Jamal Musiala: mirar abajo y verlo todo

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¿Cuántas veces se repite en entrenamientos y partidos de fútbol base aquella frase de “levanta la cabeza”? Bien, puede llegar a tener un sentido específico según el sujeto interpelado, pero… ¿Siempre es necesario levantarla? ¿Es tan importante como parece? ¿Mirar es lo mismo que ver? ¿Y para qué miramos? Sencillo: miramos para apreciar el entorno, para activar la sensibilidad colectiva (relación con compañero, último pase, cómo está parado mi equipo y el rival…) y no miramos para activar la sensibilidad individual (tengo claro lo que va a pasar y mi prioridad es lo que yo vaya a hacer). Es egoísta, pero el bueno también ha de ser egoísta. Cuando desbordas, no hay tiempo para mirar arriba. Cuando la pasas, no hay tiempo para mirar abajo.

Jamal Musiala (2003, Alemania), el protagonista de la presente pieza, defiende que “antes y después” de recibir se levanta la cabeza, pero en el “durante” se puede mantener gacha. Sobre todo era algo que le ocurría en las inferiores del Bayern Múnich. Esta tendencia le restaba sensibilidad colectiva, pero potenciaba la individual al verse obligado a reaccionar a lo que ocurría cerca suyo. En esta “zona de balón” sometía a lo que tenía cerca. No solía -ni suele- ver más allá de esta. Pero su fútbol fluía igual, y no dejaba de ser un amateur de 16 o 17 años incapaz de levantar la cabeza. ¿Sería el mismo jugador Musiala con una mayor perspectiva colectiva? ¿Sería tan dominante en esta zona de balón? ¿Esto potenciaría o limitaría sus virtudes?

En general, Musiala es un interior de segunda-tercera altura al que le encanta vivir entre líneas y ejecuta los primeros controles con la certeza de que se verá de cara en prácticamente cada acción. Interpreta entorno para variar ubicaciones y gestos, pero luego ejecuta interpretando su propio juego. Si bien es una tendencia que va cambiando conforme el contexto colectivo es más exigente, su fútbol nace de todo esto y le permite atreverse a dibujar recursos en espacios reducidos que generan ventajas individuales y, ahora sí, colectivas.

Cualquier sistema emerge de los jugadores. Un sistema es bueno cuando se deja potenciar por el “qué” de cada futbolista. Lo que cada talento propone. Musiala propone no solo el giro entre líneas y los recursos para salir de presión, sino una gran agresividad en último tercio, activaciones rápidas tras pérdida y una gran lectura de los espacios antes de recibir. No es creativo en pases finales ni tiene una visión periférica, pero su fútbol lo hace escurridizo y le permite marcar diferencias también a través de sus conducciones y el atrevimiento tan suyo para no limitarse a acciones de rutina.

Mirar no significa ver, igual que no se necesita ver para mirar. Musiala no mira, pero ve. Ve el fútbol que le ocurre a él, que le afecta, y lo pone al servicio del colectivo. Un sistema que nace del talento siempre lo potenciará, mientras uno que impone los perfiles que necesita siempre le será limitante. Con sus mil virtudes y cien defectos, el alemán no necesita de clichés para rendir en la máxima élite con 19 años.

Su fútbol fluye de igual forma, y el del colectivo le acompaña de la mano. Un fútbol como el que busca practicar Julian Nagelsmann siempre le permitirá mejorar porque, aquí sí, la zona con balón es donde ocurren todas las cosas. En esto, Musiala es tan diferente como diferencial.

Manu Escuder
Manu Escuder
Periodista, analista y scout. Formando y formándome. También escribo en Revista Panenka.

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