PSG 5-0 Inter: el baile de los estorninos

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Todos hemos visto bandadas de pájaros moviéndose al unísono; virando y variando su rumbo como si estuviesen telepáticamente coordinados. Algunas especies, como los gansos o patos, vuelan en V, ganando aerodinámica y ahorrando esfuerzos. Otros, como los estorninos, dibujan formas volubles, impredecibles y a la vez armónicas con la intención de salvaguardarse de los depredadores. Se le conoce como danza de los estorninos. La ciencia explicó su magia hace unos años. Unos etológos italianos (quién sabe si había algún nerazzurro entre ellos) descubrieron que estas aves pequeñas simplemente se coordinaban con otras seis o siete compañeras cercanas de entre las centenas de su bandada. En milisegundos, la imitación al movimiento del compañero y el efecto dominó permiten que centenares de seres independientes se desplacen como uno solo.

¿Y qué tiene que ver el fenómeno de las «murmuraciones», de este baile de los estorninos con la final de Champions? En un principio, nada en absoluto. Aunque si alguien ve la forma de atacar del PSG, desdoblando entre sí sus posiciones de forma continua y manteniendo la estructura sin encosertamientos de jugador-posición, uno puede pensar en la sincronía de los pequeños pájaros. Y no sería la primera vez que un 5-0 se adjetive con un «baile» al rival. La diferencia estriba en que los estorninos bailan para protegerse, mientras que los parisiens danzan para dañar. Ambas, eso sí, quedan muy vistosas.

Ejemplos de este baile de estorninos pueden ser los goles, aunque invito al observador a que detenga en diferentes momentos de varios ataques del PSG a ver cuántos jugadores repiten zona. La estructura en campo rival tendió a ser 3-2-5, con uno de los medios más suelto que el otro, pero salvo Marquinhos (central derecho) y Pacho (central) el resto pasó por diversas ubicaciones. No buscan participar siempre, sino que entienden que la propia jugada les hará ser partícipes si es necesario. Alternando pasillos y altura, sin pisarse entre ellos, pululando y acelerando, entendiendo que si uno viene donde estoy, yo voy donde él o donde otro que vaya donde él. Desajustar sin desajustarse.

Si soy poseedor, «solo» tengo que ver cuál es la opción de pase lógica o sencilla, salvo que el momento pida alterar el circuito de pases. Algo frecuente si cuentas con versos más libres como Doué, Kvaratskhelia, Dembélé o Barcola). Si no soy poseedor, bailo cual estornino: me fijo en mis compañeros y me muevo en función de lo que el resto decide. En el PSG de Luis Enrique ninguno es más importante que el resto, pero tampoco menos que el compañero. Aprovecha las individualidades sin resaltar una de antemano.

Por ejemplo, en el 1-0, que llega antes del primer cuarto de hora, Hakimi remata dentro del área en el carril del interior derecho un pase del extremo derecho (Doué) que recibe dentro del área también pero en el carril del interior izquierdo.

Demasiado Paris para tan poco Inter

Si el conjunto que más pases ha dado en esta Champions League y el tercero en porcentaje de posesión (59,5%) inicia de saque de centro provocando un saque de banda para el rival es porque también le gusta presionar. También es verdad que fue la única vez que el PSG pareció no querer tener el balón en control. Y si eres bueno dando pases, pero también bueno robando (líder muy destacado en el total de balones recuperados aunque con peor media que el Benfica) de forma lógica has de ser un equipo dominante. Y el PSG lo ha sido en esta Champions y de forma ostensible el día de la clausura.

Enfrente, un Inter cansado y que parecía ya vencido antes de empezar. Las derrotas en el último mes, quedándose sin la Coppa en semifinales ante el Milan y dejando escapar el Scudetto en la penúltima jornada tampoco han debido de ayudar a un conjunto que ha llegado mermado, sin suficiente energía al último mes de competición y demasiado atenazado. No fue el Inter que plantó cara a Bayern o Barcelona. Así, la final no tuvo mucha historia. Quizás, si el Inter hubiera aprovechado algún remate a balón parado… pero las que entraron otros días, hoy se marcharon fuera.

Tácticamente, el encuentro se resume en la capacidad del PSG de cortocircuitar el juego del Inter y, una vez recuperado el esférico, moverse y moverlo hasta encontrar la ocasión. Molestaron mucho las presiones individuales en cada reinicio. Los delanteros parisinos con los tres centrales, viendo a Dembélé esprintar ante cada pase atrás a Sommer. En el medio, Fabián y Neves subían más para impedir las recepciones cómodas a Çalhanoğlu y Mkhitaryan, respectivamente; mientras Vitinha controlaba a Barella. A pesar del riesgo, los laterales rouge et bleu quedaban con los carrileros nerazzurri (laxas en lado débil de balón) los centrales se las veían con la pareja de puntas (ayudados por el lateral de la banda inactiva).

