El Manchester United despidió a José Mourinho el 18 de diciembre de 2018 tras caer 3-1 ante el Liverpool en Anfield. Quizás, por el ambiente que se crea cuando llega a su tercer año en el banquillo. Pero, sobre todo, por una serie de errores y dudas en el mercado que han invadido las altas esferas de Old Trafford desde 2013. Las incógnitas sobre cómo construir un proyecto ganador sin Sir Alex Ferguson volvieron con fuerza tras la Copa del Mundo de Rusia y acabaron con el proceso de Mou. En pleno 2020, volvieron para minar la confianza y el juego del equipo que hoy lidera un Ole Gunnar Solskjaer que podría enfrentar el mismo destino hacia el final del año.
En la 2017-18, The Special One fue capaz de hacer subcampeones a los Red Devils con 81 puntos –19 por detrás del Manchester City de Guardiola–. De cara al nuevo curso, dijo que fue uno de los mayores éxitos de su carrera. Tiempo después, ya como comentarista en beIN Sports, volvió a tocar el tema diciendo que “lo repito porque la gente no sabe lo que sucede detrás de cámaras”. Y así fue. Para julio y agosto, luego del mundial y con la promesa de recibir todo el soporte económico y deportivo posible en el mercado, le fallaron. Incluso se le ofrecieron 100 MDE para fichar en enero. Pero nada sucedió. La directiva le dio la espalda.
El lusitano quería un par de centrales de élite, un extremo y un mediocampista para tener mejores soluciones en contextos de mucha posesión o en repliegues medios-bajos. Raphaël Varane, Diego Godín, Toby Alderweireld, Willian, Ivan Perisic o Sergej-Milinkovic Savic eran los objetivos. Ninguno llegó. El mismo Harry Maguire fue parte del scouting previo a la 2018-19 –y habría salido del Leicester City por 75 millones de euros–; sólo ficharon a un lesionado Diogo Dalot (22 MDE, Porto), ahora cedido en el Milan, y a Fred (Shakhtar, 59 MDE). Cinco meses después, el estratega noruego tomó el relevo como interino. Entonces, tiró de un pequeño hilo táctico y una eclosión anímica soberbia en torno a su figura para consolidar una racha invicta de 11 partidos que acabó en el 0-2 del PSG en la ida de octavos de Champions League.
Año y medio más tarde, con un tercer lugar en liga (66 puntos), los errores se repitieron. En el verano de traspasos más largo de la historia debido al COVID-19, de vuelta en Champions League y con semifinales jugadas en todas las copas, ni los Glazer, Ed Woodward o Matt Judge (negociador en jefe) pudieron darle las herramientas necesarias al plantel para reforzarse. Y, por ende, se cerraron nuevas vías para alimentar una idea de juego que parecía asentarse hacia el final del curso pasado y daba ciertas señas de alta competitividad. Por su trabajo en términos de estrategia deportiva del primer equipo, pero también porque, mientras se tiene claro que la inversión a futuro para la academia es vital, hay muchas más dudas que certezas en el primer equipo.
El aporte económico y la capacidad de negociación de la directiva podría ser siempre el primer problema. Sin embargo, se ha considerado muy poco que, entre la poca pericia para salir al mercado y la cantidad de jugadores que no encajan más en la plantilla, se dificulta la toma de decisiones del cuerpo técnico en torno al armado. Esto se ha traducido en una constante confusión al tratar de establecer qué se quiere hacer y cómo se desea hacerlo. Allí, por ende, la elección de los perfiles para poder diseñar una idea y un modelo de juego coherentes se convierte en un problema serio. Así, pretemporada aparte (sólo uno de cuatro juegos disputados por contagios en los rivales), se resume el primer mes de competición en el Manchester United.
En consecuencia, la detección y el diagnóstico de necesidades en Carrington –donde también tiene mucho que ver el staff actual– han venido muy a menos. Obligados a proponer la mayor parte de los cotejos desde la posesión y el dominio posicional (parte de lo que pensaba Solskjaer al inicio de la 2018-19), los entrenadores Devils han errado en sus filtros de selección para los miembros una línea defensiva que tendría que vivir mucho más cerca de campo contrario. Y, además, se han dejado de lado los roles que, bajo el sistema diseñado con base en el 4-2-3-1, se requerirían más pronto que tarde.
En suma, se habrían necesitado centrales de élite –capaces de sumar con balón y defender a campo abierto–. Junto con ello, un lateral derecho con mejor lectura defensiva y mejores registros ofensivos, un pivote nominal como recambio de Nemanja Matic y un mediocampista organizador (en el rol de Paul Pogba). Todas estas adiciones se quedaron en espera cuando eran urgentes para ganar consistencia en ataques posicionales, protección de la profundidad defensiva, mejor gestión de alejados y solidez en defensa del área.
En la búsqueda por un extremo derecho –rol huérfano desde el adiós de Nani en 2014–, Jadon Sancho se convirtió en la prioridad para dar un salto de calidad diferencial respecto a Daniel James. Sin embargo, ni tener acuerdos personales desde julio bastó para reclutarlo. Allí, justo en el Deadline Day, emergió Facundo Pellistri (Peñarol, 10 MDE), quien pasará directo al primer equipo y, a priori, se convertirá en una de las alternativas del DT noruego por la banda diestra. Un nuevo rostro que, de entrada, se topará con un Mason Greenwood que seguirá creciendo a pasos agigantados partiendo desde ese costado, aunque todos sus atributos lleven a pensar que construirá su carrera como un segundo punta.
