Un buen trabajo se merece una buena recompensa. Y la federación danesa de fútbol lleva muchos años haciendo las cosas por encima de la media. Su liga se ha convertido en una de las mayores fuentes de talentos del continente, el trabajo en categorías formativas es bueno (no hay más que ver los resultados recientes en el Europeo sub 21) y la selección absoluta lleva años creciendo sobre un modelo y una base de jugadores. Cuando la preparación es tan buena, se es capaz de sobrevivir a dos varapalos tremendos como fueron el incidente de Eriksen y empezar con 0/6 pese a jugar bien. Los daneses no solo han retomado el rumbo, sino que lo han hecho mejor que nunca y se plantan en cuartos de final con muchas cosas que decir. Gloria a Kasper Hjulmand, el arquitecto de tan magna obra.
Y es que, poniendo en contexto lo que fue el partido, el inicio perteneció a Gales. Dinamarca salió con su línea de tres centrales habitual en los últimos partidos y esto favoreció las marcas en presión rival. Moore, James y Bale emparejaban con los tres centrales, Morrell se imponía en todos los balones divididos y la selección danesa se encontró más incómoda que en prácticamente todo el torneo. Además, en ataque, Gales encontraba a Gareth Bale con facilidad en los costados del doble pivote rival y la estrella galesa estaba respondiendo al escenario. Todo iba muy favorable para los de Robert Page… hasta que Hjulmand corrigió.
«El paso de Andreas Christensen al mediocentro cambió el rumbo del partido»
Del 5-2-3 inicial a 4-3-3. Andreas Christensen, en un puesto que no es del todo desconocido para él, se ubicó de mediocentro. Además, Hojbjerg funcionaba como un interior de base o incluso lateralizando su posición mientras que Delaney fijaba en zonas intermedias. Todo esto desordenó las referencias sin balón de Gales, que de pronto vio como ya no robaba, se iba hundiendo en su campo pues el rival le giraba y además Bale perdió su impacto en el partido, pues con Christensen como mediocentro los espacios que él estaba aprovechando desaparecieron.
De todos modos, si hay que poner el foco en unos jugadores, son los de la banda izquierda danesa: Joakim Maehle y Mikkel Damsgaard. En muchas ocasiones se vio como Bale saltaba sobre Vestergaard en presión, dejando desprotegido al lateral de su lado (Maehle). Entonces, era Connor Roberts quien se tenía que hacer cargo de él, pero el salto de lateral a lateral era muy largo y acostumbraba a llegar tarde, dando unos segundos al rival. Maehle aprovechó esto para aniquilar el partido, dejando ver una capacidad asociativa que no se le tenía asociada. Encontrando a Damsgaard en zonas intermedias, como en la acción del primer gol, Dinamarca encontró una grieta que no iba a parar de perforar.
«Hjulmand siguió dando soluciones a los suyos en la segunda parte. Page acabó desdibujado»
Siendo evidentes los problemas que se estaba encontrando Gales para contener al rival, Page tan solo hizo una modificación en el descanso: Bale y James se cambiaron las bandas. Con esto, Gareth tenía más fácil participar, pues muchas veces esperaba abierto con Ben Davies como lateral bajo, y es obvio que recibir por fuera es más sencillo que hacerlo por dentro, pero también que el daño que se hace desde ahí es menor. Gales nunca estuvo cerca del gol ni, por tanto, de la remontada.
Hjulmand sí siguió ofreciendo soluciones a los suyos. Con ventaja en el marcador y enfrentando tramos prolongados de defensa posicional, devolvió a Christensen a su puesto de central de cara a proteger mejor el área ante el empuje exterior del contrario. 5-3-2 con Norgaard de mediocentro, Hojbjerg y Jensen de interiores que estuvieron muy bien basculando el bloque y no dejando nunca superioridades numéricas a Gales. Además, Hjulmand dio entrada a Cornelius que, junto a Braithwaite, se encargaron de dar muchas salidas a los suyos ya fuese descargando juego directo o amenazando a campo abierto. Los de Page nunca lograron embotellar al rival en su área.
Joe Allen fue quien más soluciones ofreció a los suyos, sumando asociativamente y aportando calma cuando el escenario llevaba al frenesí, pero no fue suficiente. Gareth Bale esta vez no pudo replicar lo ocurrido en Francia hace cinco veranos y abandona el torneo. La generación dorada galesa se apaga. La danesa está solo comenzando.