Después de casi 40 años, y tras caer en el grupo de la muerte con Bélgica y Croacia de por medio, Marruecos participará en unos octavos de final de una Copa del Mundo. Lo hace en lo que es uno de los primeros partidos oficiales de Walid Regragui al frente del combinado nacional. Y lo hace, en un partido, donde dominó durante el primer tiempo y se encontró cara a cara con los nervios en la segunda. Ni la figura de Alphonso Davies ni el arreón final de Canadá pudieron con la ilusión de un país entero, que llevó en volandas a los suyos durante todo el encuentro.
Sin balón, Marruecos se estructuró en un 4-5-1 clásico con las referencias defensivas habituales, y con el sello marcado de Walid Regragui: juego asociativo, jugadores dinámicos en movimientos y con la intención de crecer a partir de asociaciones cortas y bien elaboradas. Desde el primer minuto de partido le impusieron un ritmo alto al encuentro, siendo dominadores a través de la pelota y sabiendo cuándo salir de presión en cortos (superioridad numérica entre los jugadores de primeras líneas) y largos (conocedores de los muchos problemas del cuadro canadiense protegiendo juego directo).
Asismismo, no tardaría Marruecos en ponerse por delante en el marcador (tres minutos) con un tanto de Hakim Ziyech tras un error grosero de Steven Vitória, primero, en su cesión al portero, y la pobre corrección del guardameta Milan Borjan, regalando un balón muerto a los pies del extremo del Chelsea. Lejos de dar un paso atrás, Marruecos siguió hilando buenos momentos con balón ante el 4-4-2 rival. Nuevamente en el 22′, en un reinicio con espacios en la base, Achraf buscaría un envío largo para Youssef En-Nesyri para que este, a través de su gran zancada, se impusiera a la pareja de centrales y pusiera el 2-0 con un disparo fuerte, raso pero que encontró el fondo de la portería. A estas horas, Marruecos estaba primera de grupo por encima de Bélgica y Croacia.
Marruecos se encontró en una fiesta de la que era el protagonista. Cada lance se resolvía con una acción favorable al cuadro visitante, ya fuera desde el plano individual o en colectivo. Canadá, por su parte, dio la sensación de ser incapaz de entrar al encuentro: cada posesión le duraba poco, y apenas tenía mordiente cuando recibía Alphonso Davies como hombre libre. En este sentido, empezando como banda derecha, pronto Davies empezó a aparecer por dentro, como de mediapunta, aunque sin grandes sensaciones individuales desde esta posición. Sería a partir del 1-2, con un gol en propia puerta de Aguerd, la forma en que Canadá entraría definitivamente al encuentro tras unos primeros 40′ de menos a más.
En el segundo tiempo, el guión respecto al primero empezaría a ser escrito con otra tinta distinta. El gol de Canadá al borde del descanso les metería de lleno en el partido, empezando a dejar buenos ataques posicionales en campo contrario, ahora con mucho más dominio de balón y siendo claramente dominadores. Marruecos, por su parte, se resguardaría en un bloque medio sin apenas saltos sobre la primera línea rival. Empezarían a sumar ocasiones una tras otra los de John Herdman, empezando a protegerse bien ante los contragolpes rivales… Y tendrían un aviso importantísimo a 20′ del final con un doble remate aéreo repelidos ambos por el larguero. Pero nada. Marruecos resistiría y clasificaría, 36 años después, a unos octavos de final de una Copa del Mundo.