José Mourinho en la Ciudad Eterna: seis meses después

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Mourinho necesitaba una vía de escape para reconducir su trayectoria. Lejos de Londres, de una etapa en el Tottenham que acabó de manera abrupta y con un tono decepcionante, y de la Premier League. Con el cometido de volver a ser feliz y de disfrutar entrenando, el entrenador portugués decidió regresar a una competición que dominó, la Serie A, en un país que le venera. Roma, la Ciudad Eterna, fue el destino elegido. En primera instancia, el proyecto sonaba bien. Alejado de la máxima élite para disponer de mayor paciencia a la hora de construir el equipo, con una plantilla sin una estrella que le permitía a él ejercer como tal, y una masa social muy potente detrás que le tiene profunda admiración (famosas fueron las pintadas en la calle antes incluso de que el entrenador llegara a la ciudad). Han pasado casi seis meses desde que Mourinho pisó la capital italiana dispuesto a devolver la gloria a la institución, y de paso a sí mismo. Vamos a ver qué tal le está yendo.

Sin grandes refuerzos en el mercado (Rui Patricio y Tammy Abraham para mejorar las áreas), la etapa de José en Italia empezó de manera casi inmejorable: seis victorias en los primeros seis partidos oficiales. Eran días donde Mourinho parecía estar reecontrándose con su esencia, con momentos icónicos como la celebración corriendo la banda tras el gol en el último minuto de El Shaarawy al Sassuolo, y posts de Instagram que destapaban la parte más amable del técnico. Pero centrándonos en lo puramente futbolístico, que es lo que nos importa, el equipo ya mostraba rasgos algo preocupantes que podían costarles puntos en un futuro (tal como ha ocurrido). Sin balón, Mourinho, que empieza ordenando a su equipo en un 4-2-3-1, optaba generalmente por planteamientos pasivos, buscando que su equipo esperara en bloque medio, cerrar líneas de pase interiores gracias a la postura corporal de la primera línea de presión, y orientar hacia fuera. Aun así, la tendencia a la desconexión y a los errores graves de defensores como Gianluca Mancini o Roger Ibáñez, que combinan buenas actuaciones con errores de valor gol, empezó a lastrar a un equipo que, atacando en posicional, tiene problemas para lograr verdadera fluidez en sus posesiones. Exceso de juego exterior, falta de rutas sistemáticas para obtener atajos en las posesiones y la ausencia de un centrocampista que ofrezca giro ante acoso, agilidad y velocidad en la distribución (Jordan Veretout es un buen jugador pero no acaba de ser eso). Tales situaciuones empezaron a lastrar a un equipo que, si recibe el primer gol del partido en contra, tiene muchísimos problemas para imponer su plan y someter al rival.

Llegaron las primeras derrotas y, en consecuencia, las primeras dudas de los jugadores. La abultadísima derrota ante el Bodo/Glimt en Noruega (6-1) el 21 de octubre, marcó un punto negativo en el proyecto. A Mourinho se le empezaba a caer el equipo, y lo que hace años en etapas anteriores habría solucionado rápidamente dándole nuevas soluciones al equipo y revitalizando la confianza y el estado anímico del grupo, ahora solo se convierte en una lucha por la supervivencia semanal. Mourinho ha dejado de marcar diferencias en el mundo del fútbol en base a su personalidad, y su fútbol se está quedando corto en varios aspectos importantes en relación a los estándares que se practican en el 2022.

No es que esa derrota en Noruega marcara el final del proyecto, ni mucho menos, pero da la sensación de que esta Roma se encuentra en una lucha constante contra sus propias limitaciones. Capaz de combinar actuaciones muy mejorables, como un 0-3 ante el Inter Milán (resultado ya existente al descanso), en un partido donde su bloque medio quedó superado constantemente y girado con mucha facilidad, con actuaciones más destacadas como el 1-4 que lograron en Bérgamo el mes pasado. Como hemos dicho antes, es un equipo demasiado dependiente de poder asestar el primer golpe. Si el guión del partido se les pone a favor, pueden hacerse fuertes defendiendo atrás (clave el gran nivel de Chris Smalling tras su lesión, siendo el líder de la defensa), y sumar salidas en transición. En este apartado, cabe resultar la mejora en el fútbol de Nicolò Zaniolo desde su nueva posición de segundo punta desde que Mourinho instaló el 5-3-2 en el equipo. Compartiendo punta de ataque con Abraham, son capaces de ofrecer salidas con sus apoyos circulares, conducciones, giros tras control orientado y amenaza al espacio. Teniendo detrás interiores de mucho despliegue, como Lorenzo Pellegrini o el armenio Mkhitaryan, el equipo es capaz de amenazar a campo abierto y producir goles. Los problemas llegan atacando en estático, escenario que se les hace recurrente con una defensa tendente al error que siempre te puede poner en desventaja en el marcador.

Lejos de estar siendo un desastre, con resultados aceptables (el equipo está séptimo en la tabla, posición en la que finalizó la temporada pasada), los problemas vienen en la poca evolución en lo que a juego se refiere, con carencias vistas desde el principio que se mantienen, inalterables. Los próximos meses marcarán si la Ciudad Eterna será el lugar donde la carrera de José Mourinho se prolongue en el tiempo, congelándose en la memoria, o si, por el contrario, marca un punto de no retorno.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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