Real Madrid 2-1 Atlético Madrid: narcótico croata

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El vigente campeón tomó ventaja en la eliminatoria madrileña aprovechando dos zarpazos. Pero al contrario que en el último derbi del mes pasado, ni los porteros fueron tan protagonistas, ni el Real Madrid fue dominador todo el tiempo. Para resumir estas dos diferencias, bastan dos datos:

  1. Se marcaron tres, pero los xGoals (goles esperados) fueron de 0.70 contra 0.25.
  2. Al descanso, con 1-1 desde la media hora, el Atlético había tenido más tiempo el balón (53%).

«Nos han sorprendido ellos un poco, normalmente casi siempre atacamos todo el tiempo y ellos se defienden, pero hoy han tenido más el balón y no estamos acostumbrados a eso y hemos tenido que defender», diría Rodrygo en rueda de prensa, antes de afirmar que en la segunda parte el Real Madrid estuvo mejor. Y tampoco le faltó razón.

Al menos, desde que Modrić ingresó en el campo. Entonces, y solo entonces, los blancos retomaron el mando absoluto. El veterano centrocampista ejerció de político, empoderó a propios y cortocircuitó a extraños. Los rojiblancos, que habían sido más valientes, estuvieron de acuerdo con la conclusión si la derrota era mínima. La tregua durará una semana pues, como buenos vecinos, quedaron en verse el miércoles que viene…

«El plan inicial era jugar por fuera con Vini y Rodrygo para encarar, ha salido bien en la primera jugada y después hemos perdido la paciencia, hemos forzado el juego cuando había que hacerlo de la misma manera y tener al rival en su campo. El Atlético ha tenido el control en algunos momentos pero sin crear muchas oportunidades».

Carlo Ancelotti

Con la casi repetitiva pareja de mediocentros Camavinga-Tchouaméni, Ancelotti eligió a Brahim para reemplazar a Bellingham en su doble función: banda izquierda en la fase defensiva, tercer centrocampista en la ofensiva. El hispano-marroquí, que completó un gran partido, podía aparecía desdoblándose con Camavinga en campo propio, pero viendo que sus movimientos arrastraban consigo a De Paul (alejándole de Barrios o desguarneciendo el costado de Rodrygo), empezó a vivir más escorado a babor, cerca de Mendy-Vinicius, entre las líneas defensivas rojiblancas.

Esto reproducía la habitual doble posición que ejerce Vinicius cuando Bellingham completa el centro del campo: por dentro, junto a Mbappé, cuando los blancos no tenían el esférico y en el momento de recuperación; extremo izquierdo puro cuando había un reinicio de juego favorable.

Muy abiertos esperan Vinicius (izquierda) y Rodrygo (derecha), mientras que se ve a Brahim muy marcado por De Paul.

Simeone, por su parte, fue ofensivo en los componentes de la banda izquierda: Galán, en vez de Reinildo, y Lino, en detrimento de Gallagher. En fase ofensiva, el Atlético colocó abierto a Galán y Simeone, mientras que eran Julián y Lino los que sujetaban más veces a la pareja de centrales. Esto permitía a Griezmann aparecer por diferentes carriles y alturas, yendo y viniendo a espaldas de los medios pero también apareciendo por delante de ellos. La red de seguridad, atrás del doble pivote Barrios-De Paul, los centrales junto a Llorente.

De nuevo, Griezmann fue de los jugadores con más rango de acción en los 71 minutos que jugó, pero sin tanta inspiración como otros días.

Sin balón, aparte de la vigilancia o marcaje de Rodrigo de Paul sobre Brahim, la presencia de los volantes de banda (Giuliano y Lino) cual defensas fue una constante. Por parte de Lino, era más lógico pues ya fuese Valverde o Camavinga, solía sumarse un madridista por el costado derecho llegado el balón a los dominios de Rodrygo. En cambio, la ayuda permanente que recibió Llorente de Giuliano para protegerse mejor de Vinicius, limitaba la posible transición y se entendía un poco menos porque Mendy apenas pisó zonas ofensivas.

