Al hablar de jugadores en categorías inferiores o fútbol base, lo importante siempre está en el potencial, no en el rendimiento. Priorizar lo que se puede llegar a hacer sobre lo que se hace en el momento. Cuando ambas vertientes coinciden a temprana edad, marcando así una excepción, nos encontramos con adolescentes del calibre de Pedri, Gavi o Musiala, que parecen —ojo, parecen— normalizar estas irrupciones instantáneas y marcar la pauta en el proceso del resto. La realidad no podría estar más alejada.
En México, a menudo se confunde madurez (rendimiento) con capacidad (potencial). Los excelentes resultados en selecciones infantiles y juveniles lo avalan. Y el doloroso desenlace de las carreras de la mayoría de esos jóvenes, también. Por fortuna, Marcelo Flores demuestra no ser un futbolista maduro todavía, pero sí uno con una formación de primer nivel y cualidades excepcionales que, invariablemente, le permitirán conseguir eso que hoy afirmamos que no tiene, así como afianzarse en el plano europeo.
Además, es un jugador cuyo proceso es visto desde dos ópticas distintas, lo cual lo hace aún más interesante: lleva un desarrollo muy veloz a lo acostumbrado en el fútbol mexicano y normal, o hasta lento, dentro del fútbol inglés. Por ese mismo motivo, su situación pide a gritos ser contextualizada. Cuidar el discurso y tener las expectativas claras.
La primera vez que vi a Marcelo fue en la Istria Youth Cup 2019, disputada en Croacia. En el afán por abarcar todo aquello relacionado con las categorías juveniles en Inglaterra, una de mis pasiones, me encontré en lo más profundo de Internet con esa competición sub-16 que enfrentaba al Arsenal ante el Dinamo Zagreb, RB Salzburg y LA Galaxy. Ingenuamente, creí que se trataba de otro chico que no tendría intención alguna de representar a México.
Sin embargo, puedo decir que el Marcelo Flores de hoy ha crecido de forma exponencial con respecto a aquel que vi en esos tres partidos hace poco más de dos años. Es mejor que ayer, y mañana será mejor que hoy, sin duda, pero el camino es largo. El propio club lo sabe.
Dejó de ser ese atacante habilidoso que burlaba a un rival y ya pensaba en hacer lo mismo con el siguiente, para convertirse en un mediapunta ágil y especialista en espacios reducidos que marca diferencia a partir de su cambio de ritmo y dirección. A diferencia de casi todos los mediocampistas mexicanos, que prefieren ver el juego de frente o con grandes espacios, Flores es capaz de ubicarse entre líneas, recibir perfilado, orientar el control e inmediatamente echar a andar su fantástica conducción. Es un privilegiado técnicamente.
Su bajo centro de gravedad es clave para ejecutar ese giro que le permite escabullirse de los oponentes. Dinamiza las posesiones y agita las líneas rivales, sobre todo si estas forman un bloque compacto. Cuando no encuentra espacio por dentro, también sabe relacionarse con sus compañeros en la banda y desde ahí abrirse paso al área, donde, dicho sea de paso, tiene un olfato muy desarrollado para aparecer sin marca y definir. La mayoría de sus anotaciones no llegan por su habilidad con el balón, sino por este instinto que lo hace indetectable.
En ocasiones sigue pareciendo un niño, y se agradece. Está lleno de energía y disfruta. No deja de mostrarse, no deja de intentar y quiere participar en todo. Eso, de igual modo, lo ha convertido en baluarte de las tareas de presión que lleva a cabo el Arsenal. Presiona y llama a sus compañeros a hacerlo.
Con esos fantásticos e inusuales atributos en la bolsa, el reto ahora está en dar el salto más significativo en términos físicos y de interpretación. Por un lado, ganar balance (fuerza, no talla); por el otro, entender que, aunque está en sus genes, no siempre puede ir a mil por hora y ser tan vertical. El juego a veces pide desacelerar y en otras tantas exige circulación. Ser más prudente si se quiere. De conseguirlo, su toma de decisiones en la última acción mejorará drásticamente.
Arsenal
La Academia del Arsenal es una de las que más ‘graduados’ tienen jugando en Premier League y Championship (segunda división). Además, hoy en día los Gunners cuentan con una de las generaciones más prometedoras de los últimos años de mediocampo hacia el frente, conformada por Charlie Patiño (2003), Omari Hutchinson (2003), Mika Biereth (2003), Salah-Eddine (2002), Taylor-Hart (2002), Miguel Azeez (2002) y John-Jules (2001). Estos dos últimos ya incluso con experiencia a préstamo.
