México 0-0 Costa Rica: acertijos sin respuesta

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La FIFA dice en su reglamento de juego que la distancia entre una portería y otra debe ser de entre 90 y 120 metros. Sin embargo, para la selección mexicana de Gerardo Martino, esa distancia parece tratarse de kilómetros. Parece ser un camino eterno que apenas tiene ductos de ventilación como entradas. Si bien en CONCACAF los primeros 60 o 70 metros se sortean bien dada la calidad de los jugadores mexicanos, además de la poca presión efectiva que realizan los contrarios, es en los últimos 30 donde los rivales suelen alinear hasta 10 jugadores (ayer Costa Rica en un 1-5-4 en la última media hora), donde todo se dificulta más y la creatividad, valentía, regate y dinámica se vuelven necesarias.

Este domingo, México empató sin goles ante Costa Rica en un partido donde, de nuevo, se vieron ciertas incoherencias en el plan inicial, con incapacidad de encontrar buenos movimientos para controlar la transición defensiva y muchas dificultades para abrir la línea defensiva rival sin necesidad de abusar del pase al área desde la banda. Esto, sumado a la resistencia que tiene el cuerpo técnico a cambiar ciertas piezas, las cuales han demostrado en más de 180 minutos que no cuentan con las características adecuadas o no viven un momento de forma óptimo para jugar estas eliminatorias, ha llevado a la selección a meterse en un espiral en el que el clima cada vez parece más nublado. Además, la inconmensurable fe que tiene México como país en las voces “autorizadas” de la televisión mexicana y de más medios de comunicación no deja de poner su granito de arena para desensibilizar la situación y llevarla a un estado extremista donde se repite por todos lados que:

  1. El ‘Tata’ y sus auxiliares no tienen una idea clara de a qué quieren jugar.
  2. Héctor Herrera, Héctor Moreno, Rogelio Funes Mori y cuanto más caso se le ocurre a la persona en turno, no son jugadores con las habilidades necesarias para estar en la selección nacional de México y, por tanto, son reemplazables por cualquier jugador de moda en la liga local.

A pesar de los problemas descritos hace dos párrafos, las aseveraciones que se hacen como verdades absolutas en programas famosos y redes sociales quedan muy lejos de describir, al menos de una forma general, la realidad por la que pasa el equipo mexicano. Si bien el plan de Martino para el partido del domingo pasaba por encontrar a sus extremos -Lozano y Corona- rápido y bien abiertos para poder aprovechar sus duelos (y ambos ofrecieron un partido aceptable al menos durante los primeros 60 minutos), también el encuentro se puede explicar de una forma más sencilla a partir de sus mediocampistas y sus laterales. Son roles que llaman la atención.

Sobre el portero y los centrales no hay mucho que decir. Más allá de que se reclame la presencia de Johan Vásquez, los centrales mexicanos comparten características principales: buen pie para el primer pase en la organización de los ataques y momentos de sufrimiento cuando tienen duelos individuales contra jugadores como Joel Campbell. Moreno y Montes no son las razones de un buen o mal accionar de México ayer. Quizá, sólo remarcar que César nunca pudo contener la fuerza mental y física que tuvo Campbell durante los 90 minutos. En ese duelo entre los futbolistas de Monterrey y en la concentración defensiva que tuvo el bloque (4+5 o 5+4) que planteó Costa Rica (notables Francisco Calvo y Keysher Fuller) estuvieron las posibilidades de los centroamericanos. Afortunadamente, su plan sólo se vio reflejado en dos oportunidades frente al arco de Guillermo Ochoa.

Sin embargo, hubieron algunas otras jugadas que, aunque no terminaron con disparo, sí pusieron en evidencia al equipo mexicano. Ni en el primer tiempo con Edson Álvarez de mediocentro mordiendo alto, ni en el segundo, con Héctor Herrera arriesgando pases desde su posición como mediocampista más retrasado, México pudo sentirse seguro en su transición defensiva. Las preguntas botan al instante.

