En la última fecha de la fase de grupos, Inglaterra venció con solvencia a una Gales endeble y con pocos argumentos para hacer daño a su rival, que además acusó serias bajas como la de Gareth Bale al descanso. A los de Gareth Southgate le plantearon un partido eminentemente inglés, competido y con duelos por doquier: sorprendentemente, vencieron los ingleses. Y qué forma de hacerlo: siendo agresivos desde el primero hasta el último minuto, generosos en esfuerzos, con ambición y sin olvidar lo importante que puede llegar a ser un derbi británico como este.
Como ocurriera en el estreno mundialista, Gales partió de un 4-2-3-1 con una clara propuesta por el juego directo, manifestándose compactos con y sin balón, transformándose en repliegue en un 4-4-2 o 4-4-1-1 con Ramsey de enganche y Kieffer Moore de referencia. En el caso de Inglaterra, varió Southgate de nombres y de dibujo, pasando a un 4-3-3 con Bellingham y Henderson en los interiores. Además, así como en el estreno mundialista el tridente ofensivo tenía bastante libertad posicional para aparecer y desaparecer de los carriles exteriores, en este partido Rahsford (izquierda) y Foden (derecha) quedaron más pinchados por fuera para recibir y encarar a través de sus diagonales y recortes interiores.
En general, y como no podía ser de otra forma, Inglaterra llevó las riendas del partido a través del cuero ante un bloque galés que no se hundía en exceso. Los laterales solían quedar casi siempre bajos, sobre todo en el lado de balón, con el extremo abierto y movimientos hacia dentro con balón, aunque realmente el equipo consiguió hilar secuencias de ataque con peligro cuando el balón llegaba a Harry Kane: su juego de espaldas, su capacidad para descargar, para fijar al central rival y para ejecutar movimientos como referencia fueron fuentes de ventaja constante para los suyos. La primera ocasión del partido, sin ir más lejos, la genera él mismo.
Durante el primer tiempo, y sin conceder ni una sola ocasión en 45′, Inglaterra fue ampliamente superior a su rival, sobre todo gracias a relaciones cortas desde la frontal que terminaron todos en fallos pese a alcanzar la zona de tres cuartos. El marcador no se estrenaría hasta el segundo tiempo, cuando en el 50′ se adelantarían los de Southgate con un tanto de Marcus Rashford en una falta directa desde la frontal. Para peor fortuna para Gales, en el descanso, Gareth Bale tendría que ser sustituido por una lesión en los últimos minutos del primer tiempo. Sin su estrella, por debajo en el marcador y con la necesidad de vencer para tener aspiraciones a mantenerse en la Copa del Mundo.
Ese tanto galés nunca llegó. La penitencia fue doble: después del primer tanto de Rashford, el segundo llegaría un solo minuto después con Foden llegando a segundo palo por izquierda después de una recuperación en campo contrario sobre una salida rival. Inglaterra daría entrada entonces a Alexander-Arnold, Callum Wilson y Kalvin Phillis, siendo un equipo todavía agresivo con y sin balón, buscando finiquitar el encuentro. Finalmente, en el 68′, Marcus Rashford firmaría el segundo tanto en su cuenta particular y el tercero para su combinado. Gales, por su parte, sumaría tantos lesionados como tantos en contra: Gareth Bale primero, Ben Davies después y finalmente Joe Allen. Con el silbato final, Inglaterra quedaría primera de grupo con 7 puntos, y Gales colista con uno solo.