM donde todos los jugadores tenían diversos roles para buscar su versatilidad. Aquí ya jugaban Grosics Gyula, Bozsik József, Lórant Gyula, Budai László, Hidegkuti Nándor Kocsis Sándor, Lantos Mihály y un joven veterano de la II Guerra Mundial que aterrorizaba la liga húngara con sus goles, Puskás Ferenc.
Polonia aún seguía sanando sus verdaderas puñaladas infringidas por alemanes y soviéticos y también se veía reducido a un estado tremendamente estalinista, la República Popular de Polonia (Polska Rzeczpospolita Ludowa). El futbol quedó tan tocado que cinco de esos once que vencieron a Hungría se vieron obligados a nacionalizarse alemanes durante la guerra. Ezi Wilimowski, sobre todo, ya era “el traidor” para el nuevo régimen. Eso es parte de la dualidad que tiene la identidad de los silesios, al sur de Polonia (ya hablé de eso).
Hungría había sufrido una derrota bastante reñida contra Austria en Viena el 14 de mayo y su siguiente cita era jugar en Varsovia ante Polonia. Los húngaros ya habían destrozado a los polacos dos veces anteriores: 6-2 en la Copa de los Balcanes de 1948 y 8-2 en un amistoso en Debrecen en 1949. ¿La tercera sería igual?
4 de junio de 1950. Mientras otros países se alistaban para jugar el Mundial en Brasil, Hungría visitaba otra vez el Estadio del Ejército de Polonia para ensañarse con los polacos.
Las formaciones eran así:
Polonia: Stanisław Baran, Antoni Barwiński, Henryk Borucz, Henryk Bożek, Gerard “Gienek” Cieślik,Władysław Gędłek, Mieczysław Gracz, Zdzisław Mordarski, Tadeusz Parpan I (c), Czesław Suszczyk y Teodor Wieczorek. DT: Ryszard Koncewicz
Hungría: Grosics Gyula, Lantos Mihály, Babolcsay György, Börzsei János, Bozsik József, Puskás Ferenc (c), Rakoczi László I, Kocsis Sándor, Sándor Károly y Szilagyi Gyula I. DT: Mándi Gyula (en lo que convencían a Sebes)
El partido solamente tuvo un dueño, Hungría, pero Polonia jugó lo más defensivo posible para no ser tan dolorosamente derrotados. ¡Apenas 5-2! Esto fue ante 60.000 espectadores.
¿Por qué mencionamos este partido aparentemente inocuo? Nadie imaginaría que ese partido sería el primero de una serie de 31 partidos seguidos en los que Hungría quedó invicta. En ese lapso se encargó de ganar medalla de oro en Helsinki, ganar campeonatos del centro de Europa, humillar a Inglaterra en Londres y Budapest, golear a Alemania, ganar un duelo muy sucio con Brasil y destronar a Uruguay. Ese equipo con nombres aparentemente impronunciables fue el equipo de oro (o aranycsapat) que marcó un antes y un después en el futbol. Hungría se convirtió en el mejor equipo de la historia… y la primera piedra de ese castillo fue colocada en Varsovia.
Nasze braterstwo dzisiaj (Nuestra hermandad en la actualidad; polaco)
2007 fue un año inolvidable para las relaciones entre polacos y húngaros. El 12 de marzo en Budapest se aprobó una iniciativa del parlamento que declaraba que el 23 de marzo sería el «día de la amistad polaco-húngara». ¿Quieres saber la votación? Unánime: 324 votos a favor, ni uno en contra ni abstención alguna. Cuatro días después tocó el turno del parlamento de Varsovia. Mismo día, mismo nombre. ¡Aprobado por aclamación! No quedó ahí la cosa: en 2016 ambos parlamentos decidieron que ese año estaría dedicado a esta amistad, conmemorando 60 años de esa revuelta en Poznań que detonó la Revolución Húngara.
