Con vistas a la final de la Champions League del próximo sábado 31 de mayo, desde Editorial Puskás quisimos indagar sobre por qué Inter de Milán y Paris Saint-Germain decidirán el máximo titulo europeo. Para ello, preguntamos a Clément David y Sebastian Ghisolfi, dos entrenadores con licencia UEFA A, uno francés y otro italiano, uno del PSG y otro del Inter, que aportan luz sobre la presencia de nerazzurri y parisiens en Múnich.
Posiblemente, el resto de Europa mira con cierto desdén al fútbol italiano desde hace un tiempo. Después de vivir sus décadas de bonanza, aquellas donde el Calcio era lo que la Premier es actualmente en cuanto a foco y relevancia, el avance del siglo XXI no está sentando del todo bien a la Serie A. Sigue considerándose una de las grandes ligas de Europa, por supuesto, pero sus equipos -con excepción quizás de la Juventus tan dominadora de hace unos años- no suelen estar en las quinielas para obtener los grandes premios continentales.
Hace ya 15 años que no gana la Champions League un equipo italiano. La última fue el Inter, en el triplete de Mourinho en 2010. Y con la presente será la cuarta vez que un representante se cuele en la final. La última, en 2021. Y como hace dos temporadas, aunque no estuviese entre los máximos candidatos a principio de competición, el Inter volverá a repetir presencia en una final. Y dos veces no puede ser casualidad.
«Creo lo que ha llevado al Inter a la segunda final en tres años es un conjunto de bastantes cosas —inicia Sebastian Ghisolfi, hasta hace poco entrenador del Narzole, conjunto piamontés de categoría Promozione (6ª)—. La primera es la continuidad y la fuerza de creer en un proyecto, en la idea del entrenador en unos jugadores; el resultado de trabajo de años. Se ha cambiado poco la plantilla en los últimos años. Y creo que eso luego se refleja en la táctica. Cuando trabajas mucho tiempo en base a unos movimientos con y sin el balón, el juego te empieza a salir de una manera automática».
Después de una fase liga de notable alto: 6 victorias, un empate y una derrota en el único tanto en contra recibido, ha conseguido salir vivo de las complicadas eliminatorias que enfrentar. Quitando de la ecuación al Feyenoord (4-1 global), los cruces ante Bayern y Barça aportan credenciales. Y si bien los resultados no explican cómo fueron capaces de dejar a los alemanes sin su final y de levantarse en el último suspiro ante el mejor Barça de los últimos años sí dejan ver al capacidad de sufrimiento y resiliencia de este conjunto.
Ante todo, el Inter finalista que se conoce y que se reconoce como grupo. Como explica Ghisolfi, desde la llegada de Simone Inzaghi en verano de 2021, el Inter «con y sin el balón hace las mismas cosas». Los jugadores han mantenido «una posición, una función» y quienes tuvieron «dificultades» han «recuperado la confianza». «Eso también da fuerza al carácter del grupo, de la personalidad, lo ves en la cara de Frattesi; o como en Acerbi, que vino al Inter por 0 euros porque lo pidió Simone y con 37-38 años era el que más creía en el resultado».

Las últimas decepciones
Cuando el Inter consiguió el pase a la final, la posibilidad de repetir el triplete de 2010 era una posibilidad bastante real. Sin embargo, la derrota ante el Milan en las semifinales de la Coppa y la pérdida del liderato y del título en la penúltima jornada ante la Lazio dejan la final ante el PSG como la última opción para conseguir un título este año. La ultima spiagga, como nos cuenta Ghisolfi que lo llaman en Italia.
«El hecho de no haber ganado el campeonato es muy importante. Desconozco cómo estará el vestuario. A veces sí puede ser mejor que una final sea como esa última playa, pero otras es mejor jugar un poco más tranquilo, sin que sea una obsesión. Pensar que ganando al PSG es la temporada de mi vida, pero si no gano no es que no pase nada, pero no me he quedado con las manos vacías», opina Sebastian Ghisolfi..
