Es difícil que en un encuentro de cuartos de final de una Eurocopa, Francia y Portugal no se jueguen con el máximo respeto. Ninguna de las dos quiso molestar mucho los primeros pases del rival. Riesgo cero en las fases defensivas, pero también en las ofensivas. Roberto Martínez y Didier Deschamps, ambos con cuatro centrocampistas (contando a Bernardo Silva y Griezmann), fueron jugando su propia partida, tapando agujeros, mientras los protagonistas buscaban acertar en las áreas. Y ahí, el acierto siempre fue del que defendía o, al menos, el desacierto fue del agresor. Portugal progresaba hasta cierto punto, pero entre su problema habitual de las pocas recepciones a espaldas de medios, los pocos desmarques de ruptura y que apenas cargaba el área por miedo a la contra gala, no terminó de desmelenarse. Francia, más allá de las transiciones y de la agitación que supuso la entrada de Dembélé, tampoco se acercó mucho a Diogo Costa. Apenas durante un lapso entre el 60′ y el 75′, cuando se sumaron varias ocasiones portuguesas y transiciones por parte francesa, el encuentro se jugó ante bloques medios-bajo difíciles de superar. Con más control de la Seleção das Quinas, que no aprovechó los varios momentos en los que encontraba ciertas grietas en el sólido bloque galo. La igualada, que pudo truncarse en cualquier momento, terminó en una tanda de penaltis que será recordada por el palo de João Félix.
Francia se estructura en 3-4-1-2, y sujeta a los cuatro defensas con Kolo Muani y Mbappé, colocados entre central y lateral. Pero tampoco Griezmann participa en exceso entre líneas. Al igual que Francia, Portugal tiende a progresar por la banda izquierda. El balón fue, a grandes rasgos, luso. En parte porque sus ataques estuvieron más asociados a la pausa. Pero ninguno se presionó los primeros pases en los reinicios, y tras pérdida, presionaban unos pocos pero equilibraban o replegaban el resto. Porque ambos tienen futbolistas con un buen pie para salir de presiones, y porque Tchouaméni, por un bando, y Palhinha, por el otro, ayudaban a los centrales a ser uno o dos más ante los puntas rivales.
En el caso portugués, además, Vitinha, Bruno Fernandes y Bernardo Silva ofrecían, a su modo, una ayuda directa a esa primera línea. Vitinha porque se acercaba a Palhinha para hacer un 2×1 contra Griezmann, pues Kanté no se atrevía a seguirle tan arriba (lo que hubiera supuesto agrandar un espacio perfecto para potenciales recepciones por dentro de Cristiano o Leão). Bruno Fernandes porque con sus movimientos hacia banda obligaba a Tchouaméni a decidir: seguirle y hacer un agujero en el medio o a dejarle solo (que era lo que ocurría). Y Bernardo Silva porque no paró quieto. Un falso extremo derecho que fue variando de carril y altura de forma constante. Tan pronto aparecía en la zona de lateral, como de mediocentro, entre centrales o en el costado izquierdo. Participó mucho, pero muy lejos de zonas determinantes.
Pero gracias a todo esto y a que sus circulaciones eran más serenas y al pie, Portugal se afincó más tiempo en mitad del campo galo. Tras los primeros compases, Deschamps tomó sus dos primeras decisiones. Camavinga y Kanté se intercambiaron sus posiciones pasado el cuarto de hora. Se me ocurren varias razones por las que se prudujo esto: Deschamps quería un zurdo en el costado derecho y un diestro en el izquierdo para favorecer un tipo de circulación que condujese más hacia dentro; prefería a Camavinga por el costado más buscado para progresar y donde el papel de lateral+extremo se notaba más;que fuese Kanté quien vigilase más veces a Bernardo Silva o Cancelo y Camavinga a Vitinha o Nuno; o que . La segunda decisión fue pedirle a Kolo Muani que ayudase a Koundé con Rafael Leão. Viendo como el blaugrana tenía problemas con el milanista y teniendo en cuenta el trabajo que estaban teniendo los medios franceses con la movilidad de Bruno, Bernardo y Vitinha y las apariciones de Nuno Mendes, Deschamps le dijo al ex del Eintracht que Mbappé solo hay uno y que tenía que echar una mano atrás.
