Isco en 2022 o cómo dejar de ser el recuerdo de un recuerdo

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En el fútbol del máximo nivel, cuando se aproximan oportunidades que no le corresponden a un club por rango o aspiraciones económicas y deportivas, se tiende a cogerlas aunque se pague algún peaje o contraprestación. El motivo de dar el es intentar elevar el techo del equipo con un jugador en teoría inalcanzable y de características únicas, como parece haber entendido lo que puede significar Isco para el Sevilla, equipo que acabó el curso oxidado, peleado consigo mismo y pasando muchos apuros, solventados por su mera competitividad. Un contexto algo translúcido para la llegada de un Isco que tratará de responder a una gran pregunta: ¿sigue capacitado para mandar en el Sevilla actual?

Juntando los grises, este texto tiene que funcionar como una margarita por deshojar, pues son tantas las dudas como oportunidades que hacen del fichaje de Isco Alarcón una de las grandes atracciones de la temporada, después de varias campañas atrapado en las sombras y dejando pasar los mejores años de un futbolista, entre los 26 y los 30, una extraña circunstancia que han hecho olvidar a quien parecía capaz y listo para liderar la España posterior al ciclo histórico y al Real Madrid tras la conquista, que llevó su nombre, de la Champions de Cardiff. Saber las razones que lo hicieron caer es imposible; preguntarse cuáles serán las que lo hagan (o no) levantarse, parece más interesante y, principalmente, obligado por la actualidad.

Para no finalizar su carrera como el recuerdo de un recuerdo, Isco tendrá que traer de vuelta una versión convertida en arma… de doble filo. Por un lado, país y entrenador, favorecen, aun habiendo pasado más de cinco años de aquel Isco multiplicador, sus características. Ni la presión alta ha pasado a ser tan importante como en otros lugares ni el ritmo de juego se ha vuelto desbocado o directo. Todo en España sigue más o menos donde aquel Isco lo dejó y Lopetegui no ha hecho más que buscar equipos cortos, de buena salida y dominantes en campo contrario, con jugadores de gran control de balón para ganar segundos en cada posesión. Aquí entra aquel Isco.

Esta es la principal arista del fichaje y, a su vez, su reverso: es inamovible. Isco Alarcón es un jugador que construye un sistema a través de sus contactos con el balón pero no puede ser otro futbolista distinto. No hay opción al reciclaje y de él deberá partir el movimiento colectivo. A su favor está el hecho de que hay terreno libre por abonar para que su perfil tenga espacio, más allá de una relación algo más complicada con el ‘Papu’ Gómez. Los centrocampistas que tiene el Sevilla, o no son ‘protagonistas’ (Fernando, Rakitic, Óliver, Delaney) o son más verticales (Jordán), pero, a excepción de un ‘Papu’ que podría volver a una banda, los demás no hacen lo mismo que Isco, un mediapunta organizador que toca más veces el balón de lo que lo pasa.

Para que vuelva a brillar, Isco tendrá que dar una respuesta en lo anímico, trasladando un mensaje reivindicativo de querer volver a ser el que fue y otro no menos importante, que pasa por su físico, que ya no es el de los 25 años, muy necesario para llevar a cabo el tipo de acción donde ha sido determinante: proteger la pelota, salir bien de los regates, cambiar de ritmo en la frontal y poder hacerlo tantas veces como pida la jugada hasta que el partido pida dormir y él ponga la cuna.

En lo más colectivo, con unas ideas marcadas por el trabajo de Lopetegui en los dos últimos años, encajar una pieza como Isco, como decíamos en relación a su singularidad, no es encajar a un jugador en una posición y dejar que actúe de forma orgánica, sino, seguramente, reeducar los tiempos y los movimientos de los demás futbolistas. Isco y su forma de actuar en el campo quizás no promueven tantos movimientos predefinidos para abrir puertas, que es donde la pizarra del vasco brilla, sino abrir las más difíciles a través de su talento y que lo demás vaya viniendo solo. Una convivencia que quizás necesite tiempo para unas cosas, pero menos para otras si el futbolista acude a la llamada de la expectativa y se reivindica. No nos queda más que sentarnos y ver si uno de los mayores talentos del fútbol español de la última década trata de borrar el recuerdo para convertirse de nuevo en tendencia.

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Alejandro Arroyo
Analista táctico, scout profesional y periodista. Mano que escribe en Revista Panenka

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