Por todo, se notó que la semana próxima se volverán a ver. Más allá de los momentos tras pérdida, ambas escuadras se plantaban en bloque medio sin reparo. El Madrid sí intentó acosar en los reinicios de portería, pero el Atleti no lo hizo hasta cerca de la conclusión. Ambos, de todos modos, estuvieron más preocupados de no ser golpeados que de dañar.

A la hora de construir arriesgaron poco manteniendo siempre una red de seguridad (más jugadores a la altura o por detrás del balón) muy amplia. Sin importar, casi, cuántos jugadores tuviera por detrás el rival, que casi siempre fue todo el equipo rival al completo. Por ejemplo, el Atlético construía con 3+2 ante los dos puntas madridistas (aunque Brahim también saltaba a por Llorente en el momento oportuno). Eso dejaba una inferioridad manifiesta en el último tercio: 5v8; siempre y cuando Griezmann no se uniese como apoyo por delante del doble pivote blanco..

El Madrid, por su parte, apenas cargaba el área. Los madridistas buscaban que sus ocasiones naciesen o bien en transiciones/recuperaciones altas, o bien aprovechando la amplitud de los extremos o bien que una superioridad cualitativa (ser mejor que tu par) generase el peligro. Mientras, ellos buscarían que el encuentro fuese de mínimos.

Goles aislados

Más sentido tenía este planteamiento desde que el Real Madrid se adelantóen el 3′. Valverde aprovechó que Javi Galán le abrió una puerta enorme entre el lateral y su central (Lenglet) y Rodrygo no solo se metió, sino que demostró el nivel al que está para colocar con la zurda un chut imparable para Oblak. Era el minuto 4 y el Atlético ya caía en el Bernabéu. Al poco, Rodrygo cayó en el área en otro duelo que parecía ganado por el extremo. Después, su rendimiento individual mejoró, pero al principio, entre pérdidas y ese duelo ante el brasileño, Galán fue un problema…

Pero quizás fue más nebuloso para los colchoneros la aparente ansiedad que creció en sus filas. La pobre continuidad en sus circulaciones, asociadas a la precipitación o errores técnicos, lastraban casi tanto como el 1-0. Durante ese lapso, ni siquiera De Paul, ni Barrios o Griezmann ofrecían el acierto apropiado. Y al Atlético le costó salir de la presión tras pérdida, salir a la contra y asentarse zonas cómodas. Todo ello, con un Madrid que sí escondía la pelota, que encerraba mucho al Atlético (las bandas dentro del área), que arriesgaba lo justo y que tenía en piezas como Brahim, Valverde o Rüdiger piezas que sí estaban ganando confrontaciones.

Con De Paul vigilando a Brahim; se aprecia a Lino y Giuliano (sombreados) en línea con los defensores.

La luz al final del tunel rojiblanco se empezó a ver a partir del cuarto de hora. A cuentagotas pero en línea ascendete, el Atlético empezó a tocar y encontrarse en terreno contrario. Al principio, gracias a algún error madridista (pérdida, mala decisión a la hora de presión…); después, gracias al acierto propio (y al hacer bueno ese 5×2 en inicio que hemos comentado). Curiosamente, el equipo que más le había costado hilvanar juego, lograría el empate tras una acción de 19 pases. Desde la recuperación de Lenglet en medio campo hasta el derechazo de Julián Álvarez (al ángulo, por encima del central y al palo lejano de Courtois) intervienen todos los rojiblancos salvo Oblak.

Ese 1-1 no solo iguala el marcador sino que confirma la tónica de que el Atleti estaba, al menos, siendo igual de bueno que su rival. Y al descanso se llegó con esa sensación. La justa como para que De Paul empezase a tener más presencia en el último cuarto de campo. O que incluso, después de otra jugada larguísima (¡29 pases!), el propio argentino fallase en el momento del control dentro del área. Sin embargo, fue Brahim, aprovechando una buena triangulación por izquierda junto a Mendy y Vinicius quien, sentando a Giménez aún a costa de quedarse sin tobillo, acertó a romper la cintura del uruguayo (de notable partido, igualmente) y la igualada.