La hermandad entre Polonia y Hungría ya ha troleado en más de una ocasión a Bruselas. El más reciente caso fue el mes pasado. La Unión Europea presionó para que ambos dejaran de bloquear el rechazando el mecanismo que vincula el desembolso de ayudas europeas y el respeto al Estado de Derecho porque consideraban que era una imposición de Berlín. Bruselas ya se estaba desesperando porque era solamente verborrea política y nada quedaba en el papel. Fueron semanas de mucha presión de ambos lados; al final tuvieron que ceder. Pero esto es solamente una muestra: ambos países son conocidos por sus políticas antiinmigrantes y en contra de la comunidad LGBT.
La hermandad entre polacos y húngaros se refleja de muchas maneras en la sociedad: antes, los húngaros tenían como rito de iniciación irse de excursión a Polonia, o cada que se encontraban en esos eventos para juventudes socialistas se intercambiaban souvenirs, alcohol, firmas… ¡hasta novias y novios! Ahora hay una mayor difusión de esa hermandad; nunca falta el polaco que comenta videos en YouTube de cualquier cosa que tenga que ver con Hungría. Y claro, la palabra kurwa/kurva los conecta irremediablemente con risa, llanto o rabia. Otra manera es en Eurovisión: ya sea cuando alguno de ellos califica a la final o coinciden en una semifinal, Hungría y Polonia jamás han dejado de enviarse puntos.
¿Cómo se refleja la hermandad entre polacos y húngaros en el futbol? Es verdad que hay una jetatura aún inalcanzable para Polonia: en 33 juegos, solamente han ganado ocho encuentros por 20 de Hungría más cinco empates, pero atención a este dato: desde la caída del socialismo en 1989 han sido cuatro victorias polacas, dos empates y solamente han ganado una vez los magiares. Sorprendentemente en el futbol de clubes solamente se han topado una vez en campeonatos europeos: fue en la Europa League 2015-16, y el Videoton húngaro quedó eliminado en el playoff contra el Lech Poznań con un global de 4-0.
Ahora bien, este año se disputará la Eurocopa que la pandemia por CoVID-19 y Hungría y Polonia han calificado a fase de grupos. Polonia está en el grupo E con España, Suecia y Eslovaquia, mientras que Hungría quedó en el F, donde jugará de local contra Francia y Portugal y se medirá a Alemania en el AllianzArena. Hay dos posibilidades de que ambos se enfrenten en cuartos de final, asumiendo que ambos ganan sus partidos de octavos: o bien Polonia termina de líder y Hungría queda en segundo (partido en San Petersburgo), o viceversa (partido en Roma). En caso contrario, sería hasta semifinales.
Y si esto no es suficiente, recordemos que Hungría ascendió a la división A de la UEFA Nations League, y ahí está Polonia. Por haber estado en la división B, Hungría ocuparía el último bombo, mientras que Polonia está en el 3. Dicho esto, hay un 25% de posibilidades de que compartan grupos para 2022.
En fin, Hungría y Polonia parecen las dos serpientes de un bastón de Esculapio, que se enredan y van entrelazándose más de una vez. Es una hermandad de mil años que ha soportado intrigas medievales, invasiones otomanas y aniquilaciones y está a prueba de traiciones para quedar bien con las condiciones temporales. Hungría y Polonia tienen un tesoro incalculable y así seguirá por los siglos de los siglos.
Y si aún así alguien se atreve a ponerlo en duda, escuchemos a un revolucionario polaco del siglo XIX, Stanisław Worcell:
„Węgry i Polska to dwa wiekuiste dęby, każdy z nich wystrzelił pniem osobnym i odrębnym, ale ich korzenie, szeroko rozłożone pod powierzchnią ziemi, i splątały się, i zrastały niewidocznie. Stąd byt i czerstwość jednego jest drugiemu warunkiem życia i zdrowia.”
«Hungría y Polonia son dos robles imperecederos que crecen en troncos separados, pero cuyas raíces están entrelazadas. Así, la existencia y fuerza de una es una condición para la vida y la salud de la otra».
Muchas gracias, Alfredo. Eres un crack. Se ve que te divertiste escribiendo este texto. Recuerda que Editorial Puskás es tu casa y es un honor haberte tenido.