¿Era necesario Edson Álvarez si no hay movimientos trabajados para que pueda desmarcarse de la responsabilidad de organizar con balón? ¿Tener a Héctor Herrera lateralizando a la zona izquierda de la línea defensiva se complementa bien con el buen accionar del pie izquierdo de Moreno? ¿Compensa el accionar de Herrera como director de orquesta siendo mediocentro (como jugó en el 2T), si sus -muy probables- pérdidas de balón no están preparadas con movimientos previos de los compañeros que lo rodean? Cada jugador de fútbol en el mundo necesita contextos propicios para que sus virtudes resalten y no queden expuestos.

Y es aquí donde entran al debate los laterales. Por derecha, han pasado casi cuatro años desde que Juan Carlos Osorio generara polémica al declarar que prefería tener ahí jugadores como Carlos Salcedo o Edson Álvarez para cubrir bien el trazo aéreo frontal o los centros a segundo palo. A la fecha, no se ha encontrado un dueño de la posición. Luis ‘Chaka’ Rodríguez parecía ser el indicado por el nivel que en su día alcanzó con Tigres. Un lateral asociativo con calidad técnica y creatividad recibiendo el balón al pie.

Sin embargo, a enero de 2022, el nivel individual de Rodríguez está en horas muy bajas y lo demuestra en varias facetas del juego. El domingo no logró ser constante en sus incursiones en campo contrario por banda y tampoco preciso en los lapsos en los que se sumaba al medio campo para acompañar a Herrera. A pesar de sus buenas intenciones con los dibujos que crea en su mente, siempre parece un segundo más lento que lo que necesita la jugada.

Por el otro lado, hablamos de un Jesús Gallardo al que el cuerpo técnico de la selección parece no terminar por entender. Jesús nunca ha sido el lateral largo que solamente va sobre la banda. Muy por el contrario, cuando el ahora extremo de Monterrey se siente más cómodo es cuando, a ritmo alto, puede ir combinando pases, conducciones y carreras sin balón por esos primer y segundo carril del campo y terminar, si la jugada lo requiere, en el balcón del área o como interior izquierdo. Es más Marcos Alonso que Andrew Robertson, si el ejemplo se me permite. Sus minutos en el segundo tiempo de ayer lo pueden confirmar. Para lo otro, para ir por banda y centrar, está Gerardo Arteaga, de buen accionar en el último tercio del partido.

Notas positivas de la segunda mitad fueron los primeros minutos de Lozano, Pineda (‘Charly’ no pudo encontrar su lugar para influir en el 1T) y Corona. Los dos extremos tuvieron las intenciones de centrar a segundo poste todas las veces posibles (dos remates conseguidos), los intentos para probar disparos desde media distancia y la visión para tratar de poner pelotas en la medialuna para la llegada del mismo Orbelín o Luis Romo, este último recuperando un poco sus bonos con una actuación satisfactoria. Sin embargo, el gol nunca cayó y, con cansancio, los errores empezaron a aparecer con más continuidad y la mente empezó a nublarse.

En conferencia de prensa, Gerardo Martino fue muy autocrítico. Sin embargo, a los ojos de quien escribe, parecieron declaraciones más del librito del equipo de prensa para el manejo de la situación que conclusiones hechas a conciencia de forma personal o grupal con su staff. Sus esfuerzos en los próximos meses deberían enfocarse en el reconocimiento de lo que son y no son ahora mismo sus jugadores, y profundizar en lo que necesita el equipo para funcionar. Ojalá se anote pronto contra Panamá, se despejen algunos fantasmas y se mantenga certeza competitiva después. El panorama no es tan oscuro, ni en el cargo del entrenador, ni en los nombres de la nómina. Una o dos conclusiones nuevas, dos o tres goles para no perder la sonrisa y alguna victoria merecida pueden cambiar mucho el panorama para volver a ver los rayos del sol.

Por: Eduardo Zurita

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Editorial Puskas
Proyecto periodístico dedicado al fútbol. Análisis, historias y entrevistas.

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