En la novena jornada de la eliminatoria mundialista, México ganó en Kinsgton, aunque parece que perdió. Como antes ha pasado, cuando México pierde pero, para los ojos de muchos aficionados, gana. Como cuando México aparenta que es una cosa pero, en realidad, ni el mismo México sabe qué es. Aplica para el país y también para la Selección Mexicana de Fútbol.
Gerardo Martino está en un terreno minado. Las derrotas sufridas en 2021 ante los rivales del norte lo han puesto ahí, y el equipo no consiguió una victoria contundente en Jamaica que ayude a borrar los episodios traumáticos de Cincinnati y Edmonton.
Ayer, ni siquiera ante un rival que jugaba con diez hombres desde el final de la primera parte, pudo hacerlo. Esto hace que el entorno sea más complejo, sumado al dilema del «recambio generacional» que desde afuera se demanda tratarse, y desde dentro no parece tomarse mucho en consideración.
A nivel táctico, eso no es tan grave, si lo comparamos con la incoherente elección de ciertos jugadores para tener la mayoría de minutos, dado el estilo de juego que propone Martino y las dificultades que se encuentra en la mayoría de partidos.
Sin Lozano, Jiménez y Montes, pilares de esta selección, en Kingston volvieron a ser de la partida inicial Héctor Moreno y Andrés Guardado. Jugadores veteranos, glorias de la selección, sobre los que, por diferentes razones, no se deja de pensar que sus lugares pudieron ser ocupados por otros elementos. No hubo explicación de porqué Johan Vásquez no salió ni a la banca (cabe aclarar que Héctor Moreno jugó bien y cumplió en lo poco que se le demandó), y todos apreciamos cómo revivió el equipo cuando Diego Lainez entró por el histórico Andrés de 36 años.
Porque el partido fue exactamente lo que se pudo haber esperado de él desde mi punto de vista: 75% de posesión mexicana que se incrementó cuando Jamaica logró ese gol a balón parado tras el doble error de Néstor Araújo y Rogelio Funes Mori.
Apelando al tópico: «solo existió un equipo en la cancha», uno que tenía que amasar el balón y circular, circular y circular correctamente hasta que apareciera un espacio en ese bloque de metal pesado jamaicano (4-5-1). Era una tarea más difícil de lo que parece. Ya hemos criticado a Martino por la elección de dos actores pero, a decir verdad, el plan inicial tenía lógica. Sí había un plan, que no haya duda.
Ese plan se sustentaba en las tres piezas de su medular sobre todo. Tres futbolistas escalonados a 3 alturas distintas y que aparte gozaban de libertad para moverse a sus anchas en el eje horizontal según lo demandará la jugada.
Tanto Guardado como ‘Charly’ Rodriguez, el segundo más adelantado que el primero, lo hicieron muy bien durante los primeros 25 minutos, y el equipo mexicano pudo jugar cerca del área rival.
El más retrasado, el que dirigía desde la sala de máquinas era Héctor Herrera, otra vieja gloria que no pasa por buen momento en su club, que, sin embargo, dominó el primer tiempo como un buen mariscal de campo: lanzando a los costados con precisión, pero, también, siendo agresivo en las intenciones de sus pases frontales. Tan marcada fue su positiva intervención que el equipo jamaicano lo notó y comenzó a estar más pendiente de él con el paso de los minutos. Y el equipo mexicano lo resintió porque nadie supo darle sentido a las jugadas con la misma creatividad.
Guardado, a quien su falta de giro lo pone en aprietos cuando tiene que recibir de espaldas, lateralizaba para tener más tiempo para decidir, pero lo hacia en plena mitad del campo, y por momentos estorbaba los movimientos de Gallardo (buena actuación al ser un lateral más largo que en otras ocasiones) y Alexis Vega, del que ya hablaremos después.
Por otra parte, a ‘Charly’ le costaba ofrecer la línea de pase jugando como interior diestro a espaldas de los centrocampistas jamaiquinos. ‘Chaka’ Rodríguez, que había ingresado por un Jorge Sánchez lesionado apenas al minuto 6, nunca fue opción para progresar por la banda derecha y se evidenció que no atraviesa su mejor momento.
Rogelio Funes Mori, y, sobre todo, Uriel Antuna fueron muy incisivos en la primera parte, pero no lograron capitalizar un par de jugadas en la primera parte. La expulsión de Damion Lowe al 45’ parecía que podía allanar el camino: nada más lejos de la realidad.
El regreso del vestuario fue caótico y sin certezas por parte del equipo mexicano, quien recibiría su castigo con el gol rival inmediatamente. Por otro lado, es un lástima la suerte que ha tenido Funes Mori en ambas áreas, motivo real por el cual no se está reconociendo su buen accionar en el engranaje del equipo.
Lástima también por Néstor Araujo, quien colabora en el gol en contra de igual forma, ya que, en la opinión de quien escribe este texto, ha tenido muy buenas actuaciones en el octagonal, sobre todo con el balón en los pies, y hoy, en un duelo que muchas veces fue «1vs1», “secó” a la estrella rival, Michail Antonio. Errores puntuales lo han condenado.
Lo importante y sumamente rescatable a partir de aquí fue el porcentaje de acierto que tuvo Gerardo Martino con los cambios: fue valiente (al final Lainez es un chico de 21 años que no juega en su club y ha participado poco con la Selección absoluta) y oportuno. El árbol se agitó con el ingreso del joven bético y las ramas no paraban de moverse: quedaba la sensación de que en cualquier momento la manzana tocaría el piso.
En lo particular, sorprendido quede por cómo Diego, jugando como ’10’, devolvió fe al equipo, encarando y asociándose, sobre todo por izquierda, para que, ya en pleno asedio de la portería rival, entrara Jesús “Tecatito” Corona (qué bien se le ha visto este enero) y desde la derecha fuera decisivo poniendo las dos preasistencias. Ojalá que 2022 sea el año definitivo del nuevo sevillista, en el que alcance el saber y la serenidad en su juego sin perder su gambeta. La Selección lo necesita, y lo ha esperado mucho tiempo.
A quien también México necesita ahora mismo es al hermano perdido de Vincent y Vic Vega. Hoy por hoy, es el superhéroe de la selección por mérito propio en una posición que parecía ya tener dueño. Alexis fue el que menos tiempo “durmió” en el encuentro, el más constante en sus participaciones con balón, el más variado, y el más decisivo al final. De sus intervenciones en ese primer y segundo carril del campo, e incluso de su golpeo a balón parado, pueden nacer muchas de las opciones para competir este año.
Al final, “los Olímpicos”, como han sido bautizados los jugadores que ganaron la medalla de bronce en Tokio hace seis meses, fueron quienes decantaron la balanza y acercaron la victoria.
Es cierto que el equipo mexicano adolece de mayor creatividad para romper muros como el de ayer. Tener distintas herramientas y vías siempre será mejor que machacar un solo punto de la pared esperando que el tiempo no se acabe (la cantidad de jugadas que terminaron con un pase desde un costado del área al centro fue alta); sin embargo, el proyecto existe. Se suman jugadores que pueden ser decisivos e importantes para el futuro próximo.
Como dicen, “siempre será mejor crecer ganando”.
De la inclusión de los más jóvenes, la valentía que pueda mostrar Martino, no solo con sus cambios si no también en sus XI’s iniciales, y un mayor grado de acierto en la portería, dependerá con qué ojos se mire al estratega argentino, a su staff y a su equipo en los próximos meses. Y el calendario, con cuatro juegos de local y uno de visita, también puede ayudar.
Texto de Eduardo Zurita