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(…) Manuel, tienes una llamada del director deportivo del Betis. Quieren ofrecernos el proyecto. ¿Te ves de nuevo con ganas para entrenar? (…)

Cuando Manuel Pellegrini tuvo la oportunidad de volver a España, su espíritu conectó con todas las cosas que le han hecho ser el entrenador que es; un hombre ajeno a las modas, que sigue viendo y mirando el fútbol como si no fuera cambiante, sino atemporal. Al fin y al cabo, la forma en la que este juego crea tendencias y correlaciones suele ser a través del éxito y no porque avance invalidando para siempre lo que se hizo en un momento del pasado. Todo es válido en el fútbol, lo único indispensable es encajar el tiempo y el espacio dentro del rectángulo, hacerlo bien y encontrar, siempre, los jugadores adecuados.

Maestro en lo suyo, Pellegrini está volviendo a revitalizar sus orígenes sudamericanos para relanzar un sistema táctico que lleva su nombre en Europa: ningún otro coetáneo ha abanderado tan bien el 4-2-2-2 desde que dirigió su primer partido en el continente, siendo en España donde su idea mejor roce y encaje ha tenido. Y lo está volviendo a demostrar, perfeccionando y acomodando de nuevo el dibujo a los nombres. Así nace su éxito en Villarreal, Málaga y Betis, vistiendo el talento con mano de sastre en su carismático dibujo, que ha colmado de buen fútbol y equilibrio el Benito Villamarín. 

El ‘ingeniero’ sostiene que en España se juega el mejor fútbol de Europa en un momento donde más recelo se ve dicha hegemonía y el momento en el que menos resultados cosecha fuera de sus fronteras. Pero de algún modo ésta es una buena forma de resumir y describir a Manuel Pellegrini como entrenador, pues los equipos de La Liga suelen tener bien trabajadas las cuatro fases del juego y su interrelación, algo que le caracteriza como constructor de equipos por encima de cualquier otra cosa que sirva como añadido. Éste es su verdadero valor como técnico; uno que quiere atacar y tratar bien el balón pero no a toda costa, no a cualquier precio y nunca de forma incondicional. Su currículum se ha constituido porque sus equipos están bien pensados, bien construidos y compiten tanto desde las virtudes propias como midiendo las del rival.

En esta su segunda temporada al frente del Betis se hacen cada vez más nítidos los pilares que sostienen sus cuatro grandes obras como técnico. En este Betis que vuela por momentos, desplegando una iniciativa y confianza individual extraordinarias, encontramos todas las constantes que se vieron en Villarreal, Málaga y Manchester. Un 4-2-2-2 donde el cuadrado central repite funciones como un reloj. Primero, dos mediocentros estables, coordinados en todos los momentos, pero sin protagonismo excesivo. Pellegrini nunca quiso ‘mandones’ ni creativos en ese primer escalón del mediocampo. En Villarreal fijaban esa zona Senna, Josico, Eguren, Tacchinardi o un joven Bruno Soriano. En Málaga estaba el eterno Toulalan junto a Camacho, Iturra o Recio, donde ninguno de ellos se levantaba por encima de la idea. En Manchester, Fernando, Fernandinho, Javi García, Rodwell o Yaya Touré, y en este Betis Guido Rodriguez o William Carvalho. Un perfil sombrío, subordinado, que labra la tierra en favor de la libertad de los dos mediapuntas, la línea del 4-2-2-2 donde los equipos de Pellegrini se vuelve tan originales y brillantes.

El sudamericano ha tenido siempre una extraña y a la vez sutil habilidad para cruzarse en el camino de aquellos futbolistas nacidos para levantar el sistema. Por petición o casualidad, que Pellegrini se haya cruzado con Canales y Fekir, así como con Riquelme, Cazorla o Pires; Isco, Buonanotte o Portillo y Silva, De Bruyne o Nasri, nos confirma que con ellos se impulsa la idea y son los que elevan el techo inicial hasta el punto de alcanzar fases y tramos de juego de una velocidad y belleza natural, y que en cierto modo vincula la libertad del jugador sudamericano con el orden colectivo que caracteriza a España. Ellos son, precisamente, los dos futbolistas que apenas le hicieron dudar cuando recibió la llamada del Betis. No había que encontrar nuevas musas.

Así, Canales y Fekir pueden desplegarse porque los mediocentros nunca retienen el balón ni lo necesitan para impactar en los partidos, abriendo espacios para que Sergio y Nabil desciendan, se abran, tracen y participen sin pisarse. Fijados entre líneas, esperando en lugar de ir a por el balón, el asunto sería mucho más problemático, encerrándoles y obligándoles a ejecutar en lugar de imaginar, una constante que Pellegrini ha vuelto a reproducir con enorme sabiduría mientras ha juntado al equipo en sus distancias defensivas y suministrado a sus jugadores del timing exacto para entrar en juego y atacar el espacio que van generando los mediapuntas con su retención de balón. Para coronarlo, el papel de sus puntas, que igualmente imitan el papel que así tuvieron Joaquín, Baptista, Saviola, Rondón, Van Nistelrooy o Santa Cruz en la Costa del Sol o Forlán, Guille Franco, Nihat o Rossi en tierras castellonenses.

Es aquí donde no sólo Borja Iglesias o Willian Jose de espaldas ponen de cara a los mediapuntas para que la posesión se convierta en circulación entre costados, sino que el equipo haya sido capaz de hacer de Juanmi el hombre gol del momento en España. El caso de Juanmi, villancico mediante, es paradigmático del momento de juego que ha alcanzado el Betis. El delantero andaluz es un tipo enormemente particular, muy relacionado con el contexto de juego, que goza de sentido dentro de un partido cuando llega a un espacio concreto donde el tiempo se detiene. ¿Cómo es posible que Juanmi lleve 13 goles en 22 disparos a puerta y una participación en el juego tan discreta? Ésta es la prueba del algodón del Betis como colectivo: encontrar tan bien, en tiempo y espacio, a un futbolista tan singular, siempre certero cuando está libre de atenciones y sólo tiene que traducir lo generado. El conjunto verdiblanco hace todo perfecto en los primeros 90 metros del campo para que Juanmi sólo tenga que intuir, pisar su baldosa de la muerte y elevar al Betis a otro nivel. Así, Pellegrini ha vuelto a construir un equipo limpio, armónico, lijado con exactitud y sin recurrir a reinvenciones. Otro 4-2-2-2 de manual, obra de un técnico que es historia de La Liga española.

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Alejandro Arroyo
Analista táctico, scout profesional y periodista. Mano que escribe en Revista Panenka

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