Por otro lado, el cómo se ha perdido la liga también influye: «El pensamiento es que casi lo hemos regalado en el partido contra la Lazio. Que te empaten dos veces, la última con el penalti a poco del final, te da una sensación más amarga a haberla perdido con varias jornadas de antelación y jugando mal».
Los nombres propios del Inter
Con dos decepciones recientes y la rumorología de la posible salida de Simone Inzaghi del banquillo interista en la prensa, uno no puede obviar la labor realizada por el técnico de Plasencia con algunos nombres propios de la plantilla interista. Y esto es igual o más valioso que la posibilidad de sumar títulos esta temporada. Para Ghisolfi, «muchos jugadores han evolucionado porque el club se mantuvo fuerte en creer también en ellos durante momentos de dificultades».
«Dumfries ha tenido una evolución en cuatro años a nivel ofensivo y de calidad muy importante. Perdió a Brozović, pero se ha conseguido que Çalhanoğlu se convierta en un fantástico pivote. También es fuerte en los saques de esquina o faltas porque el turco es capaz de poner el balón donde quiere», resalta Ghisolfi.
Aparte de ellos, de Sommer, Bastoni o Barella, «el símbolo del Inter es Lautaro». «Il Capitano es un delantero capaz de hacer gol en cualquier manera y ayudar al equipo —elogia Ghisolfi—. Además, la agregación de Thuram en los últimos dos años ha sido increíble. Después de Dzeko y Lukaku, muy pocos interistas pensaban en este delantero tan moderno que te permite contraatacar por su fuerza física, pero con la calidad que tiene puede ser útil en cualquier zona».
Esa dupla Thuram-Lautaro se ha vuelto indispensable en el equipo. 26 goles han sumado entre ambos en el campeonato italiano y otros 13 en la Champions: «Con el argentino viniendo más adentro y abajo, y el francés aportando más veces la profundidad, Thuram es perfecto para jugar con Lautaro. Y en los momentos en los que el argentino estaba más cansado, Thuram ha sido capaz de compensarlo».

El problema es que hay mucha diferencia entre la dupla atacante titular y las opciones en el banquillo (Taremi, Arnautovic o Joaquín Correa). «Cuando falta uno entre Lautaro y Thuram, desafortunadamente los que juegan no van a agregar lo mismo que van a agregar los dos, porque de los tres que tenemos fuera de Lautaro y Thuram, creo que ninguno de ellos es bueno para atacar a la espalda de la defensa. Tampoco hay mucho poder finalizador fuera de esta pareja. Sería punto débil durante el partido si necesitan cambios», agrega Ghisolfi.
En defensa cuenta con una forma de jugar y unos nombres que le permitio recibir solo dos goles en los primeros diez partidos de la Champions. Y aunque ante Bayern y Barça encajó bastantes en esos cuatro choques, sí que pudo evitar que fueran muchos más gracias al papel del guardameta suizo Yann Sommer.
«Obviamente si hablamos de la fase de defensa hay jugadores muy fuertes a nivel defensivo en los tres (Bastoni-Acerbi-Pavard), pero depende también si estará a disposición Pavard o jugará Bisseck. Con Pavard seguramente puedes hacer una presión un poco más alta con la velocidad de correr a la espalda, pero con Bisseck ya es diferente porque tiene una estructura diferente, una velocidad diferente, puedes atacarle a la espalda más fácil».
Los mecanismos del Inter finalista
El sistema de juego de este Inter finalista parte de un 3-5-2, con tres centrales (uno centrale y dos braccetti a los costados) con un mediocentro (Çalhanoğlu) y dos interiores o mezzala (Mkhitaryan y Barella). Sin embargo, las variantes a la hora de reiniciar y atacar son muy habituales. Por ejemplo, el central de un costado (braccetto) tiende a lateralizar su posición y permite coger altura al carrilero de ese costado.