El recurso del juego directo hacia Dumfries ayudó menos que cuando el objetivo fue Marcus Thuram. Barella entendió que si bajaba, Vitinha le seguía y podía limpiar el pase hacia puntas. También se probaron las acciones habituales con dejadas del tercer hombre para progresar de forma rápida y los ascensos de los defensores de Inzaghi (defensor que continúa la carrera hacia delante después de pase para tratar de romper el sistema de marcajes del rival). Con el marcador en contra también el Inter se atrevió a emparejar en presiones ante reinicios y empezó a defender hacia delante.

De igual manera, nunca terminó de sentirse a gusto, y por ende no terminó de creerse que podía. Tampoco acertó alguna acción a balón parado, como la de Marcus Thuram en el 37′, como sí le ocurrió en otras fechas. Por otro lado, pocas veces dejó el PSG de ayudarse, de realizar coberturas, y de perseguir y presionar. Además de que el triángulo Pacho-Marquinhos-Vitinha escoltados por Nuno y Hakimi volvió a rayar a un alto nivel defensivo.

Luis Enrique: «Creo que hemos entrado muy bien al partido. El equipo ha presionado con una intensidad altísima. Dembélé ha presionado a Sommer, Acerbi, Bastoni… Ha hecho una presión muy bestia que no les ha permitido pensar. Hemos tenido fortuna en los goles porque nos ha permitido tener mayor control de entrada».

Por momentos, es cierto, pecaron de precipitación a la hora de decidir (no cuando participaban Fabián-Vitinha-Neves). Dembélé, Kvaratkshelia y Doué (o Barcola) entienden que a poco que hubiese espacios podían volver a dañar. Así había ocurrido en el contraataque que había supuesto el 2-0 de Doué, pero también ocurriría en el 3-0 con el Inter defendiendo hacia delante. Ya pasada la hora de partido, Vitinha combinó conducciones conpases con lateral, central y delantero centro (con Dembélé en apoyo sacando de sitio a Acerbi) para recibir de vuelta de taco el pase de Ousmane y conducir esperando que Bastoni se le echase encima y que Barella no le diese tiempo a llegar por su espalda. Al final ni una ni otra, pero su pase fue tan preciso como el disparo a la cepa del poste de Doué que culminó la final con un segundo gol justo antes de marcharse sustituido.

Faltaban más de 20 minutos, pero la final estaba finiquitada. Llegó un 4º, el de Kvaratskhelia, con el Inter volviendo a intentar defender hacia delante, con otra recepción de Dembélé sacando a Acerbi de zona. Y aunque la devolución del punta de Luis Enrique hacia Nuno fue mala, el lateral consiguió recuperar rápido para reconectar con Ousmane quien, ahora de cara a portería rival, puso a correr con un mejor pase al georgiano. Con la toalla interista en el suelo y el PSG habiendo dado entrada a varios menos habituales, llegó el quinto. Con otro disparo muy ajustado al palo cercano de Sommer, el canterano de la Academia Senny Mayulu inscribió su nombre en la historia de las finales de Champions.

Simone Inzaghi: «No estamos satisfechos del rendimiento esta noche. Nos han dominado con una presión impresionante. Merecen la victoria. No supimos hacer lo que hacía falta. Estábamos quizá más cansados que el PSG. No estuvimos acertados en los segundos pases. Pero jugamos por la liga hasta el viernes la semana pasada y el PSG ganó la liga hace dos meses. Merecemos la derrota».

Aunque ambos estarán en el Mundial de Clubes, para el Inter parece el final amargo de un muy buen ciclo de Simone Inzaghi, mientras que el PSG parece estar en mitad de uno al que no se le aventura un temprano final. Con un modelo de juego estructurado pero variable, jugadores de gran nivel y con un hambre, esa faim de loup, que ha conseguido impregnar Luis Enrique, que se sostiene sin importar el guarismo del marcador ha provocado que el Paris Saint-Germain 24/25 haya arrasado a nivel nacional, pero también haya podido sumar su primera Champions League.

Después de demasiados años ansiando la Orejona, el premio a la perseverancia (y al gasto que ello ha conllevado en las ilimitadas arcas cataríes) llegó de forma aplastante. Quizás el PSG no se imaginó que después de tantos sinsabores, después de tantas caídas, el título llegaría de una manera tan excepcionalmente sencilla. Tan apabullante y aplastante. De la mano de Luis Enrique, el Paris ya se puede sentar junto a los vencedores de la Copa de Europa. Y después de dejar fuera a tres conjuntos de la Premier League y una manita en la final, pocos peros pueden existir.

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Rafa Medel
Rafa Medel es entrenador (UEFA A) y Periodista. Autor de "Fútbol en Blanco y Negro" (Librofutbol, 2022), trilogía que repasa la primera centuria de este maravilloso deporte.

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