Real Sociedad: radiografía del proyecto mutante que vuelve a codearse entre la élite

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El 24 de febrero de 2022, hará ahora dos años, la Real Sociedad cayó eliminada en los dieciseisavos de final de la Europa League contra el RB Leipzig tras perder, como local, el partido de vuelta por 1-3. En Alemania el resultado había sido un empate a dos. Más allá de la derrota final, que se puede entender lógica dada la magnitud del rival, uno que se está ganando su sitio en la élite europea, lo malo para los dirigidos por Imanol Alguacil fueron las formas de la eliminación. Como si no creyeran en el modelo que el equipo practicaba en el día a día liguero, el que les había llevado hasta esa instancia y que incluso les había dado un título, la Copa del Rey de 2020 -final jugada en 2021 por la pandemia-. Se traicionaron a ellos mismos.

La contundente derrota ante el Manchester United en la misma ronda de la Europa League anterior -un 0-4 en el partido de ida que la Real jugó como local, aunque se disputó en Turín también por cuestiones logísticas derivadas del Covid19- había llevado al staff del conjunto txuri urdin a convencerse de que el problema eran ellos. Que a Europa no se podía ir así como así, que el juego deslumbrante en Liga, las combinaciones rápidas, la presión alta, la cantidad de jugadores que metían delante de balón, eran una trampa que la élite europea aprovechaba en tu contra.

Hipotético XI de la Real con todos sanos. Actualmente Tierney es baja y Oyarzabal está tocado

Así que en la comentada eliminatoria ante el RB Leipzig, la Real Sociedad se desnaturalizó. Línea de cinco atrás, bloque bajo -e incluso por momentos muy bajo-, iniciativa para el rival y buscar ocasiones en transición. Incluso el partido de ida disputado en tierras germanas, aunque el Leipzig fue superior, pareció darle la razón a Imanol. La Real salió con un valioso 2-2, tras anotar dos goles a balón parado, que dejaba todo abierto para la vuelta. El cambio de estilo pareció funcionar. Pero el mundo va tan rápido que apenas una semana después, lo que se había considerado como un planteamiento majestuoso y una capacidad de tener cintura muy buena de Imanol, fue la condena. La Real, en su casa, repitió planteamiento: cedió iniciativa y a defender en su campo. Ni el gol alemán en la primera parte varió hoja de ruta, y la Real ya solo se destapó y fue hacia arriba cuando la eliminatoria estaba dos goles en contra. El equipo perdió y, lo que era más grave, había sido con un juego en el que no se reconocían.

Pero Imanol, y todos los que le rodean, son muy listos. Sabían que se habían equivocado con ese volantazo en la forma de jugar, ese cambio radical, pero no las razones detrás del mismo. Igual ese cambio no era el camino, pero sí que creían que el estilo del día a día liguero, esa Real Sociedad alegre, necesitaba una modificación. Que de jugar para divertirse había que pasar a jugar para ganar. Que había que invertir mucho trabajo en las conductas de la línea defensiva, que no valía con ser buenos y alegres en ataque, que había que ser rocosos e impenetrables atrás.

La pasada temporada, la que certificó el regreso de la Real Sociedad a la máxima competición continental, el equipo de Imanol acabó la temporada liguera con 35 goles encajados, la cuarta mejor marca solo detrás de los tres primeros, Barcelona, Real Madrid y Atlético. Esta temporada llevan 22 goles encajados en 24 partidos, de nuevo la cuarta mejor marca -detrás de Real Madrid, Athletic Club y Las Palmas-. Pero en Europa los números son más asombrosos. Finalizaron la fase de grupos de la Champions con dos goles encajados, el mejor registro de toda la competición. Ya lejos queda ese repliegue intenso ante el RB Leipzig, ahora la Real, sin traicionarse a sí misma, ha logrado ser la roca que ansiaba. Quizás dejándose alegría ofensiva por el camino. Explicados los detalles y la intrahistoria del cambio, toca desmenuzar el juego del equipo.

Atraer, atraer y atraer

Se han hecho virales en más de una ocasión clips de partidos de la Real Sociedad en los que su portero, Alejandro Remiro, espera con el balón controlado, inmóvil, durante varios segundos, ajeno a los habituales pitos de las aficiones rivales y a la impaciencia del equipo contrario. Lo hace por un motivo, por eso no tiene prisa.

