En este juego, igual de importante es conseguir una ventaja en el marcador como saber gestionarla una vez la tienes. En su debut mundialista, Estados Unidos realizó de forma sobresaliente la primera parte, pero se olvidó por completo de la segunda. Gales, con menos ambición pero más paciencia, supo esperar su oportunidad y aguar la fiesta a los americanos. La Copa del Mundo también tiene enseñanzas para los más jóvenes. Y esta ‘Baby USA’ seguro que toma nota de ello para los siguientes encuentros.
No por el resultado final se puede obviar la superioridad de Estados Unidos en los primeros 45 minutos de partido. Los pupilos por Gregg Berhalter estuvieron comodísimos en el campo a pesar de enfrentar un contexto de partido que les suele costar (llevar la iniciativa ante un rival replegado en su campo). Con balón, mostraron buenas intenciones para desarbolar el 5-3-2 que plantó Robert Page. Por izquierda, Yunus Musah lateralizaba su posición para organizar, Robinson daba la amplitud y Christian Pulisic caía por zonas interiores. Y por derecha, Dest se mantenía bajo, McKennie aportaba movilidad por dentro y por fuera, y Tim Weah se mantenía como un elemento más fijo en banda (para atacar la profundidad junto a Josh Sargent). Fue por ese lado derecho que Estados Unidos entendió mejor cómo atacar el bloque de Gales, que defendía compacto pero dejaba espacio entre la línea defensiva y Wayne Hennessy. Weah, además de llevarse los ‘flashes’ por ser el jugador que abrió la lata, con sus picadas al espacio, fue el mayor argumento norteamericano para hacer daño a Gales en el primer tramo del partido.
Con la selección galesa más replegada que en los primeros minutos, a Estados Unidos le costó mucho más generar ocasiones de gol. Ahora bien, el dominio del juego que tuvo fue aun mayor. Con Gales tan hundida en el campo, Estados Unidos recuperaba el balón muy rápido (no en una posición alta, pero sí inmediatamente después de perderlo) y así podía seguir atacando en campo contrario. En este aspecto, los dos centrales americanos tuvieron mucho que ver. Walker Zimmerman y Tim Rean anularon completamente a Gareth Bale y Daniel James, dominándoles en todas las acciones (especialmente en juego aéreo), y dejaron a Gales sin opciones para contraatacar. La otra cara de la moneda fueron los tres centrales galeses (Mempham, Rodon y Davies), que no solo rifaban el balón cada vez que notaban cierta presión (Estados Unidos emparejaba a los tres delanteros con ellos en la presión), sino que sufrieron mucho cuando sus referencias les hacían salir de zona (Rodon en el 0-1 fue un claro ejemplo).
En el descanso, Robert Page entendió que necesitaba ajustar cosas y dio entrada a Kieffer Moore por Daniel James. Con Moore, Gales pasó a jugar aun más directo, con el importante matiz de que ahora sí tenía a una referencia capaz de ganar duelos aéreos y competir ante Zimmerman y Ream. Esto, sumado a que Estados Unidos dejó de presionar alto y adoptó una postura más pasiva tras el descanso, hizo que poco a poco Gales fuese sumando aproximaciones al arco rival, forzando acciones a balón parado y, lo más importante, ganando confianza. Con balón, Connor Roberts y Neco Williams dejaron de ser laterales y tomaron más altura, siendo muchas veces los hombres por los cuales Gales llegaba a tres cuartos con opciones de centro al área (donde esperaba la amenaza de Moore). Con la afición galesa empujando a su equipo y Estados Unidos notando el miedo escénico, Gales podría perfectamente haber marcado en este tramo de partido, pero Matt Turner salvó a su equipo en el peor momento del encuentro.
Berhalter intentó igualar fuerzas desde los cambios, y con la entrada de Brenden Aaronson por McKennie lo consiguió. Pasado el mal trago, con el jugador del Leeds United sobre el campo Estados Unidos pudo subir la altura de la presión, algo que no había hecho en todo el segundo tiempo, y disponer de otra marcha con balón. De esta manera, los americanos se sacudieron el agobio y el partido pasó de jugarse en su mitad de campo a hacerlo de área a área, con mucho descontrol debido al cansancio de ambos equipos. En esto también contribuyó la entrada de Brennan Johnson por Neco Williams en Gales, sumando piernas para correr y aprovechar espacios. Al final, cuando parecía que Estados Unidos iba a sentenciar el partido en una transición, un error grosero de Walker Zimmerman lo cambió todo. El central norteamericano cometió penalti sobre Bale en una jugada aislada y el galés, que apenas había aparecido, no falló y se llevó la imagen de la noche. Una fotografía de un valor incalculable. El primer gol de Gales en un Mundial tras 64 años de ausencia.