De todas las historias que se sucedieron durante la temporada 2022/23, pocas fueron más poderosas que la protagonizada por el Napoli de Luciano Spalletti. El club del sur de Italia logró el tercer Scudetto de su historia, el primero desde 1990, aún con Diego Armando Maradona en sus filas. De la mano de la exhuberancia ofensiva con Khvicha Kvaratskhelia y Victor Osimhen, el liderazgo creativo de Stanislav Lobotka en el mediocampo y la contudencia defensiva de Kim Min-Jae atrás, los partenopeos desplegaron un fútbol que fue de los más vistosos de Europa y que, pese al pequeño bajón que sufrieron en el tramo final de la temporada, les sirvió de sobra para consagrarse como campeones de la Serie A y pasar a la historia. El verano ha transcurrido, y eso en un club con Aurelio De Laurentiis como dueño es decir mucho, y el Napoli ha logrado mantener a sus dos grandes referentes, pero también perdiendo por el camino a dos de los grandes artífices del campeonato. Luciano Spalletti, ahora nuevo seleccionador italiano, dejó su cargo para ser sucedido por el francés Rudi García, procediente de una experiencia en Arabia Saudí, mientras que el central surcoreano Kim puso rumbo a Múnich, dejando huérfano a un Napoli que solo ha incorporado para esa parcela del campo al joven brasileño Natan (22 años), procedente del Red Bull Bragantino. Si ya eran los centrales la parte más propensa a ser reforzada en el equipo, el adiós de Min-Jae deja con una dura prueba de por medio al propio Natan y a los ya presentes el curso pasado: Amir Rrahmani, Juan Jesús y Leo Ostigard. El Napoli ha empezado la temporada con un 6/9 en Serie A, con victorias cómodas ante Frosinone y Sassuolo pero también un inesperado tropiezo en casa ante la Lazio de Maurizio Sarri.
Nápoles es una ciudad muy particular, donde el tiempo da la sensación de detenerse y sus calles te envuelven haciéndote partícipe de su vida, su pobreza y su locura. Es un microcosmos donde da la sensación de que cualquier cosa que suceda lejos de esa ciudad queda muy lejano en el espacio y el tiempo y donde te da la sensación de que todas las respuestas que buscabas en la vida las vas a encontrar entre esas calles.
Si ya de por sí Nápoles es una ciudad atrapada en sí misma, los últimos meses, a raíz de la euforia por la consecución del título de liga, esos sentimientos han aumentado hasta el infinito. Lo más difícil del éxito no es llegar, sino mantenerse ahí, seguir encontrando la motivación cada día para pelear por objetivos que ya has conseguido pero que se renuevan eternamente en un ciclo sin fin. Ese es el gran reto de Rudi García y su Napoli 2023/24, lograr que el hambre siga intacta en un grupo de jugadores que ya forman parte eterna del folclore de una de las ciudades más únicas del mundo. Esto es lo que está buscando el estratega francés desde la pizarra para potenciarles y mantenerles altos:
La gran diferencia de este Napoli respecto al equipo campeón de la temporada pasada es la comentada ausencia de Kim Min-Jae en el centro de la zaga, y eso afecta a muchas más fases del juego de lo que se podría suponer a simple vista. El central surcoreano, diestro jugando en el perfil izquierdo, tenía un pie privilegiado para superar líneas rivales y encontrar a compañeros a espaldas de la presión. Sus desplazamientos largos en diagonal activando al extremo derecho eran una vía de salida muy identificable del equipo de Spalletti, a la vez que también sumaba con pases rasos verticales ayudando a construir el juego sobre el sector izquierdo, con Kvaratskhelia como epicentro ofensivo. Esa autosuficiencia de Kim en los primeros pases permitía al Napoli no tener que meter mucha gente delante de balón, pues con el central ya se bastaban para ir girando líneas e instalarse arriba. Era común, por tanto, ver a los laterales (Di Lorenzo en la derecha, Mario Rui u Olivera por izquierda) cerrar su posición, apoyar por dentro en la base detrás de línea de balón y permitir al equipo tener una red de seguridad muy fiable para recuperar la pelota rápidamente en caso de pérdida.
Ahora Kim ya no está, y Rudi García, en su búsqueda por suplir la ausencia del central, está buscando un cambio de rol de sus laterales en la fase ofensiva del equipo. Este Napoli 23/24 se está caracterizando por unos laterales muy profundos, tanto por fuera doblando al extremo como, especialmente, por dentro, fijando en zonas intermedias y buscando hundir el bloque rival. A falta de un pasador excelso que ayude a Lobotka en los primeros pases, la respuesta de García está siendo meter a más gente por delante de balón, abrir las opciones a poseedor con muchas más referencias a las que pasar. Esto, por supuesto, tiene su reverso negativo, y es que ahora el Napoli, cuando pierde el balón, se encuentra en una situación mucho más vulnerable que en la temporada pasada. El equipo tiene una primera red de contrapresión fuerte para recuperar instantáneamente tras pérdida, gracias a los muchos jugadores que acumula en el sector del balón, pero si esa primera barrera es superada el equipo queda en una situación comprometida, más teniendo en cuenta que ya no tienen a un monstruo físico en vigilancias como era Kim que podía solventar estas situaciones. La victoria de la Lazio en el Diego Armando Maradona en el último partido de liga se puede explicar mayoritariamente debido a esta fase del juego, con los vigentes campeones sufriendo muchísimo cada pérdida.
En lo que respecta a otras fases del juego, el equipo sigue teniendo un ataque posicional muy rico, con Rudi García aprovechando las bases instaladas por Spalletti. Lado fuerte en izquierda, mucha ruptura hacia línea de fondo buscando hundir la defensa rival, con un 9 como Victor Osimhen que se está desmarcando continuamente ofreciendo líneas de pase y mucha libertad para sus jugadores de ataque, especialmente para un Kvaratskhelia al que no es raro verle cruzarse el campo para aparecer sobre la derecha, sobrecargando ese sector con el equipo juntando muchos jugadores cerca del balón.
Si georgiano y nigeriano se mantienen sanos, el Napoli tiene dos jugadores de los más determinantes del planeta en su parcela ofensiva, por lo que habrá que seguir teniéndoles en cuenta para cualquier cosa que se propongan. Las dos grandes incógnitas del equipo por otra parte serán ver cómo se sobrepone la plantilla al éxito de la temporada pasada y cuánto hambre les queda, a la vez que arreglan los problemas derivados de la ausencia de Kim. Mientras, napolitanos seguirán con la ilusión de ir cada quince días a su estadio a ver a un georgiano con el dorsal 77 divertirse con la pelota, con la esperanza de que les salve la vida como Maradona salvó la de Sorrentino.