Rival, compañeros, medidas del campo y un objetivo: la portería que amenaza. Al jugador lo ordenan cuatro parámetros básicos que están presentes en cualquier pachanga de barrio. Así es como el futbolista juega a fútbol. No obstante, al jugador lo condiciona su experiencia, su forma de entender el juego (y casi que también la vida), lo vivido y sabido (¿o intuido?), lecciones, aprendizajes, intentos, errores, aciertos… Así, el futbolista aprende a jugar “su” fútbol.
Por esto no hay dos cromos repetidos, por mucho que desde el sofá de casa pudiera parecerlo. Por esto, Luis Sinisterra (1999 | Colombia), que podría parecer un extremo a pierna cambiada más, tendente al recorte interior para resolver casi todas sus acciones, es distinto al resto (aunque por lo mismo que todos). Es reo de sus aprendizajes, de sus experiencias, de los contextos vividos. Discípulo de su fútbol.
Dado todo lo anterior, el Feyenoord de Arne Slot fue un máster para Sinisterra. En su día, el técnico neerlandés tomó a su extremo no como una fuente de pérdidas, sino como una de ventajas. En lugar de restarle cosas a su juego para amoldarlo a su sistema y modelo de juego, se decidió a sumarle conceptos y decisiones diferentes. Así, el escandalosamente vertical Luis Sinisterra, en lugar de encasillarse como un cromo similar al resto, se tornó en un jugador más completo: fluyendo por dentro con buenas recepciones en carril central o intermedio, con apoyos y giros, manteniendo su increíble capacidad de desborde en situaciones de 1v1 y siendo un dolor de cabeza contra defensas que defiendan con espacios a su espalda.
En clave Leeds United, su nueva casa desde este verano, Jesse Marsch también parece estar buscando al colombiano más en carril central que cerca de la banda. Podría esperar a un atacante mucho más relacionado con la ruptura, en todo caso, priorizando su recepción y giro desde el pasillo intermedio, con un juego algo más al servicio del colectivo y que, además, le permita explotar allá donde antaño podía verse más limitado: enfrentando a bloques bajos desde banda, donde podía tener todavía un claro margen de mejora para ser tan especial con espacios como lo es sin ellos.
Porque Sinisterra no es un mediapunta per se, pero su control orientado desde carril intermedio es productivo y vertical. Sobre todo a pierna cambiada. Y, más importante, lo acerca al gol, lo cual es seguramente lo que pueda transportarle a una esfera diferente.
Aun así, Sinisterra sigue sumando ciertas imperfecciones en su juego, como su gran dependencia hacia el recorte interior o su incapacidad actual para encontrar una mayor variabilidad en sus momentos de desborde. Enfrentando momentos de 1v1 desde banda tiene un buen recorte interior, un gran cambio de ritmo y es escurridizo en sus gestos, aunque con rivales bien perfilados o resguardados en bloque bajo se siente ciertamente limitado a la hora de variar decisiones. Su capacidad para recibir por dentro y su lectura para romper intervalos defensivos son un buen paso, porque le suma un gran dinamismo a su juego, pero permitirle recibir en banda es regalarle un contexto en el que se siente realmente cómodo, aunque dependiente de ciertos vicios y con un impacto relativamente menor según el contexto.
En todo caso, el fútbol consta de acciones y reacciones a contextos específicos. Con Arne Slot, partiendo de una muy buena base, se adaptó fantásticamente al contexto y sobresalió. Mejoró su juego, y a su vez el del colectivo. Así llegó a la Premier League con 23 años. Ahora, con Jesse Marsch, quizá sus apariciones en banda puedan caer en cantidad, aunque siempre para mejorar en calidad las de pasillos internos. Y, quizá, el hecho de estar más cerca de la portería rival, como ocurriera en su día con Raheem Sterling en el Manchester City de Pep, lo reubique como un potencial fichaje para los grandes de la Premier League. Con sus habilidades e imperfecciones, Luis Sinisterra es un jugador con potencial para caer de pie en el fútbol inglés.