Sábado, 1 de octubre. El reloj marca las 15:30 en Europa Central. Sería un día normal en Ámsterdam de no ser por el bullicio al sureste de la capital neerlandesa. El Ajax de Alfred Schreuder recibe al Go Ahead Eagles y el público ya rellena sus asientos para disfrutar de su equipo. Realmente, por cultura y antecedentes, el público del Johan Cruyff Arena disfruta más con balón que sin él. En parte es lógico, más si cabe con el nombre que honra al estadio. A nadie le gusta correr detrás del balón, y menos al Ajax.
Con balón, dominan y atemorizan. Sin balón, músculos tensos y a contar el tiempo que pasa hasta volver a tenerlo entre los pies. El fútbol con balón es mucho más bonito, dicen. Es fútbol. Por lo tanto, no tener balón consiste en intentar volver al fútbol. Y el equipo de Schreuder no quiere perder ni un segundo de fútbol.
Existen muchos secretos para mantener la pelota en posesión. Que si movimientos, que si perfiles, amplitud, espacios, la famosa calma… No hay mayor secreto que once buenos jugadores, valientes y atrevidos, que arriesguen y entiendan que el balón se tiene para algo. Jurriën Timber (2001) cumple con todo esto. Y con creces. Su fútbol es pausado pero vertical, inteligente y asociativo. Domina el juego desde el balón. No ha soltado la pelota todavía y ya está pensando en el movimiento que ha de ejecutar para que le vuelva. Es un central con mentalidad de medio centro, que da ritmo a posesiones y ejecuta de maravillas. La mejor forma de no defender es que mi equipo ataque, pensará. Y, a juzgar por los resultados, acierta en su hipótesis.
Con balón, Jurrien Timber es también un central capacitado para generar ventajas a través de su propio perfil corporal. No se presenta como un jugador nervioso, ni ansioso en la filtración, aunque siempre deja la puerta abierta a esta a través de sus magníficas posturas corporales. Recto, firme, vertical, con ritmo y buen pie para filtrar. En ataque posicional, es un jugador que ofrece desmarque y agilidad en las posesiones. Circula de lado a lado cuando lo demanda el juego, pero en cuanto se abre una puertecita minúscula por dentro… ¡PUM! Pase raso, tenso, al pie del receptor, y ventaja generada.
A nivel defensivo, y a pesar de su 1.80 de estatura, es un futbolista atrevido para defender con espacios a su espaldas. No teme que el balón le pase por encima porque anticipando es veloz e inteligente, y cubriendo espalda mantiene perfiles excelentes. No le pillan la espalda, y esto no es cuestión de velocidad o altura, sino de lectura. Y, de esta, Timber va sobrado. Mide con astucia, prevé lo que va a ocurrir y se anticipa al hecho.
No destaca para quien lo observe de pasada, pero sus partidos son exhibiciones continuas con y sin balón. No hay que ser un lince para entender la filosofía del club en que milita Timber. El fútbol es fútbol cuando el balón es nuestro. Tener a un jugador tan ágil, inteligente, agresivo y vertical como Timber es un lujo para los de Schreuder. Tan rápido circula la pelota en línea defensiva como lo hace medio segundo después en el área. Es la magia de un buen ataque posicional: circula, circula, circula… ¡Y Rock&Roll! Tener el balón con una finalidad, con objetivos, con agresividad y hambre. Si tener el balón es fútbol, entonces tenerlo con un sentido es futbolísimo. ¿Cómo podríamos definir entonces a un jugador como Timber? Quizá el término futbolista se le pueda quedar pequeño.