Así si fuese Bastoni (brazetto* izquierdo), Dimarco o Carlos Augusto (carrilero o quinto) ganaría altura. Misma secuencia ocurre en la derecha con el Pavard/Bisseck/Darmian (braccetto) y Dumfries/Darmian (carrilero). También es común ver desdoblarse a Çalhanoğlu y Acerbi, liberando al central de ese primer o segundo pase y siendo el turco quien inicia cerca del portero.
Aunque es cierto que, por ejemplo ante el Bayern o el Barça, «se ha visto menos y han estado más tiempo compactos y buscando más los contraataques», la filosofía del Inter es que los defensores, carrileros e interiores vayan hacia delante. «No han sido pocas las veces que el gol lo gestione un carrilero o defensor de un costado y lo pueda anotar el homólogo de la otra banda. Todos disfrutan de movimientos ofensivos que al final funcionan muy bien, porque han estado muchos años trabajándolo y llega un momento que eso pasa muy automático», disecciona el técnico italiano consultado para Editorial Puskás.
Ghisolfi tiene dudas en qué altura va a pretender tener el Inter a la hora de presionar. «He visto partidos, sobre todo en el campeonato aunque también en la Champions, donde ha intentado una presión alta con un desgaste importante. Yo no sé lo que va a ser contra el PSG. No sé si lo ha preparado como ante el Barça, pero creo que cuando juega contra un equipo como el Barcelona va a bajar un poco y estar un poco más compacto».
En ese caso, se vería un Inter más enfocado en cerrar los pasillos interiores con hasta 8 jugadores (tres centrales, tres medios y la dupla ofensiva) y un bloque bajo que deja ver un 5-3-2 o 5-4-1 en función de la labor defensiva de uno de los puntas. Hay que hilar muy fino y estar muy acertado en los duelos individuales para superar el entramado de coberturas y permutas del Inter.

Si decidiese presionar, suelo optar por trabajar con un interior y el carrilero opuesto, aunque maneja diferentes opciones. «Puede ser Barella y Dumfries, o el trabajo de Mkhitaryan y Di Marco. Y muchas veces podría utilizar cuatro jugadores, que pueden ser los dos delanteros y en conjunto puede ser un mediocampista de un lado. Otras que pueden ser los dos carrilleros arriba, así que hay veces que va a reaccionar con cuatro hombres y hay veces que va a buscar emparajemaientos de uno contra uno».
Pero esa presión exige un desgaste que se verá mermada en función de la energía de los delanteros. En caso de que bajasen el ritmo, Inzaghi «va a bajar los dos delanteros para cubrir los espacios interiores y va a empezar la presión directamente con los mediocampistas». Sea de un modo u otro, habrá que ver cómo es el PSG capaz de superarla.
El desarrollo de la final
Si a algún aficionado le preguntan quién tendrá el dominio del balón más tiempo es probable que piense que será el PSG quien lleve las riendas. Y esto es algo que puede beneficiar al Inter. «Creo que los nerazzurri disfrutan mucho más jugando contra equipos como Barcelona, que juegan con la línea de defensa alta y que te presionan. Así, aprovecha mucho los espacios que se generan a la espalda del presionante. Al opuesto, va a sufrir ante quien se cierra bien, esperan y van a, en italiano decimos, repartir. Contra la Lazio, por ejemplo, le costó mucho».
Ghisolfi, de todos modos, está «preocupado» con la idea de que Luis Enrique modifique el plan de partido y ejecute algo similar a lo ocurrido ante el Arsenal en la vuelta de las semifinales, cuando estuvo « más compacto y buscando contraatacar». «Creo que Luis Enrique tiene la inteligencia de saber bien cuándo puede dominar el lugar y cuándo puede también dominarlo menos, pero adaptarse un poco más al partido y a los jugadores que tiene».