Brahim, justo antes de regatear a Giménez.

Tras el 2-1, el Real Madrid cambió a una nueva estructura defensiva: 4+5+1, con Brahim de interior derecho y Camavinga en el izquierdo. Quizás, la mayor libertad para De Paul (imagen inferior) de adelantarse repercutió en esta decisión de Ancelotti. Aunque no resultó demasiado y Griezmann casi aprovechó para hacer el 2-2. El entrenador italiano, cinco minutos después, desanduvo el camino y recolocó al equipo en el 4+4+2 original. Y lo modificó coincidiendo con la marcha de Camavinga por Modrić a la hora de juego. Y, por lo que se vio después, al Atlético sintió más la entrada del 10 madridista que el tanto de Brahim.

Modrić lo serena todo

Con Brahim de nuevo en la izquierda y el croata como mediocentro, el Real Madrid retomó el mando del partido. Y ya no lo soltó. De 50 pases, Luka Modrić acertó 50. En media hora, tocó más balón que Camavinga en la hora precedente. Pidiéndola y no perdiéndola, así ayudó -otro día- a su Real. A un semestre de ser un cuarentón, al croata le respeta el físico para reordenar el juego colectivo. Si Rodrygo, Valverde o Brahim aparecieron más veces de forma decisiva, no es menos lícito afirmar que la presencia del croata permitió al Real Madrid vivir más cómodo durante el tramo final.

También es cierto que Simeone puso de su parte. Nada de seguir dando libertad a De Paul para sumarse a la última línea. Y ante un Madrid más paciente, que le escondía mejor las posesiones y que le encerraba en su campo, su carrusel de cambios buscó guardarse aún más sus espaldas antes que pelearle el esférico. Las cinco sustituciones en poco más de diez minutos empezaron de forma lógica con nuevas energías para las bandas (Molina y Gallagher por Giuliano y Lino, adelantando a Llorente). El tercer cambio sorprendió más: Le Normand por Griezmann. Un central por el teórico segundo punta.

«Tuvimos mucho control de juego y una gran reacción a su gol temprano, podía haber sido diferente, pero el equipo se comprometió a jugar y a hacer el partido que queríamos. Nos fuimos al primer tiempo con la sensación de estar bien, en el segundo empezamos igual. Llegó su gol y teníamos la opción de correr riesgos y recibir el tercero o competir».

Diego Simeone

Por mucho que después entrasen Correa y Sørloth por la pareja de mediocentros (el Atlético se colocó como se aprecia en la imagen inferior), el mensaje era claro. Porque solo era el minuto 71 cuando se marchó el 7 rojiblanco. La estructura para atacar era la misma que en casi todo el partido (3+2+5) y la defensa de área tampoco iba a cambiar, pero el esquema mental no era igual. «Si buscar el empate puede convertirse en mi tumba, prefiero empezar con esta desventaja en el Metropolitano», pensaría Simeone en el banquillo. Buscaron presionar arriba, pero tampoco creyeron al cargar el área solo con el punta noruego.

El «alto al fuego» estuvieron a punto de saltárselo sobre la bocina Vinicius (apareció Llorente en el último momento) y el propio Luka, como buen apóstol del tratado de paz, no quiso ser el que lo rompiese con un manso chut. La tregua siguió vigente… durante una semana. Será entonces cuando no quepan treguas, será el Metropolitano donde se decida la mitad madrileña que siga en pie.

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Rafa Medel
Rafa Medel es entrenador (UEFA A) y Periodista. Autor de "Fútbol en Blanco y Negro" (Librofutbol, 2022), trilogía que repasa la primera centuria de este maravilloso deporte.

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