Flores (2003) viene detrás; quizás no tanto en calidad, pero sí en proceso. Todos ellos van ligeramente adelantados, como es común en los clubes grandes de la Premier League. A su edad, ya viven su segunda temporada U23, tienen convocatorias al primer equipo o, al menos, han enfrentado rivales sin límite de edad (ya sea en EFL Trophy o a préstamo). Él es de los pocos que no lo han hecho.
Observamos lo mismo si lo equiparamos con prospectos similares. Shola Shoretire (2004, Manchester United), Harvey Vale (2003, Chelsea) y James McAtee (2002, Man City) ya hicieron pretemporada y debutaron oficialmente en el primer equipo, y han sumado 38, 28 y 44 apariciones, respectivamente, dentro de la categoría a la que el mexicano acaba de ascender. Mientras tanto, Hannibal (2003), el chico del Manchester United U23 con quien tanto se le ha comparado en redes sociales por ir convocado a la selección absoluta de Túnez, disputa esa categoría desde los 16 años con una jerarquía impactante.
No obstante, si alguien tiene claro que Flores tardará un poco más en desarrollarse, es el propio Arsenal. Tan pronto como cumplió 17 años (edad mínima para firmar un contrato profesional en Inglaterra), el club londinense le ofreció un contrato por cinco años; algo que, en lo personal, jamás había visto. Es normal que dichos acuerdos se hagan a los 17, pero estos suelen tener una duración de tres años —máximo cuatro— a fin de desarrollar a los futbolistas y con 20-21 tomar una de las siguientes determinaciones: dejarlo libre, cederlo otra vez u otorgarle contrato de primera plantilla. A Marcelo lo esperarán. Saben que la paciencia es vital con él.
Permaneció con el U18 hasta los 18 (poco común) y recién comienza una nueva etapa llena de pequeños desafíos, pero que necesita enfrentar. Dar una serie de pasos. El primero está siendo firme, e irá adquiriendo mayor protagonismo. Por esa razón, todavía habrá que esperar una temporada, o un poco más, antes de verlo de lleno en el fútbol profesional. El debut es algo lejano, y más con un Arsenal exigido a tope luego de quedar fuera de todas las copas.
Resulta indispensable dimensionar la locura que es la Premier League; una burbuja a la que solo los mejores tienen cierto acceso. De su generación, por mejor que sea, si acaso llegarán dos o tres. No hay que obsesionarse con eso. Si no es ahí, Marcelo lo tiene todo para destacar en otro sitio. Su formación es un auténtico tesoro.
Selección Mexicana
Expuesto lo anterior, llegamos con seguridad a la pregunta más difícil del examen: ¿Debe o no debe ser convocado a la selección mayor? No hay duda. En definitiva, la Federación Mexicana de Fútbol debe hacer todo por ‘amarrarlo’. Un proyecto de jugador como este no se puede escapar bajo ninguna circunstancia.
Y así como eso es indiscutible, igualmente lo es que las cosas se vuelven más complicadas a mitad de una eliminatoria mundialista. Podemos cuestionar con justa razón las decisiones de Gerardo Martino como seleccionador, pero es una realidad que, en un momento tan crítico como este, forzar el debut de un chico pasa a segundo término.
Son partidos que no se deciden tan rápido como para darle entrada y, a su vez, escenarios con un nivel futbolístico, de estrés y presión, extremadamente superiores a lo que él conoce como para utilizarlo. No resolvería ninguno de los problemas del combinado nacional. El impedimento no es que no haya debutado, sino que no ha enfrentado un solo rival mayor de 23 años. Y no vendrá a hacerlo por primera vez para meter a México a la Copa del Mundo. Quizás no estemos ansiosos de ver lo que «hoy» puede ofrecer Marcelo, más bien estamos ansiosos de un ídolo.
Las últimas jornadas del Octagonal lucen como la oportunidad perfecta para llamarlo. En caso de conseguir el boleto a Qatar, la celebración deberá incluir su aparición oficial con la casaca Tricolor, que lo confirmaría como la pieza más interesante de cara al siguiente ciclo mundialista y al Mundial U20 en 2023.
No se trata de involucrarlo hasta que sea un futbolista consolidado de 26 años. Hablamos de meses. No hace falta dividirnos en este tema. Cuando uno espera por algo o por alguien sin certeza de que llegará, es normal que exista incertidumbre. Pero cuando es inevitable, no queda más que tener paciencia y disfrutar. Disfrutar de tener un jugador formándose en la élite europea. Disfrutar y aprender de su desarrollo. Disfrutar del camino. Tomen asiento, Marcelo Flores llegará.