Amén de ritmos, niveles, encajes en contextos colectivos y mil parámetros más, la variabilidad de un jugador para responder de forma diferente ante un mismo estímulo -o incluso ante distintos- es de los enteros más valiosos en un fútbol cada vez más mecanizado. La diferencia siempre es marcada por el diferente, como no puede ser de otra forma. Y el diferente, por definición, no deja de ser otro que aquél que “no es igual, no se parece o tiene otras características o cualidades al resto”. No existe mejor descripción que esta para Mathys Tel (2005, Bayern Múnich), el enésimo talento ofensivo criado en suelo francés.
Las categorías inferiores del fútbol francés son ricas en talento y, por consiguiente, en títulos. El talento, en cualquiera de sus formas, siempre gana más títulos que la pizarra. Por eso no se entiende pizarra sin talento, pero sí a la inversa. Este año, Francia sub-21 aplastó a sus compañeras de grupo para avanzar como primera de cara al Europeo del próximo año; la sub-20 conquistó el prestigioso Torneo Toulon; la sub-19 cayó en semifinales, pero dejó buenos momentos en el Europeo; ¡e incluso la sub-17 de nuestro protagonista conquistó la Copa del Mundo de Israel! ¿Cuestión de buenas pizarras o de magníficos jugadores? Los próximos años del fútbol francés y la selección absoluta darán respuesta.
En general, Mathys Tel no sólo no depende de contextos concretos, sino que además es de ese tipo de delanteros que saben responder de forma distinta ante mil escenarios diferentes. Es un portento a casi todos los niveles; en el físico, con altura, piernas largas y una fuerza importante para el cuerpo a cuerpo; en el técnico, con un impecable primer control y registros distintos cuando toca encarar. También en el plano interpretativo, sabiendo dar los pasitos adecuados en el momento previo a la recepción para lograr ser lo más determinante posible. Partiendo de esta base, el delantero francés es uno de los atacantes más completos del panorama europeo. No por nada, este mismo verano el Bayern München ha soltado hasta 20 ‘kilos’ por el francés de apenas 17 años.
A nivel de juego, emparejado con su par, el francés tiene fuerza y un buen uso de su cuerpo para imponerse en duelos cuerpo a cuerpo e influir tanto al pie de espaldas, fijando al central rival mientras retiene balón o manteniéndose rocoso cuando su primer control no es preciso. Además, por si fuera poco, es un jugador que disfruta de este baile con el defensor rival, en tanto que ante balones al espacio goza de una imperial zancada que le permite, incluso partiendo desde más atrás, llegar a balones y ganar la posición que un segundo antes tenía aparentemente dominada el central rival. Pero Mathys Tel no es tan solo un delantero de apoyos y rupturas: también sabe caer a banda y lograr un impacto importante.
Sobre todo en sus momentos en izquierda, Tel es un futbolista con un notable cambio de ritmo que esconde una gran capacidad de desborde a partir de su zancada, amplia y bien coordinada, y sus gestos técnicos en espacios medio-amplios. El uso de la bicicleta como forma de desborde es más discurso que recurso cuando pisa línea de banda. Porque, en sí, su fútbol, visto desde un plano global, es de figura dominante. Y sabemos lo que ocurre con los jugadores determinantes: lo son sobre cualquier contexto, ante cualquier estímulo y pese a cualquier ‘pero’.