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130 años después de la comercialización de la Coca-Cola, seguimos buscando la famosa fórmula de la bebida azucarada gaseosa más famosa del mundo. Pepsi, Postobón, Freeway Cola, Inca Kola, Mecca Cola, Cola Turka, Manaos, Zam Zam Cola, Tornicol… así nos podríamos tirar todo el día. La tecnología avanza y cada vez estamos más cerca de encontrar por completo la clave de su éxito, pero, hasta entonces, a los comercios no les queda otra que comprar el producto, porque les resulta imposible fabricar uno a su altura. Con el RB Salzburg estamos vislumbrando algo parecido a lo largo del último lustro; porque nadie sabe cómo, pero todo el mundo da por hecho que si al hegemónico club de la cuidad que vio nacer a Mozart le arrebatan a su mejor atacante, ellos levantan una piedra y te sacan otro que tenga poco o nada que envidiar. Y aunque allí sean más de Red Bull que de Coca-Cola, si bien la marca estadounidense creó variantes como Zero, Light, Cherry o Coffee, la austriaca también diseñó distintas variantes de artilleros. Actualmente Benjamin Šeško es el gigante que ha sucedido a Erling-Braut Haaland, mientras que el que ha hecho lo propio con el zambiano Patson Daka ha sido Karim Adeyemi (2002), quien representa la versión Max, con un extra de cafeína. O, en este caso, de taurina, más bien. Un hiperactivo agitador, con más veneno que saliva.

Desde el día 1 que se presentó a Europa, había pocas dudas con su figura. Era diferencial, que de esos hay “muchos”. Pero también era diferente, que de esos no hay tantos. Lo hizo liderando en Youth League a la generación que ya se ha asentado en el primer equipo y que se está convirtiendo en la gran revelación de la Champions 21/22. En ambas épocas, acompañado por los Adamu (2001), Seiwald (2001), Sučić (2002) o el propio Šeško (2003); y entrenado por Frank Frank Kramer (Arminia Bielefeld), Bo Svensson (Mainz 05) o su actual técnico en el primer equipo del RB Salzburg, Matthias Jaissle. Ha tenido de quien aprender y tiene la suerte de que uno de sus mentores es quien ahora le da libertad para brillar.

En aquella Champions juvenil, donde marcó 3 goles y repartió 5 asistencias en 9 partidos, alcanzando las semifinales ante el a la postre Real Madrid campeón de la mano de Raúl González, ya era uno de los mayores torbellinos de un torneo que compartió con atacantes de la talla de Gouiri (OGC Nice), Cherki (Olympique Lyonnais), Gonçalo Ramos (Benfica), Fabio Vieira (FC Porto), Zirkzee (Anderlecht), Konrad de la Fuente (Olympique Marseille), Kalimuendo (RC Lens), Gio Reyna (BVB), Moukoko (BVB), Curtis Jones (FC Liverpool) o Harvey Elliott (FC Liverpool). ¿Que, qué le faltaba entonces? Algo que también se vio en el Europeo U21 donde su Alemania se colgó el oro este verano: un punto de pausa, toma de decisiones mejorable en los últimos metros, mayor acierto de cara a puerta y, lo más complejo e importante, replicarlo en la más pura élite. Dicho y hecho.

Dicho y hecho, porque su explosividad y desborde aprovechando un tren inferior privilegiado está siendo más determinante que nunca en esta Copa de Europa, en la temporada donde parece estar rompiendo a nivel goleador, promediando uno cada poco más de 80 minutos, tanto en Champions como en la Tipico Bundesliga austriaca. Y todo ello sin ser un “9” puro, sino más bien un segunda punta con libertad para moverse por todo el frente del ataque, caer a bandas y martirizar a su par con las ventajas que le genera un sistema y modelo de juego donde la anarquía no es un problema, sino su mayor virtud. Pisa e intimida desde todos los carriles. Por ese factor conviene ser cautelosos con él, porque siendo un talento ofensivo sin igual, hay que tratarlo como tal.

