PSG 0-1 Bayern Múnich: una bella paradoja

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El fútbol es un deporte precioso. La incertidumbre de no saber qué va a suceder, de si la realidad va a superar a lo que uno imagina, lo hace un juego incomparablemente especial. Porque en el fútbol 2 + 2 no siempre son 4, y aunque jugar bien te acerque a ganar, nunca te va a asegurar hacerlo. Si no que se lo pregunten a Mauricio Pochettino y a Hans-Dieter Flick después del magnífico duelo de Champions que hemos presenciado. Paris Saint Germain y Bayern de Múnich vencieron siendo inferiores a sus rivales, y salieron derrotados cuando menos lo merecieron. La bella paradoja del fútbol condensada en 180 minutos.

Dicho esto, es debido hacer un paréntesis para redimirnos de no haber empezado esta crónica con el hombre de la noche –y de la eliminatoria-. Neymar da Silva Santos Júnior volvió a corroborar que pertenece al lugar de los más grandes, justificándose de algo que la opinión pública aun no parecía tener del todo claro. Si antes decíamos que en el fútbol no hay certezas, el brasileño, tanto en la ida como en la vuelta, se ha empeñado en llevarnos la contraria. Como se ha visto tantas veces, Neymar ha vuelto a dejar claro que llegando sano a primavera es un jugador que nunca deja a deber. Si en la ida dominó, la vuelta fue la excelencia. Y es que la clasificación del París es difícil de imaginar sin su figura.

Lo del Parque de los Príncipes fue diametralmente opuesto a lo del Allianz Arena. Si en Alemania, el Bayern dominó y el PSG ganó; en Francia, el PSG dominó y el Bayern ganó. El partido que el París jugó anoche no tuvo nada que ver con la ida. A pesar de seguir con bajas capitales como Marquinhos o Verrati, el conjunto parisino, colectivamente, esta vez sí dejó patente la jerarquía que ha ganado en los últimos años. Principalmente, esto se vio en cómo trató la pelota. Y es que no hubo ni rastro del miedo escénico que se apoderó de ellos en Baviera. A ningún jugador del PSG le quemó el balón y la intención fue siempre saltar la presión del Bayern, asumiendo un riesgo que, a la postre, a pesar de no marcar, le dio sus frutos en forma de ocasiones. El PSG dictó el ritmo y el Bayern nunca pudo atacar, ni en cantidad ni en calidad, como lo hizo en su estadio. 

Pero reducir la clasificación del París a Neymar y al buen hacer del equipo con balón sería un tanto injusto, pues hubo un puñado de actuaciones individuales que merecen ser destacadas. Mbappé volvió a causar pavor al espacio, Dagba y Diallo mejoraron enormemente su rendimiento, Danilo sostuvo al equipo en el punto de penalti, Gueye y Paredes fueron fundamentales conservando el balón y saltando la primera línea de presión bávara, etc. Pero justo después de Neymar, hay que rescatar el nombre de Ángel Di María. El fídeo no se llevará las luces, pero su partido estará ahí para los que lo vieron en directo. El argentino fue la figura clave para que Neymar pudiera recibir en ventaja, sin tener que bajar una altura, antes de lanzar al espacio a Kylian Mbappé. Lo suyo saliendo de presión, por puro talento y grandeza, fue otro de los grandes alicientes de la noche. 

A nivel defensivo, Pochettino también introdujo matices. Con un bloque en 4-4-2 a altura media y las líneas muy juntas, el PSG pretendió orientar la circulación del Bayern hacia fuera para que los bávaros apenas tuvieran juego interior. Además, por fuera, Draxler y Di María estuvieron muy pendientes de Davies y Pavard una vez cogían altura. De hecho, solamente Leroy Sané logró salirse del guion y representar una amenaza real para el PSG. El atacante alemán, en el segundo tiempo, fue muy superior a Bakker en el uno contra uno, significando la única vía que tuvo el Bayern para girar al París durante un tramo prolongado. Pero su partido, a pesar de que fue bueno, adoleció de los mismos problemas que tuvo el Bayern. Desequilibró y generó, pero le faltó determinación. Si los alemanes llegaron con vida al final del partido, fue, en buena medida, porque Lucas estuvo excelso corrigiendo a campo abierto y Neuer bajo palos fue diferencial. Robert Lewandowski volvió a ser extrañado.

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