«Lo que hizo Pep en el Barça y en el Bayern fue dotarlos de una organización defensiva de gran categoría. La gente cree que su gran mérito estuvo en el ataque, pero no es así: el ataque lo trabajó bien con los juegos de posición, pero donde se mostró brillante fue organizando la defensa».
Ernesto Valverde a Martí Perarnau sobre la mayor virtud de Pep Guardiola como entrenador. En «Pep Guardiola. La metamorfosis».
El fútbol en tiempos de COVID-19 está planteando desafíos poco imaginados. Alteran dinámicas, momentos y funcionamiento de los equipos de élite a un nivel que todavía se subestima. Falta tiempo, sobran problemas, abundan partidos y los resultados son, con mayor razón, lo que más importa. Sin embargo, dentro del camino de la victoria, en el borde de la delgada línea entre ganar y perder, la identidad —o el cómo— sigue siendo el gran diferencial. Ahí, en la vuelta a las bases, está cimentándose el éxito del Manchester City de Pep Guardiola, el mejor equipo de la temporada 2020-21 hasta este momento.
Hablar de equilibrio en los Cityzens sería negar lo dinámico de su mejora y la fluidez en su juego. En todo caso, el equipo de Guardiola es armónico y coral en todas sus fases, un bloque donde destacan todos; es, en suma, congruente, racional y libre a la vez. Primero, porque por fin se adaptaron de lleno nombres como Rodri Hernández —de crecimiento notorio en lectura, intencionalidad y ejecución— y João Cancelo, cuya evolución ha alcanzado un nivel insospechado pisando zonas interiores como clave en la construcción del juego.
En segunda instancia, debido al fichaje de Rúben Dias. La llegada del central desde el Benfica supuso un recambio de jerarquía y la expansión de recursos competitivos en la última línea. El portugués ha mostrado solidez y consistencia de un defensor hecho para un equipo que aspira a ganarlo todo, además de disposición ilimitada para absorber conceptos y llevarse el máximo posible de cada micro ajuste hecho por el cuerpo técnico —de estupendo trabajo en corrección de detalles y comportamientos— para potenciarlo en situaciones defensivas.
Pero el luso ha significado también una vía para concretar un regreso poco vaticinado. Su presencia terminó ayudando a John Stones para volver al máximo nivel tras ordenar cuestiones personales y ponerse a tono. Su sinergia no sólo ha maximizado las prestaciones del City en el inicio de juego, sino en el desarrollo constante de las situaciones a muchos metros de su arco. Y, más importante aún, darle verdadera solidez a la transición defensiva de un equipo que terminó encajando 35 goles en liga al final de la temporada pasada. Ahora conforman la mejor pareja de centrales del mundo, sobre todo coordinando deslizamientos, cubriendo balón y protegiendo la profundidad.
Esto, a su vez, ha estado acompañado de la versión más completa de İlkay Gündoğan. El alemán está disfrutando de un nivel de comprensión y ejecución del juego que produce situaciones ventajosas de forma sostenida. No importa el rol, pues ha sido doble pivote, interior por ambos costados y enganche en un medio campo en rombo, como se verá en todas las siguientes imágenes. Su presencia encarna la libertad posicional que impera en el Manchester City; pisa distintas alturas y zonas del campo según la jugada, alterna desmarques de apoyo, ruptura o arrastre, pisa el área o juega de espaldas para activar al tercer hombre. Cerca del final de febrero, se erige como el goleador del equipo en liga con 11 tantos.
Detrás de esta lista de aportaciones individuales a la que podrían sumarse Oleksandr Zinchenko, el propio Kevin De Bruyne —a excepción de sus semanas lesionado— o Gabriel Jesus, la razón principal es una decidida vuelta a los orígenes. Si la campaña pasada implicó que el City sacrificara patrones reconocibles para adaptarse a las nuevas llegadas y tratar de controlar una serie de defectos en consecuencia (mayores complicaciones en la construcción del juego, descontrol en el momento de la pérdida, transiciones defensivas más desordenadas o desajustes en presión), la presente es un regreso a todos aquellos rasgos que le valieron dos ligas con un total de 198 puntos ganados. Un refresco a la identidad, en suma.
«Todo el mundo defiende espacios cortos y ataca espacios grandes. En cambio. yo quiero atacar espacios pequeños y defender espacios grandes».
Marcelo Bielsa
Aún con un inicio lento, cargando lastres competitivos de aquellos retoques de la 2019-20, la esencia de los Cityzens fue emergiendo conforme Pep Guardiola y Juanma Lillo se preocupaban por rezagarse lo menos posible en liga. Tras aquel Derbi de Mánchester en Old Trafford que acabó 0-0, decidieron retomar las bases. Las verdadera cara del equipo volvía de la mano del Juego de Posición: iniciar desde abajo, encadenar secuencias de pase para construir el juego, viajar juntos a través del balón, juntarse por un lado (izquierda) para girar al otro (derecha), asentarse en campo rival siendo un bloque corto, tener amplitud con los extremos, superioridad numérica con los laterales por dentro y, al perder la pelota, estar cerca unos de otros para presionar mejor y recuperar lo más pronto posible.
Son principios que trascienden la estructura, como se ha visto en las distintas imágenes utilizadas. Pero esos conceptos y las interacciones que resultaron permitieron que se diera la resurrección de Oleksandr Zinchenko, un elemento clave en las dos ligas ganadas, de la misma manera que revitalizaron a Raheem Sterling, Riyad Mahrez o Bernardo Silva —alternando roles de falso nueve, extremo e interior diestro con la lesión de Kevin De Bruyne— y han permitido apreciar la versión más potente de Phil Foden jugando por ambas bandas. El regreso de la figura de los extremos ensanchando el campo y pisando la raya de cal no sólo supuso abrazar la esencia, sino liberar el talento y ponerlo en las mejores situaciones de mano a mano para ser determinantes. Este cambio ha sido, sin duda, el gran baluarte del Manchester City en la 2020-21, sobre todo tras pasar una campaña entera con laterales por fuera y extremos por dentro.