La Real cuenta con uno de los mejores mediocentros del mundo, que posiblemente sea el mejor jugador de la plantilla y quien, si nada se tuerce, está llamado a marcar una época en los próximos años: Martín Zubimendi. La vía de progresión más habitual del equipo es, por tanto, conectar con él. Darle cuanto más volumen de juego mejor, porque Zubimendi suma conduciendo y rajando líneas rivales, con precisos cambios de orientación haciendo ancho el campo o con pases verticales y rasos que desnudan los bloques rivales. La Real quiere conectar con él, por eso los rivales siempre cierran esa vía de conexión.

Ya sea con una marca personal o buscando cerrarle la línea de pase desde los centrales, el plan del oponente siempre está en evitar que Martín intervenga. Y la Real, consciente de ello, tiene mecanismos para contraatacar.

  • Tercer hombre: La Real puede ser uno de los equipos de Europa que mejor utiliza el tercer hombre en primeros pases. A saber, si un jugador, llamémosle A, quiere conectar con B pero B está tapado, lo que hará será jugar con un tercer hombre, C, que será quien permita que B aparezca en la jugada. B en la Real siempre es Zubimendi. Y A suelen ser los centrales, que quieren conectar con él, o incluso el portero, Remiro. Así que C son los descensos de los interiores, poniendo de cara al mediocentro, del delantero o incluso los laterales, que buscan encontrar a la máquina pensante desde fuera. Todos con un único objetivo, que el balón llegue a Zubimendi
  • Laterales bajos: En fases de reinicio de juego, la Real tiende a hundir mucho la posición de sus dos laterales, generalmente Hamari Traoré y Kieran Tierney aunque ahora este último se encuentra lesionado, sustituido por Javi Galán. Se trata de lo que se trata todo en el fútbol: crear espacios y generar tiempo. Bajando mucho su posición buscan atraer los saltos de sus pares en el equipo rival y por tanto encontrar espacio a la espalda, donde los desmarques de los interiores cayendo fuera, o de los extremos, son grandes bazas para aprovechar lo que generan los laterales en campo propio. La Real mete mucha gente detrás de balón en primeros pases, pero nunca descuida a sus alejados
  • Remiro para conectarlos a todos: Volviendo a lo expuesto antes, es habitual ver secuencias con Remiro aguantando el balón, esperando movimientos. La clave es jugar con la paciencia del rival, ver hasta cuanto le aguantarán. Especialmente de visitante, cuando más utiliza la Real este mecanismo, esa paciencia no suele durar mucho. La grada pita y el rival se impacienta, cayendo en el error de saltarle al portero a intentar robar. Ahí se genera el desajuste que ataca el equipo donostiarra. Si un contrincante le salta al portero, significa que hay un compañero libre. Remiro le busca, le detecta y le encuentra. Siempre le encuentra.
  • Merino como respuesta: No es, de todos modos, un equipo radical la Real en su idea de salir jugando desde abajo. No tiene miedo a salir directo, saltándose etapas. Y eso es así porque, más allá de tener un guardameta con un gran desplazamiento largo, tienen un fantástico receptor de juego directo en la figura de Mikel Merino. El interior, que mide 1´89, es maravilloso bajando balones largos, aguantándolos de espaldas y poniendo a compañeros de cara. La Real le utiliza con frecuencia, especialmente en escenarios donde acaban de cometer una pérdida en salida, buscando cortar el momentum rival, si ven que el contrincante opta por una presión altísima que puede provocar pérdidas, o en momentos de partido donde el ambiente quema y se necesitan bajar revoluciones. La solución siempre está ahí.

Laterales que no son laterales y 3+1

Explicadas ya las secuencias según las cuales la Real gira la presión rival, sus mecanismos en reinicios, toca desmenuzar ahora cómo se organiza el equipo en una fase de construcción media, cómo genera ocasiones y logra generar el mejor contexto posible para sus jugadores de ataque. Hay muchas alternativas: extremos abiertos o cerrados, laterales que se meten por dentro, interiores a distintas alturas…

Una de las organizaciones más recurrentes en la era Imanol en la Real Sociedad, que están volviendo a usar ahora después de unos meses donde optaban por otras formas, es buscar un 3+1 en salida. Es decir, el mediocentro, en este caso Zubimendi, baja a primera línea junto a los centrales -generalmente entre ellos, aunque últimamente Zubimendi lo que viene haciendo es lateralizar en izquierda-. Los laterales dan mucha profundidad por fuera, con toda la banda para ellos. Merino se queda solo en la base de la jugada, comportándose como un mediocentro, y en zonas intermedias se juntan los dos extremos más el interior de tercera altura, en este caso Brais Méndez, buscando generar superioridades a la espalda de los centrocampistas rivales mientras el delantero estira con sus movimientos. De esta manera, los extremos pueden recibir y girarse por dentro, incrementando su daño, mientras los laterales hacen ancho el campo por fuera.

