Cuando consigues que talentos como Kvaratskhelia, Dembélé o Doué estén integrados en la idea de juego y les ofreces un contexto propicio, llevas a un equipo que tiene de por sí mimbres fuertes (el hoy ausente Marquinhos, Pacho, Nuno Mendes, Vitinha, Neves, Fabián…) al siguiente nivel. Como viene pasando desde hace unas cuantas semanas, otro equipo de la Premier tras Manchester City y Liverpool llegó al Parc des Princes y salió empequeñecido.
En el descuento, redondeó una remontada tan consecuente con lo visto como clarificadora con el desparejo nivel de ambas escuadras. El Paris Saint-Germain no solo ha ganado su liga seis fechas antes del cierre, sino que a nadie podría extrañar que el conjunto de Luis Enrique que juega al son de Vitinha alce en Múnich el gran anhelo de cada parisien. Como dicen en suelo francés y como muestran en cada duelo, este PSG tiene faim de loup. Hambre de lobo.
«Hemos controlado el partido. Siempre es difícil atacar a un rival bloque medio-bajo. Creo que hemos sido constantes. El equipo ha estado a un nivel muy alto. Si no, no es posible minimizar al Aston Villa. Seguir insistiendo en saber lo que sabes bien, te hace más fuerte, y así lo hemos demostrado en la competición», Luis Enrique, entrenador del PSG.

Aunque el sistema era un 4-3-3, el PSG se asentaba en un 3+1 que formaban los mimbres de los primeros pases de cada jugada y la red de seguridad en caso de pérdida, con la premisa de que siempre hubiese amplitud en ambas bandas (a poder ser con interior+extremo) y un total de seis jugadores por delante del mediocentro (Imagen 1). Quien ocupase cada demaración, como es habitual, fue totalmente variable a lo largo de la jugada y del partido. Salvo Beraldo y Pacho, más fijos como zagueros en esa línea de tres, todos pasaron por casi todos los sitios. La estructura por encima del nombre.

El PSG dominó pero le costó generar ante el bloque bajo
Para contrarrestarlo, el Aston Villa intentaba dibujar un 4-4-2 en bloque medio que se deformaba rápido en un 5-4-1, cuando no en una línea de seis. Emery, que volvía a su casa, quiso que su pareja de centrales estuviese siempre tapando la zona más céntrica de la defensa (buen partido de Konsa), obligando a sus medios a hacer las coberturas pertinentes hacia los costados en caso de pase a la espalda de la defensa.
Por otro lado, Emery también exigía más recorrido defensivo al centrocampista de banda izquierda (Ramsey) que al derecho (Rogers). Así, si en la derecha Cash (Disasi en la segunda parte) fue quien debía de saltar con extremo izquierdo; en la izquierda, el lateral (Digne) defendía más por dentro ante el nominal interior derecho parisino, siendo Ramsey el encargado de tapar a quien ofreciese la máxima amplitud. Por eso, Ramsey se las vio casi siempre con Hakimi, pero también con Doué, Dembélé o Kvaratskhelia, mientras que Digne tuvo a Doue como referencia en multitud de ocasiones.
Aunque esa paridad (2×2) Luis Enrique buscó descompensarla sobre todo por la derecha añadiendo piezas a la zona, y obligando a Tielemans a desdoblar esfuerzos y salir de la zona. Con la banda derecha parisina como centro de operaciones, la banda izquierda era la más golosa para un regateador: ante cambio de orientación iban a existir más escenarios de 1×1 con espacio.

Emery, como se decía, quiso que Rogers no bajase tanto y para elló movilizó a su mediocentro derecho (Kamara) casi como un tercer central para estar pendiente del interior izquierdo de turno. A menudo fue Nuno Mendes, pues Fabián o Vitinha se desdoblaban con el lateral izquierdo portugués para insentarse en esa primera línea de tres. Esos movimientos dispares de los dos medios (Tielemans escorado y persiguiendo hacia banda izquierda y Kamara casi como central derecho) obligaba a McGinn a actuar como un mediocentro más para evitar recepciones por dentro de la referencia de turno (Dembélé). Lo que complicaba también las opciones de salir a la contra.