Toda esta organización ofensiva es causa y consecuencia de la organización defensiva —asumiendo que las fases del juego no pueden dividirse—. Las secuencias de pase, los rondos cortos y una creciente capacidad individual para leer, crear y ejecutar las mejores situaciones posibles están haciendo que el Manchester City viaje más junto y sea más estrecho entre líneas; también le permiten recuperar los atributos que tanto distinguen a los equipos de Guardiola en estas condiciones: distancias de relación cortas, rápida presión tras pérdida y en superioridad numérica (zonal) o agresividad y coordinación dada por lo hecho previamente con la pelota. Se fluye, como diría Paco Seirul·lo, generando esas situaciones favorables por las que se lleva la iniciativa en el juego.
Todo este entramado está consiguiendo una fiabilidad altísima con base en su adaptabilidad para crearse ventajas sin parar. Las interacciones siempre tienen un porqué. Luego, es eso mismo lo que permite al equipo fluir y lograr una flexibilidad posicional donde se compensan zonas y trayectorias de forma mecanizada, pero consciente. Todo con un propósito táctico posterior, que no es otro que atacar el mayor tiempo posible para encerrar al rival al encontrar sus espacios más vulnerables.
Por eso mismo, las palabras de Ernesto Valverde a Martí Perarnau en 2015 son vitales para entender cómo el conjunto Skyblue se ha convertido en una máquina de batir marcas de todo tipo a partir de su consistencia defensiva —el factor que le hizo perder la Premier League 2019-20—. No es de extrañar que se conciba a los equipos de Guardiola como modelos a seguir en términos de organización ofensiva, aunque el verdadero valor de su obra tenga como distintivo una forma muy reconocible y eficaz de defender. Vale hacer un recordatorio muy importante que permita dimensionar los registros que está consiguiendo este equipo: atacar mejor o peor puede implicar que se defenderá de igual manera. Justamente esa armonía es la que ha llevado a los mancunianos al punto en que se encuentran ahora mismo.
“Si piensas en los últimos años, sabemos que los equipos de Pep se basan en la posesión, pero cuando ha tenido más éxito, ha tenido grandes registros defensivos.”
Gary Neville en Sky Sports. 22 de febrero de 2021.
La declaración de Gary Neville es el punto donde se encuentran todas las piezas del rompecabezas de Guardiola. No es casualidad que los años con mejores números en facetas defensivas sean los más exitosos y consistentes de los equipos de Pep. Así, tras cinco meses enteros de competencia, el Manchester City ha conseguido una imbatibilidad de 25 partidos (sólo con tres empates) y 18 ganados al hilo, marcando su última derrota el 21 de noviembre pasado ante el Tottenham por 2-0.
A estos registros se suman 12 victorias consecutivas por liga, una marca perfecta de puntos en enero (18 de 18) y la consecución de 10 triunfos seguidos en el inicio de un año calendario, un nuevo récord para la primera división inglesa. Y, por si fuera poco, las métricas de goles legitiman de forma muy contundente la evolución del equipo y esta llegada a una armonía generalizada en sus interacciones, a ser una orquesta en vez de solistas distinguidos por encima del colectivo. A pocos días de finalizar febrero, el Manchester City ha permitido 12 goles en los últimos 35 juegos oficiales y apenas ha recibido siete en los 28 más recientes.
Todas estos estupendos registros conducen al dato más contundente de los recientes campeonatos ligueros de Pep Guardiola: el promedio de goles encajados por partido. Los equipos del catalán han mantenido niveles envidiables desde que abandonó Barcelona, y nunca han rebasado la barrera del 1 —salvo en la 2016-17, cuando llegó a Inglaterra—. Si en Múnich consiguió reducirlo a 0.50 en 2016 tras una adaptación profunda a la Bundesliga, en Mánchester ha logrado bajarlo notoriamente: de 1.02 en su primer año (39 permitidos en 38 partidos) a 0.6 (23 en 38) en la 2018-19, tras alzar su segunda Premier League con 98 puntos. Y ha vuelto a mejorar respecto al año anterior (0.92, con 35 tantos concedidos al final de la 2019-20).
Sin embargo, es necesario voltear a la 2017-18, cuando consiguió su primera Premiership con 100 unidades, para poner en perspectiva lo que está dejando su quinto curso en el Etihad Stadium. Aquel City recibió 27 tantos en 38 jornadas (0.71 por partido) y rompió la marca histórica de puntuación en una temporada, pero el actual tiene un promedio idéntico al que logró luego del bicampeonato (0.6), ya que sólo tiene 15 encajados y aún le quedan 13 fechas por delante. Esto significa que los Skyblues conceden un gol cada 150 minutos en la presente EPL. Las cifras son, de alguna manera, la confirmación de lo que sostuvo recientemente el ex lateral del Manchester United para Sky Sports.
Todavía queda un camino largo hacia el verano y se avecinan los momentos más duros de una temporada completamente atípica. El calendario apremia, las bajas se multiplican, las dudas se pagan mucho más caro y la consistencia vale como nunca antes, pero este Manchester City es, ahora mismo, el principal candidato a ganarlo todo, incluyendo la Champions League. Este miércoles, en la ida de los octavos de final ante el Borussia Mönchengladbach, buscará dar el primer paso en la búsqueda por el dominio del panorama internacional. Sólo el tiempo lo confirmará.