Un Rafael Leão quien, por su parte, tenía también el permiso de Martínez de permanecer arriba para tratar de sujetar a Koundé. No lo consiguió, pues el lateral derecho fue el único miembro continuo en el ataque francés por la banda derecha (Deschamps tardaría 67′ en poner a un extremo como Dembélé para que Nuno Mendes tuviese un 1×2 en contra, y cuando lo hizo, obligó al milanista a ayudar a lateral). Pero esa posición de Leão cuando Francia atacaba obligaba a que Upamecano (muy abierto) y Saliba viviesen en un 1×1 continuo ante el jugador del Milan y un Cristiano, quien consciente de sus limitaciones, buscó más el desmarque de apoyo que el de ruptura. De todas formas, Saliba tuvo una gran noche y limitó su papel. La otra gran estrella, Mbappé, fue de más a menos. Ninguno tuvo acierto en los remates como acostumbran.
Tras una primera parte sin casi ocasiones, en la segunda acabó viéndose más veces el área. Francia genera más en transiciones; al contrario que Portugal, que salvo por su banda izquierda, no está pensada para correr. Utilizaron más la circulación por fuera y acumulación en un costado, para aprovechar los cambios de orientación. Maignan, como las paradas a Vitinha y Bruno) paró más que Diogo Costa, pero porque los disparos de Francia o fueron bloqueados (salvador Rúben Dias), o no encontraron puerta como los de Camavinga o Dembélé. Un Dembélé que agitó el encuentro desde su ingreso hasta el 90′, con sus regates y salidas por diferentes perfiles, pero al que le volvió a faltar la definición entre palos o el centro medido para evitar que el encuentro llegase a la prórroga. Martínez frenó un poco el efecto Dembélé renovando su banda derecha. Con Semedo y Francisco Conceição por Cancelo y Bruno Fernandes, colocando a Bernardo Silva por detrás de Cristiano, provocará que Theo tenga exceso de trabajo. Pero el 0-0 va a seguir vigente.
El primer tiempo de la prórroga fue para los ibéricos. Francia pasó la mayor parte del tiempo en bloque medio-bajo 4-5-1, sin presionar y encima viéndose defendiendo área más veces de las esperadas. Con Rúben Neves colocándose en la línea de centrales o justo por delante, Vitinha a camino entre la zaga y la delantera, Portugal siguió hiriendo a Francia progresando por la zona de Mbappé, que no ayudaba tanto a Lucas como el partido demandaba. La estrella, algo apagada durante todo el torneo, en parte por el veleiodoso acierto que parece haberle abandonado, en parte por lo doloroso de su fractura que la ha de incordiar durante cada minuto del día estaba siendo un problema más que una potencial solución. En esa orilla, la energía de Semedo y Francisco Conceição sumados a los apoyos de Bernardo Silva, provocaron que Kanté, Camavinga, Lucas y Saliba tuvieron que multiplicarse. Aun así, Portugal disfrutó de ocasiones necesarias como para evitar los penales.
En el descanso del tiempo extra, Deschamps evitó que la herida sangrase, introduciendo a Barcola por Mbappé. Más que por lo que fue capaz de hacer Barcola con balón, su cambio se debe considerar positivo por lo que significó cuando Francia no tenía el esférico: Semedo pasó a no atacar solo y, a la vez, Francia también se decidió a subir unos metros en la presión. Adelantando sus líneas de presión y escondiendo mejor la pelota, para llegar a zonas de finalización con acciones casi siempre de Dembélé, Francia revirtió el dominio luso. También Martínez quiso dar un último aporte. Con Nuno Mendes siendo un elemento más fijo como extremo, el técnico español pensó que introducir a João Félix para que jugase por el carril del 10, entre central y lateral derecho, era buena idea. Lo pudo ser, pero más allá de algunos arrastres para Nuno y un cabezazo que se fue al limbo, como tantas otras ocasiones de Portugal, los minutos del barcelonista serán resumidos en el penalti lanzado al palo.