Es extraño empezar el análisis de un partido que acabó con una diferencia de tres goles, refiriéndome a que el equipo que ganó estuvo a punto de colapsar, pero las sensaciones eran exactamente esas en el Puskas Arena a falta de escasos minutos para el final, cuando el marcador reflejaba un empate a cero y la sensación era que los húngaros estaban mucho más cerca del gol. Llevados en volandas por una hinchada que llenó el estadio, Hungría puso contra las cuerdas a una de las favoritas al título aunque finalmente se quedó con la miel en los labios.
En un escenario donde de antemano se sabía que tendrían que llevar la iniciativa, Fernando Santos optó por un doble pivote de poco dinamismo con balón, formado por Danilo Pereira y William Carvalho, y prescindió de la creatividad de Joao Félix en campo rival. Hungría, como era de esperar, salió con una postura pasiva en 5-3-2, esperando en campo propio y obligando al rival a llevar la iniciativa.
Portugal planteó medidas interesantes como la salida con William Carvalho lateralizado, pero ante el colapso del carril central por parte del mediocampo húngaro, los lusos tuvieron que atacar siempre por fuera durante la primera mitad. En un primer tramo, por izquierda con Raphael Guerreiro asumiendo mucho peso, llegando hasta línea de fondo y dejando recursos asociativos de nivel. Pasado el ecuador del primer tiempo, el protagonismo pasó a ser de Bernardo Silva, que a partir de sus conducciones desestabilizó el bloque rival y dio opciones a los suyos.
Hungría resistió, con Gulacsi dejando buenas intervenciones bajo palos, un sólido Willi Orban protegiendo el área, y Attila Szalai saliendo de zona y anticipando (también dejó desplazamientos largos en diagonal de buen nivel). Con el paso de los minutos, la ansiedad empezó a entrar en juego para Portugal, que pasó a atacar de manera más precipitada y por tanto a defender peor. Es en este contexto, donde los nombres de Adam Szalai participando en apoyo y Roland Sallai dando salidas con conducciones cobran un valor añadido, pues ofrecieron salidas a los suyos y estuvieron a punto de darles la victoria.
Rafa Silva dotó de hiperactividad a Portugal desde su entrada, con lo bueno y lo malo que eso conlleva, y los de Fernando Santos acabaron encontrando el gol en un disparo desviado de Guerreiro desde la frontal, antes de que Cristiano redondease el día para ellos. Sin embargo, deberían existir motivos de preocupación en un equipo que se mostró carente de creatividad y con pocos argumentos ofensivos, aunque resistió cuando se asomó al abismo, tal como hizo tantas veces en la Eurocopa que ganaron hace ya cinco años.
