Corría una tarde cualquiera de 2019, de esas que podrían convertirse en largas y aburridas de no ser por los siempre divertidos torneos de categorías inferiores (bendita UEFA Youth League y benditas competiciones internacionales), cuando la realidad estuvo a la altura de las expectativas y un Bélgica – Ucrania sub-19 se tornó en motivo para levantarse del sofá cada 30 segundos. El nombre de Lois Openda me invitó a sumarme a la fiesta del partido, pero la figura de un rubio del este de Europa, con pelo largo y el apellido similar a cierto Balón de Oro, me impulsó a quedarme. Aquella tarde, Bélgica perdió por 2-5. La gente todavía no lo conocía, al menos futbolísticamente, pero aquel día Mykhaylo Mudryk se descubrió al mundo.
Mykhaylo Mudryk (21 años, Ucrania) es, por perfil, un extremo izquierdo a pierna cambiada con una capacidad para dinamitar encuentros que los grandes de Europa empiezan a valorar (no son pocos los grandes clubs que se han apuntado al jugador del Shakhtar Donetsk como gran oportunidad de mercado). En general, Mudryk es un jugador agresivo, intenso cada vez que le llega la pelota, ciertamente precipitado pero con capacidad para encarar y amenazar con situaciones de desborde. Aquel partido, -donde, por cierto, Openda estuvo desaparecido-, define de maravillas lo que es Mudryk: un jugador ansioso por tener balón, dinámico, con buenos gestos, y que a la contra se transforma en un futbolista letal.
Pero el contexto actual al que lo tiene acostumbrado su equipo no es aquel en el que se desarrolló aquél día. En su momento, al contragolpe, se mostró como un futbolista diferencial. Lo sigue siendo. Pero, además, con balón no son pocos los argumentos que activa en favor de su equipo. Partiendo generalmente desde la banda, es un futbolista con capacidad para limpiarse a la presión de encima con buenos recortes, siendo veloz y teniendo una gran zancada, que además suma a su inmenso repertorio una gran capacidad para trazar diagonales tensas que obligan al reagrupamiento inmediato de su rival. Es un extremo con capacidad de desborde en carrera, que a nivel asociativo tiene sus momentos y que para nada es dependiente de la banda para lanzar “su jugada”.
Por si fuera poco, sus cifras son también un argumento de valor para ser considerado por los grandes de Europa: en los 19 encuentros de esta temporada suma 8 goles y 8 asistencias. Es un extremo que esconde una estrecha relación con el gol, además de todo el trabajo a nivel defensivo que le suma al equipo. No necesita quedar descolgado para ser un peligro al contragolpe, pues su magia está en la velocidad, la zancada, el regate en carrera. Está en esos 20-30 metros que recorre con balón, ganando duelos y escapando de acosos, con una violencia que amenaza al lateral desde lejos y que lo obliga a retroceder en lugar de avanzar.
Con todo esto, Mykhaylo Mudryk es uno de los llamados a cambiar de aires en el próximo mercado estival. No son solo sus cifras, sino la sensación de pavor que provoca en los rivales. Su movilidad para amenazar por fuera o relacionarse por dentro es difícil de controlar desde la estructura, pues Mudryk tiene, además, un intangible valiosísimo en jugadores con tantísimo talento: es intenso, agresivo, pero además insistente. Parece jugar cabreado, como si el partido le estuviera dejando algo a deber, y tiene un hambre por jugar muy reconocible entre los mejores. Es, esto mismo, lo que separa al “bueno” del “mejor”. A Mudryk no le falta nada de esto. Personalidad, talento y carisma. Las oportunidades llegarán por sí solas.