No hay peor rival en una cancha que el miedo. Ese jugador que no corre, no forcejea, no anota goles, pero que siempre condiciona más que cualquier otro aspecto táctico, técnico o físico. Sin confianza no hay goles. Esta historia le ocurrió esta vez a Ghana, que se reencontró con los fantasmas del pasado, en un guion escrito para hacer daño: penaltis fallados, un Luis Suárez motivado y, para colmo, la eliminación de una Copa del Mundo. Pero, a su manera, pudo consumar la venganza: gracias a la victoria de Corea del Sur contra Portugal, Uruguay también quedaría fuera de la Copa del Mundo. El desenlace más macabro: un partido donde hubo un vencedor, pero nada que celebrar.
De inicio, y siendo consecuentes con la final que se disputaba en el Al Janoub Stadium (a Ghana le valía el empate; a Uruguay, solo la victoria), ambas selecciones se contrapusieron en los ritmos: los de Otto Addo aprovecharon cada balón parado para bajarle pulsaciones al encuentro, mientras que los de Diego Alonso reclamaron más velocidad en el juego. Se la dio, en todo caso, el cuadro africano cada vez que sobrepasaba el centro del campo rival: así llegó, con un Mohamed Kudus inspiradísimo, la acción del penalti en el 17′. Rochet extiende brazos, Kudus es inteligente en la caída, y el árbitro termina señalando la pena máxima. Penalti para Ghana.
Ghana se encontraría, en los primeros 20′ de partido, jugando contra sus propios fantasmas. Contra Uruguay, en una “final” mundialista, ante un Luis Suárez con ganas de bailar, pudiendo anotar nuevamente de penalti. Lo lanzaría André Ayew, que en Sudáfrica apenas era un joven de 20 años. Carrerilla, rostro serio, Rochet explicándole cómo lo iba a parar. Silencio tenso en el estadio, algunos pitidos. Carrera lenta, pasos cortos… Y paró. Ghana ante un destino que se repite una y otra vez. Cámaras enfocando a Luis Suárez. Fue él, y nadie más, quien eliminó a los africanos en los cuartos de final de una Copa del Mundo. Quien los había privado de un sueño. Lo iba a volver a hacer.
Desde el penalti, Uruguay estaría dentro del partido, si es que no lo estaba antes. Ahora lo estaba mucho más. Cada duelo en el que intervenía Darwin Núñez se saldaba con victoria para los charrúas. Un mano a mano con el portero en el 23′ salvado milagrosamente por la defensa ghanesa tan solo demoraría un poco más la agonía. Sería tan solo dos minutos después, con Suárez rematando a placer y De Arrascaeta apareciendo para el rechace, que a Ghana se le presentarían todos los fantasmas que se le podían aparecer en esta tarde. Los africanos estaban fuera del Mundial… A manos de su verdugo habitual.
No tardaría en llegar el segundo tanto del partido, también a manos de De Arrascaeta, también para Uruguay. 2-0. Todo perdido para los africanos. No habría venganza, al menos de la forma esperada. Ghana estaba totalmente grogui. Tendidos en la lona, sin capacidad de reacción. Ni siquiera el descanso sirvió para conectar con el partido. La pareja de centrales siguió haciendo aguas por todos los costados, Pellistri se había apuntado a la fiesta ofensiva de Uruguay (tanto él como Suárez, Darwin y De Arrascaeta fueron diferenciales) y en el segundo tiempo los de Alonso pudieron hacer todavía más sangre: un penalti que finalmente no fue, un gol anulado, y la sensación de peligro constante cada vez que pisaban zona de tres cuartos. El destino, caprichoso siempre, quiso que Corea del Sur venciera a Portugal. Uruguay, por goal average, estaba fuera. Y lo está. Nada entró, y la imagen de Luis Suárez no sirvió esta vez para salvar a los suyos.