Fuentes
Woods, John. Why exactly are the Hungarians and the Poles good friends?. Daily Hungarian. 30 de abril de 2019
Elentir. Polonia no está sola ante Bruselas: una Nación hace honor a sus antiguos lazos de hermandad. 23 de diciembre de 2017
Ruiz de la Serna, Ricardo. La amistad húngaro-polaca. El Imparcial. 24 de marzo de 2019
Hargitai, Quinn. Two countries as close as brothers. BBC Travel. 13 de febrero de 2017
Hungary Today. “Friends Forever”- March 23rd, the Day of Hungarian-Polish Friendship. 23 de marzo de 2020
Polska Agencja Prasowa. Polish-Hungarian friendship has lasted over 1,000 years – PM. 15 de marzo de 2019
Bukowczyk, John J. Polish Americans and Their History: Community, Culture, and Politics. University of Pittsburgh Press: 1996
Przegląd Sportowy. Bez szans, ale z wolą walki. 24 de agosto de 1939
Lagunas, Aitor. Varsovia, 1939: El último partido. Panenka. Fecha desconocida
Węgłowski, Adam. Rocznica miesiąca – 27 sierpnia 1939. Przekrój. Fecha desconocida
Poland In. Football history: last Poland’s match before WWII. 27 de agosto de 2020
11v11
Kurier. Hogyan tanították nekünk a magyarok a futballt. 24 de febrero de 2020
Alarcón, Nacho. La UE presiona a Hungría y Polonia para que levanten su veto antes de la cumbre. El Confidencial. 7 de diciembre de 2020
Easy Polish. «Kurwa» w języku polskim. / «Kurwa» in Polish language. YouTube. 4 de diciembre de 2012
Base de datos del Festival de la Canción de Eurovisión
Radio Vaticana. Az igazi szabadságért – Pawel Cebula minorita gondolatai március 15-ről és a lengyel-magyar barátságról. Magyar Kúrír. 17 de marzo de 2012
Ya van dos episodios donde tocamos la II Guerra Mundial; ¿habrá alguno que tenga que ver con lo que pasó antes de la I Guerra Mundial? Sí. En los Juegos Olímpicos de 1908, Países Bajos ganó la medalla de bronce. Un jugador miembro de ese equipo olímpico era el defensa Louis Otten. Años después fue a Indonesia y logró desarrollar una vacuna que acabó con una enfermedad que llevaba siglos causando estragos, la peste bubónica. Te traigo esta historia la siguiente semana.
Recomendación musical 2
Siguiendo con el tenor del videojuego Civilization, ahí se encuentra también Hungría. Para llevar a la Natio Hungarica a dominar el mundo debes jugar con Matías Corvino (Hunyadi Mátyás / Matthias Corvinus). Este monarca reinó en el siglo XV, y entre otras cosas, creó uno de los ejércitos profesionales pioneros en la Edad Media, el Ejército Negro (Fekete sereg); también llevó el renacimiento al fungir de mecenas en arte, cultura y ciencia. La campaña de Matías Corvino usa como su tema musical que en realidad son dos melodías tradicionales enlazadas: Hej Dunáról fúj a szél (Oye, el viento sopla desde el Danubio) más Cinege, cinege.
Recapitulemos
Polonia y Hungría tienen una hermandad que data desde el siglo X. Muchos monarcas húngaros han gobernado Polonia y reyes polacos han dictado los destinos de Hungría. Ha habido muchos episodios donde se han ayudado, como el regimiento polaco de húsares en el sitio de Viena. En el siglo XX, Hungría acogió a 100 mil refugiados polacos, y cuando la URSS invadió Hungría en 1956, miles de polacos donaron sangre y víveres. Esta hermandad también se ha visto en el futbol:
- 1921: La selección de Polonia tuvo el primer partido de su historia ante Hungría.
- 1939: Polonia sorpresivamente derrotó 4-2 a Hungría (subcampeona del mundo), fue el último partido porque se jugó días antes de que empezara la II Guerra Mundial.
- 1950: Hungría derrotó a Polonia, y ese fue el inicio de la racha de 31 partidos invicto (cuatro años) de la selección húngara que acabó con el milagro de Berna en Suiza
Nos vemos la siguiente. Na razie! / Viszlát!