El fútbol es un deporte maravilloso porque a través de la pizarra se pueden reducir las distancias entre grandes y pequeños. Un claro ejemplo de ello fue el Inglaterra – Estados Unidos. Gregg Berhalter, técnico de Estados Unidos, cambió la estructura defensiva que lleva usando durante todo el proceso hasta Qatar para enfrentarse a los ingleses. Una decisión que a priori parecía arriesgada, pero que acabó teniendo todo el sentido del mundo. Estados Unidos sorprendió a Inglaterra y le compitió de igual a igual pese a la diferencia de nivel entre ambas, consiguiendo un empate (0-0) que les deja con opciones de pasar a octavos si ganan a Irán en el último partido del grupo. Por su parte, las tablas dejan a Inglaterra dependiendo de si misma para ser primera.
Como decimos, Estados Unidos cambió de estructura (sin balón) para adaptarse a Inglaterra. Los norteamericanos dejaron de lado el 4-3-3 habitual y se organizaron en 4-4-2, con Haji Wright (la novedad en el ’11’) y Tim Weah en punta; McKennie y Pulisic en las bandas; y Musah y Adams en el doble pivote. En esas, la intención de Estados Unidos consistió en proteger el carril central, usando a Weah y Wright para bloquear la conexión de Maguire y Stones con Declan Rice (priorizando no ser superados), y tener igualdad por fuera, pudiendo emparejar a extremos con laterales. De esta forma, Inglaterra tuvo muchas dificultades para construir juego por abajo y apenas encontró rutas para instalarse en campo rival. Puesto que tampoco arriesgaron en primera línea (Maguire y Stones no daban ventajas), el plan de Estados Unidos no obtuvo recompensa en forma de robos y transiciones. Eso sí, consiguieron mantener el bloque bastante alto durante todo el primer tiempo y concedieron pocos remates tratándose de Inglaterra.
A pesar de las dificultades que se encontraron al construir, los ingleses no movieron ficha. Southgate siguió con los laterales bajos, Declan Rice por delante de centrales, Belingham bastante alto y Mount cayendo a zona de interior. Bajar a un jugador más para generar una superioridad mayor en primera línia quizás hubiese sido una buena idea para progresar, pues Inglaterra se encontró inconexa en muchos momentos del primer tiempo. Las únicas buenas jugadas de los ‘three lions’ llegaron de forma aislada, fruto de la inmensa calidad que disponen de tres cuartos hacia adelante. Bukayo Saka y Jude Belingham formaron la sociedad más prolífera en este sentido. El del Arsenal, el inglés más fino en el primer tiempo, atraía atenciones desde su recepción abierta y Belingham aprovechaba el espacio para profundizar. Con muy poco, Inglaterra generó ocasiones, pero por fortuna para Estados Unidos Matt Turner estuvo a un gran nivel bajo palos.
Las dificultades para Inglaterra no fueron solo con balón, también sin él. Los ingleses buscaron presionar alto la salida norteamericana, pero fueron superados cada vez que lo intentaron. Primero, probaron orientar la salida hacia la derecha, con Kane y Saka sobre centrales y Mason Mount sobre Tyler Adams, pero Estados Unidos encontró una vía por banda izquierda con Antonee Robisnon para salir. Al ver que no funcionó, intentaron presionar en un bloque más medio, con extremos vigilando a laterales y Mount saltando sobre Zimmerman, pero tampoco encontraron lo que buscaban. Por otra parte, Estados Unidos estuvo muy bien con balón. Teniendo paciencia y buscando siempre la mejor opción para llegar al hombre libre, haciendo que Inglaterra llegase a destiempo cada vez que quería robar. Por el escenario y el rival, es muy meritorio lo que consiguieron.
La segunda parte no fue más que una continuación de la primera, con el matiz de que los dos equipos fueron más conservadores dada la situación del grupo. Estados Unidos asumió el peso del partido, atacando en campo contrario con una actitud muy activa para imponerse en la transición defensiva (partidazo sin balón de Tyler Adams, ganando segundos balones y realizando coberturas). Por su parte, Inlgaterra no saltó tan desesperadamente a la presión y adoptó una postura más pasiva, la cual se acentuó con el paso del tiempo y con los primeros cambios de Southgate (Belingham por Henderson y Grealish por Sterling). El empate dejaba a Inglaterra dependiendo de sí misma ante Gales para ser primera y elloinevitablemente pesó en las cabezas de los jugadores. Al final, los cambios de Berhalter tampoco tuvieron el efecto deseado (algunos como Shaq Moore, que entró por Dest, restaron sobremanera) y a Estados Unidos no le alcanzó para estar cerca del gol en los últimos minutos. Lo bueno para ellos es que tendrán una última oportunidad el martes contra Irán.