Y si el Villa parecía estar defendiendo bien, se estaba quedando corto para llegar hasta las inmediaciones de Donnarumma. Con balón, el Aston Villa prefería la opción del juego en largo, pero Pacho se convirtió en una escoba que de primeras o segundas acababa por barrer todo. Además, Dembélé se encargaba de oscurecer siempre a Pau Torres e invitar a los de Birmingham a iniciar a través de Konsa.
Aparte del juego directo, las pocas veces que los ingleses tenían el balón controlado, Unai Emery buscó desnivelar la paridad en el medio ante la presión local en el centro del campo (3×3: Vitinha con McGinn, Neves con Tielemans y Fabián con Kamara la gran mayoría de las veces) interiorizando la posición de Ramsey (fotos inferiores). En la segunda parte, con la entrada de Asensio y el paso de McGinn a la banda, será el escocés quien realice esa función.


Esto obligaba a Hakimi a decidir si abandonar su zona o su marca, pero fueron pocas las veces que el Villa tuvo la pelota. En el minuto 16, contaban 18 pases completados. La posesión al descanso no llegaba al 30% para los ingleses. Así que al equipo de Emery solo le quedaba correr en algún robo en campo propio para correr, esperando que el carácter de Tielemans o McGinn o la calidad de Rashford para aguantar como el llanero solitario les permitiese, al menos, no vivir 90 minutos en campo propio.
El 0-1 de Rogers (35′) aprovechando un poco de todo eso (pérdida de Nuno Mendes tras cortar un pase de Konsa dirigido hasta el interiorizado Ramsey), los villanos parecían tener un premio ofensivo desproporcionado a sus méritos ante Donnarumma. No es algo nuevo para el PSG esta temporada, pero en esta ocasión, tenían tiempo de sobra para enmendar la desventaja.
Antes de que se hiciese bola, solventaron la papeleta, metiendo una marcha más antes de que el Villa saboreara nada. Para el descanso, Désiré Doué había estrellado un balón en el palo que por casi sorprende a Emiliano Martínez, había marcado un golazo desde la frontal (en una acción que nace en un córner sacado en corto) y había hecho de nuevo trabajar al Dibu con otro poderoso chut.
Reanudación demasiado larga para los villanos
Quizás encajar fue el acicate que necesitaban los galos para volver a subir el ritmo de juego e imponer una calidad que durante la segunda parte también se percibió. En una de las primeras contras del PSG (llevada de derecha a izquierda rápido y con taconazo de Dembélé por el camino) y sin necesidad de superiroidad numérica, Kvaratskhelia fue capaz de bailar con Disasi, salir por su lado antinatural y encontrar la escuadra próxima del Dibu con la izquierda.
Al 49′, el PSG ya ganaba, pero el 2-1 no alteró demasiado el guion. Si acaso, pasados los primeros instantes de toma y daca, suavizó el tempo. El PSG, que pudo correr alguna ocasión más cuando el Villa llegaba a campo rival y no finalizaba, escondió el balón (casi 850 pases). Liderados por Vitinha y sin la necesidad imperiosa de desarbolar rápido la amplia defensa del Aston Villa que, en bloque bajo, se movía de forma más bien pasiva, el PSG vivió más que cómodo.
Los cambios de Emery no modificaron tampoco mucho el devenir. Ni Asensio (Ramsey) a la hora de partido, situando a McGinn en la izquierda, ni la triple sustitución en el 80′ con Watkins (por un Rashford desaparecido), Maatsen (McGinn) y Onana (Tielemans) ofrecieron el cambio de escenario radical que necesitaban los lions de Birmingham.
«Son favoritos, dominaron con el balón, con buenos extremos, jugadores que juegan con mucha intensidad en el mediocampo. Con el 2-1, quería que saliéramos adelante y ganáramos el partido. Pero, por otro lado, no quieres que el partido se descontrole. Claro que podemos hacerlo mejor la semana que viene», Unai Emery, entrenador del Aston Villa.
Luis Enrique, por su parte, quiso estimular la fase ofensiva con Zaïre-Emery (Fabián) y Barcola (Doué). Cuando parecía que los villanos se irían con una derrota por la mínima, el PSG dio un paso de gigante para estar en semifinales en el 92′. Dembélé, recibiendo a espaldas del único mediocentro (foto abajo izquierda), filtró al espacio entre Konsa (central nuclear) y Kamara (el mediocentro/central derecho). Nuno Mendes, partiendo como interior izquierdo de nuevo, con su recorte a Konsa y disparo con la derecha enmendó su pérdida del gol en contra redondeando otro buen encuentro.


Quedan 90′ en Villa Park y son dos goles de diferencia, pero lo ocurrido en el Parc de la capital francesa (por el cuánto y el cómo) tiene pinta de decisivo.