No es un futbolista que haya crecido encasillado referenciando centrales o pegado a la línea de cal, aunque puede que sea el futbolista con mayor facilidad del continente para encontrar la línea de fondo y poner el pase de la muerte. Siendo zurdo, lo hace tanto en el flanco diestro como en el izquierdo, maneja ambos perfiles. De hecho, esa jugada que no abunda en la actualidad, tiene muchas papeletas de ser su favorita. Y una de las que mejor ejecuta, si no la que más. Sabes que te la va a hacer. Y, aun así, te la hace. Porque tiene un cambio de ritmo endiablado, recursos técnicos en espacios reducidos y una flexibilidad corporal para proteger la pelota que no es común a su edad. Si le metes el pie, tienes un problema, porque rara vez vas a encontrar balón. No es casualidad que en tres jornadas de Champions haya provocado cuatro penaltis.

Esa es la carta de presentación de un atacante que no para de saltarse etapas, porque disputó dicha Youth League siendo un año o dos menor que el resto, y el propio Europeo U21 con cuatro menos que algunos de los allí presentes. A sus 19 primaveras, comienza ya a convertirse en un habitual de las convocatorias de los mayores, en toda una Alemania. Y, a nivel de clubes, le ha costado poco asentarse como titular y ser la actual cabeza de proyecto del gigante austriaco. En Salzburgo es titular indiscutible, pero en las ventanas de selecciones ha sido y es un revulsivo, papel desde el que también ha demostrado que su mera presencia condiciona partidos. Tanto en la U21 de Stefan Kuntz (actual seleccionador de Turquía), como en la absoluta de `Hansi´ Flick, ha tenido mayoritariamente ese rol de agitador en minutos finales. Lo que ocurre es que, mayoritariamente, ingresó en escenarios de marcador favorable; demostrando que con espacios por los que transitar y sacar a relucir su punta de velocidad, cambio de ritmo y dirección, es un demonio de mucho cuidado; aunque en el mano a mano con el meta u otras situaciones manifiestas, no sea ni mucho menos infalible.

«En invierno teníamos pequeños torneos cerrados donde podía mostrarme (en los campos de tierra de Forstenried), y los ojeadores del Bayern estaban presentes. Se comunicaron con mis padres y me ofrecieron una prueba. Como soy de Múnich y el Bayern es el mejor club de la ciudad y era mi club favorito, estaba muy feliz. Mi ídolo siempre fue Arjen Robben. La forma en que llegó y sus golpeos precisos a portería me impresionaron.”

Karim Adeyemi en una entrevista con Goal.

En lo personal, cabe destacar que su árbol genealógico y trayectoria es bastante rocambolesca. Karim-David, porque así se llama, nació en Múnich, pero desciende de padre nigeriano y madre rumana. Tras dar sus primeros pasos en el TSV Forstenried, nuestro protagonista cayó en la red de ojeadores del Bayern München con solo siete años, pero apenas duró un par de cursos por su mal comportamiento, según declaró Manfred Schwabl, un ex centrocampista del propio Bayern que lleva una década siendo el presidente del SpVgg Unterhaching.

Antes de recalar en la superpotencia austriaca, dicha entidad le dio otra oportunidad a aquel niño que no consiguió triunfar en el hegemónico equipo de su ciudad. Y no solo eso, también contrató a sus propios padres para trabajar en las instalaciones del club. Allí creció, maduró y echó raíces hasta tal punto de rechazar una suculenta oferta del Chelsea. El mismo Adeyemi reconoció que desde pequeño era muy inquieto y rebelde en el colegio –algo que ahora replica en un terreno de juego–, uno de esos alumnos que culpan al profesorado de sus problemas estudiantiles, agregó. Para lo bueno y para lo malo, así es Karim Adeyemi, un insurgente delantero que igual te hace streams en Twitch junto a Noah Okafor –su habitual socio en la punta de ataque del RB Salzburg­– mientras ambos juegan al Fifa y comen Kinder Snak Bals, como te siembra el pánico dentro del bullicioso libreto de los Toros Rojos.

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Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

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