Milan vs Verona: Osvaldo Bagnoli

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Hablar de Verona es referirse a una de las ciudades más importantes de Italia. Por su ubicación geográfica, fue un punto clave durante el Imperio Romano, donde se unían cuatro de las vías principales. Culturalmente, es reconocida por su Arena, el teatro romano y la casa di Giulietta, donde se desarrolla Romeo y Julieta de William Shakespeare. Durante el Siglo XIII y XIV, fue gobernada por la Familia Della Scala, hasta que en 1387 llegaron los Visconti, familia del Ducado de Milán, terminando así la dinastía.

Si de fútbol hablamos, el enfrentamiento entre los dos principales equipos de la ciudad es conocido como el Derby della Scala, un partido que se ha jugado muy pocas veces: solamente 19 y diez de ellas en Serie A. Las buenas épocas de uno no han coincidido con las del otro. La mejor del Chievo Verona, a principios del presente siglo, cuando llegó a disputar la Champions League y la Copa UEFA. La del Hellas Verona, en los ochenta.

Si el fin de la familia Della Scala y esa época de Verona se dio por la llegada de los milaneses a la ciudad, se puede decir que, cientos de años después, la llegada de un milanés, Osvaldo Bagnoli, significó el inicio de la época dorada del fútbol veronés. Nacido en las afueras de Milán, debutó con el rossonero a mediados de los cincuenta, en el final del GreNoLi, donde ganó los únicos dos títulos de su carrera, una Copa Latina y una Serie A. Después, pasó por el Hellas Verona en Serie A y B, fue al Udinese y otros equipos más. No fue un jugador brillante.

Una vez retirado, inició su carrera como entrenador. Se sentó en los banquillos del Verbania, Solbiatese, Como, Rimini, Fano y Cesena. Finalmente, esas vías, como en la época del Imperio, lo llevaron a Verona, y fue otra vez al Hellas, como cuando era jugador. En ese momento, era un equipo con un presente malo y un futuro que pintaba peor. Después de haber estado tres años en Serie A, descendió en 1979 y los dos siguientes estuvo cerca de llegar a la tercera división. Por ello, en 1981, el presidente Guidotti le habló a Osvaldo Bagnoli.

Después de una primera vuelta irregular y una segunda a gran nivel, el equipo gialloblù finalizó la Serie B en el primer lugar, consiguiendo el ascenso a la Serie A en la primera temporada de Bagnoli y dando de qué hablar por su Zona mista, una variante del Catenaccio que hizo famosa Giovanni Trapattoni, alumno de Nereo Rocco en el Milan de los sesenta. Alguna vez, Osvaldo dijo que a quien más le había aprendido era a Bruno Arcari, auxiliar del uruguayo Héctor Puricelli, quien lo debutó en el Milan.

En la primera temporada con Bagnoli en Serie A, el Hellas Verona sorprendió a Italia finalizando en cuarto lugar, la mejor posición del club en su historia. En Coppa Italia, llegó por primera vez a la final, misma que perdió contra la Juventus, con gol de Michel Platini en el último minuto. El equipo le había dado a la ciudad su alegría más grande, futbolísticamente hablando, y el proyecto apenas iniciaba.

Volvió a llegar a la final de la Coppa Italia en la siguiente temporada, esta vez cayendo contra la Roma en el último año de Di Bartolomei y Liedholm, quien fue compañero de Bagnoli en Milán. En Serie A, terminó sexto y cayó en los dieciseisavos de final de la Copa UEFA. Otro año en el que los tifosi se quedaban con buen sabor de boca.

El 16 de septiembre de 1984, el Hellas inició la tercera campaña en primera con Bagnoli en el banquillo, recibiendo al Napoli en el Stadio Marcantonio Bentegodi. El partido, para sorpresa de todo el mundo, que estaba pendiente del debut de Diego Armando Maradona en Italia, lo ganó de manera contundente. Ni una sola derrota en las primeras 14 jornadas, la primera fue contra el Avellino en el último partido de la primera vuelta.

En Navidad, Osvaldo se reunió con sus jugadores y les dio un discurso para convencerlos que el objetivo había dejado de ser la salvación del descenso, el nuevo era ganar el Scudetto. Para la segunda vuelta, la primera derrota llegó en la jornada 25, contra el Torino, y llegó a preocupar en Verona porque el toro se acercaba en la clasificación, pero nunca perdió la punta. El 12 de mayo de 1985, con un empate en Bérgamo en el penúltimo partido de la temporada, se selló el milagro.

La ciudad de Romeo y Julieta era una locura. Verona, por primera y única vez en su historia, festejaba un título importante. Fue una hazaña considerada como la más grande del fútbol italiano, a la par de la lograda por el Leicester City de Claudio Ranieri en Inglaterra. Sin figuras, superaron a los grandes equipos del Calcio ochentero.

Salvo un cuarto lugar en 1987, los resultados de los años posteriores al Scudetto fueron de acuerdo a la historia del club. Los problemas financieros se hicieron presentes, el Hellas tuvo que vender a muchos jugadores y terminaron descendiendo en 1990. Pero esa temporada le dejó a Bagnoli una revancha personal.

El 22 de abril, en la penúltima jornada, venció al Milan, que llegaba como líder. Al final, se coronó el Napoli de Maradona, un duro golpe para el rossonero, pues era el segundo Scudetto que se le escapaba en Verona. 17 años atrás, en 1973, el Milan de Cesare Maldini cayó igual contra el Hellas en el Stadio Marcantonio Bentegodi, y la Juventus de Cestmir Vycpalek, tío de Zdenek Zeman, se coronó con un punto de ventaja.

Regresando a 1990, un mes antes de la derrota en Verona, al Milan lo golearon consecutivamente la Juventus e Inter, lo que hizo pensar a Silvio Berlusconi en echar a Arrigo Sacchi, que terminaría ganando la Copa de Campeones de Europa contra el Benfica en mayo. El histórico periodista Gianni Briera, cercano a Il Cavaliere, le sugirió a Bagnoli, con pasado rossonero, y a quien consideraba más capaz. La respuesta fue un rotundo no, argumentando que no quería a un comunista en el club, algo que sorprendió a Osvaldo cuando se enteró, ya que él mismo se consideraba un ignorante en temas políticos.

Osvaldo Bagnoli no bajó a la Serie B con el Hellas Verona. Fue al Genoa y los metió a la Copa UEFA al finalizar en cuarto lugar en Serie A, llevándolos hasta las semifinales. Después llegó al Inter y y tuvo una buena primera temporada, pero la segunda fue muy mala, por lo que lo echaron antes de terminar. Así, puso fin en ese momento a su carrera como entrenador para pasar tiempo con su familia. Este fin de semana, el club que lo vio debutar y el equipo al que dio la mayor satisfacción de su historia se enfrentarán en el barrio de San Siro, cuando el Milan de Stefano Pioli reciba al Hellas Verona de Igor Tudor, en un partido que históricamente le ha traído grandes desgracias a los lombardos.

Texto escrito por @Gutila5ta.

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Editorial Puskas
Proyecto periodístico dedicado al fútbol. Análisis, historias y entrevistas.

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