Pero, entre tanto, los otros supuestos objetivos en roles y demarcaciones claves para dominar con balón fueron alejándose por las dudas de los entrenadores y el approach de la directiva sobre la agenda del primer equipo. Nombres como Thiago (Liverpool), Dayot Upamecano (Leipzig), Kalidou Koulibaly (Napoli) o Gabriel (Arsenal) se alejaron, el mercado siguió su curso y la premura tomó el mando de las operaciones en Old Trafford. Entonces, se consumaron traspasos que, en general, no han tenido una línea coherente conforme a lo que sea que busque diseñar el timonel nórdico.
Entre las presiones de tiempo, las distintas inconformidades en múltiples esferas del club (plantilla y fanáticos), se movieron fichas que tienen caminos encontrados. Por una parte, el arribo de Donny van de Beek ha supuesto un sobrecupo de mediapuntas. Si bien el holandés da un nuevo nivel a la zona con Bruno Fernandes y Juan Mata, lo cierto es que no resuelve los problemas estructurales que suponen Paul Pogba y Scott McTominay en el doble pivote (poca capacidad para resolver de espaldas y bajo presión). Su llegada desde el Ajax por 40 millones de euros fue, en palabras de los directivos, una oportunidad de mercado scouteada y pensada por Solskjaer por casi seis meses.
Por otra parte, Alex Telles se convirtió en el único fichaje lógico del verano. Los 15 millones invertidos en un lateral zurdo que incrementa las posibilidades de éxito para construir un lado fuerte más estable en izquierda hicieron mucho sentido. Aunque, sin un central capaz de defender a campo abierto, será mucha labor del staff compensar sus espaldas con Harry Maguire buscando protegerlo. Conseguir esto, como en muchas otras fases del juego y casos especiales, ha sido una limitante. Ante estos contextos, Solskjaer suele no tener respuestas.
Es, quizá, el DT del Big Six con menor capacidad para ganar un juego desde su dirección de campo, sea con el fin de otorgar control, ajustar la altura del bloque o modificar la presión en momentos críticos (ante el Tottenham, por ejemplo, con uno menos). Y su plan inicial tampoco se flexibiliza fuera del 4-2-3-1 típico o aquel 3-4-1-2 reactivo de mediados de temporada. Es un embudo en la pizarra cuya solución estaba por verse con fichajes, aunque, sin ellos, precipita mucho las limitaciones del «Asesino con cara de niño» para dar una base táctica sostenida a lo que tiene.
Además, la llegada de Edinson Cavani supone otra gran incógnita frente a tales conflictos estructurales. El uruguayo pudo romper la Premier League hace dos temporadas, y ahora llega como otra oportunidad de mercado magnífica –libre de contrato y con años legendarios entre Napoli y PSG–. No obstante, y aún con el regreso de Odion Ighalo a China durante el invierno, será importante saber cómo se le involucrará en el circuito asociativo considerando que, aunque se dé más por ciertos estímulos entrenados, lectura e intuición propia, los flancos ya están cubiertos por Marcus Rashford y Mason Greenwood.
En esa línea, será esencial ver de qué está hecho el mánager noruego para encajarlo en su plan. Una vez más, aún con su renombre y las acciones con alto valor de gol, contradice las urgencias del plantel y relegará en algún momento a un Anthony Martial que viene de dar la temporada de su vida como un atacante de élite. El francés consiguió 23 goles y 12 asistencias en 48 encuentros, siendo casi medio sistema ante la ola de lesiones a finales de 2019 y dando sentido a cada ataque a partir de sus apoyos, caídas a banda, el pivoteo de espaldas al rival y absorbiendo el choque de los adversarios con mucha jerarquía.
Las dudas seguirán saliendo a medida que avance la 2020-21. Por este mercado de traspasos, pero también por la capacidad del nórdico para encajar un rompecabezas que parece no tener coherencia para jugar de forma reconocible y estable. Llegar a Navidad con una plantilla que prende de alfileres, siempre está más cercana al error y va llena de agujeros es algo a lo que José Mourinho no sobrevivió en 2018. En parte, por sus afrentas a la directiva, pero también por la calidad de sus hombres de zona baja. Hoy, la historia es la misma, aunque con un gasto mucho mayor y resultados menos alentadores que en aquel subcampeonato ante el Manchester City.
Si el noruego no diseña mecanismos realistas con lo que tiene, su imagen de leyenda no bastará para seguir al mando en Old Trafford. Las pruebas más duras vendrán tras la fecha FIFA. Primero, ver si puede exprimir al máximo sus recursos, proponer soluciones para proteger una línea defensiva limitada para lo que busca y ajustar sobre la marcha si el partido de lo exige. Luego, si es el líder moral que pueda revivir anímicamente a un equipo que, como local, ya cayó ante Crystal Palace (1-3) y Tottenham (1-6) en un mes.
A partir del 17 de octubre, serán tres semanas capitales, sin tregua, colmadas de rivales en momentos muy diferentes. Newcastle, PSG, Chelsea, Leipzig, Arsenal, Basaksehir y Everton se ven en el horizonte, hasta el 7 de noviembre. Además, Harry Maguire, aunado a sus múltiples carencias técnico-tácticas, arrastra más de 55 partidos jugados y no está entero físicamente; Bruno Fernandes, entre una cuarentena reglamentaria por el COVID positivo de Cristiano, la supuesta disputa con Ole y una carga amplia de minutos en la espalda. Lo que quede de proyecto dependerá de estos factores. El calendario apremia, las soluciones faltan y los nombres no están claros. El tiempo corre y la esperanza en el ciclo Solskjaer parece tener fecha de caducidad.