El fútbol escapa a toda lógica. Nadie podía esperar un desnivel tal antes de la eliminatoria entre el líder de la liga francesa y el de la inglesa. Pero tampoco nadie podía esperar, viendo cómo se desarrollaba el encuentro en el Parc des Princes, que el PSG viajase a la vuelta sin un resultado favorable. Al descanso, ya parecía increíble el 0-0. Alisson Becker tenía la culpa. Cuando en el 87′, tras más heroicidades del guardameta brasileño, Elliott, en el primer chut a puerta de los reds, la incoherencia se vistió de rojo. 27 tiros y más del 70% de posesión, pero el resultado era adverso. «Creo que si hubiéramos empatado aquí, ya habríamos sido los afortunados, y eso está claro para todos», dijo el técnico del Liverpool Arne Slot.
«Hoy han sido mucho mejor equipo. Especialmente en la primera parte, tuvieron muchas ocasiones de gol, como cuatro grandes oportunidades. En la segunda parte, siguieron siendo el mejor equipo. Han sido superiores».
Arne Slot, entrenador del Liverpool

El Paris Saint-Germain barrió por completo al Liverpool. El mismo conjunto inglés que cuenta con una ventaja de 13 puntos con su inmediato perseguidor en la Premier League. Los mismos que habían ganado la macroliga que ahora es la primera fase de esta Champions. El equipo de Slot fue un muñeco de trapo en manos del de Luis Enrique: sin ninguna duda, el balón y el control del espacio fue parisino.

Hambre de balón
Muchos factores se combinaron para este abismal dominio. Desde muy temprano, por intensidad a la hora de robar, el PSG le quitó el esférico al Liverpool que fue retrocediendo cada vez más. Luis Enrique, el entrenador, ha conseguido moldear a sus jugadores en once figuras que ponen las mismas ganas sobre el césped que el Luis Enrique jugador. Los franceses no pararon de sumar duelo tras duelo ganado: 45/67 duelos por el suelo y 10/16 aéreos fueron para los pupilos de Luis Enrique. Una media de 65%.
Pero no solo en las batallas individuales o en cualquier estadística positiva la acaparaba el Paris, sino en la propia agresividad e intención a la hora de recuperar. Mientras el Liverpool esperaba, porque tampoco parecía organizado como para intentar el robo, el Paris mordía. Además, con los locales instalados en campo contrario, fueron numerosas las recuperaciones tras presionar tras pérdida.
Pero también cuando a los Reds les tocaba reiniciar desde Alisson el PSG salía victorioso. El 6×6 planteado en la presión por parte del PSG a los reinicios invitaban al Liverpool a jugar en largo. No en vano, existía un 4v4 en la última línea suculento. El problema para los reds es que durante 85′, Marquinhos (Luis Diaz), Pacho (Jota) y Nuno Mendes (Salah) ganaron casi cada duelo. Y qué decir de Vitinha. Con Hakimi emparejándose con Robertson, era el mediocentro quien se encargaba de completar esa línea de cuatro ante el balón largo para buscar frenar a Szobozslai. Ya fuese ante los balones largos o en los intentos de transición red, lo consiguieron.

El Liverpool también buscaba presionar arriba. La diferencia fue que el PSG sí que buscó la manera de saltarla a través de la triangulación. Si hacía falta, con hasta siete jugadores en el primer tercio y con Vitinha colocándose entre centrales en el limite del área pequeña para alejar a Szoboszlai de la ecuación. La superioridad numérica (8v6) en primer tercio se transformaba también en ventaja cualitativa debido al acierto muy elevado de Vitinha, Marquinhos, Pacho, Neves o Fabián.

Después de conseguirlo, aunque tampoco fueron muchas las ocasiones en las que el Liverpool forzó un reinicio desde Donnarumma, plantaba su campamento base en campo rival sin demasiadas dificultades. Entre la superioridad numérica del PSG en el círculo central, el buen funcionamiento parisino a la hora de realizar los desdoblamientos (intercambios posicionales que permiten mantener la estructura, pero que la hace más complicada de defender) y el acierto en el pase de casi todos los elementos rojos y azules, el Liverpool se veía desbordado.
Tampoco tenía muy claro cómo hacer frente a ese «fútbol champagne» en el que todos juegan de todo. Dembélé, delantero centro, puede aparecer como extremo o de interior. Vitinha, Fabián o Neves, medios, aparece en la primera, segunda o última línea en función de lo que consideren oportuno. Mientras, los laterales pueden verse de extremo o interior; y los extremos pueden ocupar el carril central o cualquiera de las bandas. Para muestra un botón: en algún momento del encuentro, la posición de referencia entre centrales la ocuparon desde Dembélé, Barcola, Kvaratskhelia, Fabián, Neves, Achraf hasta quedar huérfana por momentos. Basta con dos ejemplos para ilustrarlo:


Lo que se mantenía como norma era la escalada de Achraf por la derecha (interior o extremo), la primera línea de tres integrantes (dos centrales más Nuno al principio y Vitinha después), una pareja de medios por delante (uno centrado, el otro escorado) y que un miembro de la pareja de medios debía unirse como sexto atacante cuando el esférico estuviese en el último tercio. Pasando la estructura de un 3+2+5 a un 3+1+6.
Todo esto llevó al Liverpool a variar la forma de replegarse. Partió con un bloque medio en el que Salah en la derecha debía quedar algo más descolgado, mientras que Jota-Szobozslai por delante de Gravenberch debían tapar los pases por dentro, pero no funcionó. Entre que siempre existia un hombre libre y que el PSG lo encontraba, los franceses podían progresar. Y con Mac Allister hundiéndose para controlar al eventual interior derecho (ver ejemplo 1), el PSG podía avanzar por ese costado derecho.

Sea como sea, los parisiens crearon peligro de todas las maneras posibles: a balón parado, en transición ofensiva o presión tras pérdida o también en jugadas más largas. El problema fue que el día acertado lo tuvo Alisson más que Kvaratskhelia, Barcola o Dembélé (finos en cuanto al regate, menos en los disparos). También que Alexander-Arnold, mayor punto débil de la zaga scouser, era el lateral de la banda menos utilizada. Y quizás Fabián, Neves, Mendes o (sobre todo) Achraf estuvieron por debajo de un nivel brillante.
Matices diferentes, mismo dominador
En la segunda parte, más de lo mismo, pero con ligeros cambios. En el PSG, Kvaratskhelia pasó a quedarse más fijo en la izquierda, con Barcola como referencia. Dembélé, sin abandonar el carril central, sí que pisó más veces el costado derecho compartiéndolo con Achraf. También Fabián apareció más a menudo en el segundo escalón, dando vuelo a un Neves no tan acertado como en otras ocasiones. Aunque, sin duda, el peso del juego siguió siendo para Vitinha, cuyas estadísticas evidencian el impacto: 4/6 regates, 6/8 duelos ganados y 109/114 pases completados.
Por su parte, el Liverpool, como se ha dicho, sí que ajustó su forma de replegarse. Retroceder a Luis Díaz (extremo) para ayudar a Robertson sirvió para a Mac Allister para situarse a la altura de Gravenberch y no como un quinto defensa. También se vio a Szoboszlai mucho más pendiente del mediocentro de turno por delante de la línea de tres. Es cierto que los reds pudieron salir en más ocasiones a la contra, porque el cansancio del PSG empezó a notarse, la presión tras pérdida no funcionaba igual y la entrada de Curtis Jones o Darwin Núñez ayudó a salir del agujero en ciertas acciones, pero tampoco es mentira que si no existía un error del Liverpool antes, aparecía un robo parisino.
De este modo, el partido siguió siendo parisino y Alisson siguió deteniendo disparos entre los tres palos. Ahora con Doué, desde el extremo izquierdo, siendo más protagonista e inquietando más que un más precipitado Dembélé y un desatendido Gonçalo Ramos. Los minutos pasaban y el bloque medio del Liverpool pasó a ser más veces un bloque bajo. Hasta Núñez o Salah, como se aprecia en la imagen inferior, ocupaban la altura de la pareja de medios (Endō-Mac Allister).

Y, entonces, llegó lo impensable. Balón largo de Alisson; Marquinhos pierde un duelo aéreo ante Núñez, todos los zagueros parisinos se arropan juntos delante del balón en la zona central, pero nadie tapa (Nuno Mendes tarda en darse cuenta) la carrera del recién ingresado Elliott. Harvey sube como una exhalación y, en su primer contacto, supera a Donnarumma. El golpe anímico fue tal que el PSG no tuvo fuerza ni para tener una última clara. En una semana se verá si la incoherencia fue un accidente o el daño emocional ha sido irreversible. Lo que parece seguro es que otra noche como esta, no hay Anfield que lo soporte.
«Hoy ha habido un equipo muy superior a otro. Es un día para alabar, elogiar y animar a los jugadores. El partido se pierde porque Alisson ha hecho cinco paradas increíbles. El Liverpool solo ha jugado así contra nosotros; pero no porque hayan jugado diferente, sino porque no les hemos dejado».
Luis Enrique, entrenador del PSG