Juventus 3-2 Porto: lo peor es que no fue la primera vez

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La maravillosa serie BoJack Horseman reflexiona, entre muchas cosas, de lo difícil que es cargar con el peso del éxito. Sobre cómo sentirse al día siguiente de haber alcanzando el objetivo al que se dedicó cada aliento. Sobre las decisiones tomadas y las consecuencias de las mismas. Cristiano Ronaldo, en una noche de Kiev en mayo de 2018, después de haber ganado una tercera Champions consecutiva, la quinta en total en su carrera, decidió que su manera de lidiar con un éxito de tal tamaño iba a ser volver a empezar a construir su historia. Con muchos años ya sobre las piernas, el astro portugués se creó un salvoconducto para poder volver a experimentar las mieles del éxito y que supieran tan bien como la primera vez. 

La historia, como tantas veces ocurre en la vida, está saliendo terriblemente mal. Después de caer contra Ajax y Olympique Lyon en las ediciones pasadas, le ha tocado al Porto ser su verdugo a las primeras de cambio en esta temporada europea. Y lo peor de todo para Cristiano es que esta vez sí se puede mirar a los ojos y sentirse culpable, pues su eliminatoria y en especial su partido de vuelta ha estado por debajo de lo exigible. Aquel que inundó de miedo en los rivales cada paso que daba en una noche de Champions se vio, por primera vez en muchos años, inoperante ante el contexto.

Andrea Pirlo llegó al banquillo de la Juve para mejorar esa versión plomiza y carente de creatividad que tenían la temporada pasada con Maurizio Sarri en el banquillo, que finalmente les acabó costando la eliminación en Champions ante un Lyon que se dedicó a protegerse bien en campo propio. Sin embargo, la ausencia de Dybala por lesión está jugando en contra a la hora de crear sistema, derivando en un contexto como el visto ante el Porto, con el equipo abusando de manera desproporcionada de los centros laterales como manera de crear peligro.

Pese a la ausencia por sanción de Danilo, la pieza que explica ese trueque habitual de sistemas en el equipo dependiendo de si atacan o defienden, Pirlo siguió con su idea y le dio a Alex Sandro el rol de lateral interno. Chiesa y Cuadrado fijando en amplitud, Arthur dirigiendo desde la base y movimiento por delante de balón aprovechando que Morata sujetaba a los centrales rivales. El Porto, lejos de hundirse en su propio campo, buscó lanzar presiones altas sobre reinicios del rival para dificultar su avance y forzar errores. Dentro de ese gran arranque del conjunto portugués, liderado por Zaidu Sanusi desde el lateral izquierdo que estuvo muy bien con conducciones dando salidas a los suyos, finalmente un error infantil de Demiral les regalaba el penalti del 0-1.

Con necesidad de marcar más de un gol, la Juventus pasó a tener largos tramos de ataque posicional ante un Porto que, buscando ser un bloque muy corto y estrecho dejando espacios a espaldas de los centrales, cerraba casi con una línea de 6 debido a los descensos de los extremos. Es en ese contexto de aguante y resistencia donde se forjó el gran protagonista del partido. Pepe, a sus 38 años y después de muchos años dominando en días claves, se marcó la enésima exhibición de su carrera. Protegiendo el área fue un auténtico muro, acabando con 14 despejes, además de aparecer en coberturas claves. Mbemba, también de buena actuación, y Marchesín bajo palos, son los otros nombres que explican la resistencia lusa.

En la segunda parte, cuando el marcador reflejaba el 0-1 y el Porto se quedó en inferioridad numérica debido a la expulsión de Taremi, surgieron los mejores minutos locales. A partir de un Federico Chiesa hiperactivo, buscando rupturas a espaldas de Corona, el equipo progresaba y transmitía peligro. Sin embargo, tras igualar la eliminatoria, la Juventus pasó a jugar con el miedo a perder lo conseguido y se perdió esa frescura en ataque, por más que Chiesa lo intentara una y otra vez. Presa del pánico, la mayoría de ataques posicionales acababan con una recepción abierta de Cuadrado buscando el centro lateral al segundo palo, cargando la zona defendida por Wilson Manafá.

Pese a que al Porto le costaba mucho salir (destacable actuación de Alex Sandro temporizando transiciones defensivas a partir de su posición interior), los últimos minutos del tiempo reglamentario y ya en la prórroga, el equipo de Conceiçao daba la sensación de poder marcar en cualquier momento. Destacables las actuaciones de Corona y Luis Díaz desbordando y permitiendo salir, y un monumental Sergio Oliveira dando segundos de descanso a los suyos con cada intervención. Finalmente, la noche le guardó el papel de héroe con un lanzamiento de falta que se convertía en el ansiado gol.

Esos minutos finales sirvieron como recordatorio de lo que la Juventus puede hacer si se libera de ese miedo, pues con nada que perder y todo que ganar se soltaron al ataque, marcaron a balón parado y estuvieron cerca de consumar una épica remontada. Y la llegada de Cristiano Ronaldo a Turín, con la obligación de ganar la Champions que implicaba su llegada, ha llenado al equipo de un miedo atroz a jugar esta competición. Cada derrota es una losa durísima que pesa mientras la arena del reloj sigue cayendo y las oportunidades se agotan.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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