Construcción de la Real en 3+1

Otra organización recurrente en la Real, aunque más propia de principio de temporada, es un 3+2 pero que tiene a los dos extremos abiertos, siendo ellos quienes dan la amplitud. Los laterales toman roles diversos: el izquierdo se coloca como un central más, haciendo la línea de tres; el derecho va a la base de la jugada, dando un apoyo a Zubimendi. Los interiores estiran y llegan al área, dando la necesaria profundidad interior.

Construcción de la Real en 3+2

Más allá de organizaciones colectivas, la Real siempre busca generar el mejor contexto posible a sus extremos, Barrenetxea y Kubo, quienes mediante sus conducciones y cambios de ritmo son la gran esperanza del equipo a la hora de dañar estructuras rivales. Si parten abiertos, se busca atraer en primeros pases para aclararles la recepción y que, cuando tengan el balón, haya rupturas por dentro, en intermedias, ya sea de interior o de lateral incorporándose, para hundir la defensa rival, darle tiempo y espacio a poseedor y ofrecerle alternativas. Si por el contrario los extremos se meten dentro, la Real busca activarles constantemente con pases verticales desde primera y segunda línea y rodearles de socios en pocos metros, para que tengan líneas de pase y jugadores que, dependiendo del momento de la jugada, se alejen dándoles espacio o se junten para el pase.

Por último, la cuestión del delantero centro, tras la marcha de Alexander Isak al Newcastle, sumada a la de Alexander Sorloth el pasado verano, es el gran quebradero de cabeza para Imanol Alguacil. Seguramente la mejor opción posible sea ubicar ahí a Mikel Oyarzabal, quien tras su lesión en el ligamento cruzado ha perdido algo de explosividad y capacidad para encadenar acciones, pero que sigue siendo un activo valiosísimo gracias a sus desmarques cortos pero agresivos, su capacidad para llegar a zona de remate o su instinto en metros finales. De no estar el capitán, el entrenador tiene otras dos opciones muy diversas entre sí: Sadiq Umar estira mucho a la defensa y puede generar espacios a sus compañeros, pero no es fino en sus intervenciones con el balón, lo que significa perder una pieza en el circuito de pases, ni tampoco viene estando acertado de cara a puerta; André Silva, por su parte, sigue cognitiva y asociativamente el ritmo del equipo, es capaz de dejar buenos apoyos, pero le falta mucha velocidad y cambio de ritmo para estirar y hundir, lo que provoca que las posesiones se puedan convertir en un embudo.

En presión, ¿soltar a extremo o a interior?

La Real Sociedad, durante todo el ciclo de Imanol Alguacil -salvo esa comentada anomalía en la eliminatoria ante el Leipzig- ha sido un equipo que quiere presionar arriba, ahogar los primeros pases del rival. La cuestión es que el entrenador ha mostrado una cintura enorme para adaptar sus estructuras a los jugadores que tiene en plantilla, no limitándose a una sola. La forma cambia, pero el fondo permanece.

En la 19/20, la primera temporada completa de Imanol en la Real Sociedad, estaba en la plantilla Martin Odegaard quien, más allá de su infinita creatividad, seguramente sea uno de los mejores jugadores del mundo presionando, como se demuestra el uso que hace Mikel Arteta de él en el equipo que mejor presiona del mundo, el Arsenal. Así que la primera estructura de presión que diseñó Imanol consistía en soltar a Odegaard a primera línea, junto al delantero, para que emparejara con los centrales rivales y orientara la circulación hacia fuera, donde extremos saltaban a laterales. La presión posteriormente, una vez se ha logrado orientar hacia uno de los lados, se adapta. No son marcas al hombre, sino que las siguientes líneas van reajustando sobre posición del balón despejando lado débil, con extremo de ese lado comprimiéndose dentro. Buscan defender al mayor número de jugadores rivales con el menor número de efectivos posibles para luego tener superioridades numéricas en última línea y no dejar a los centrales en situaciones de mano a mano.

Pero luego Odegaard se fue y su sustituto fue David Silva. No se trata de explicar ahora lo que ha sido intelectualmente David para el juego, pero a esa edad de su carrera su desgaste sin balón se pretendía que fuese mínimo. Por tanto, Imanol reajustó. Pasó a ser el extremo derecho el que saltaba a central izquierdo para igualar-lateral derecho de la Real saltaba a lateral izquierdo contrario-, y Silva se emparejaba con el mediocentro rival, buscando un rol menos desgastante y de esfuerzos más cortos y concretos. El conjunto txuri urdin, por tanto, orientaba generalmente las salidas rivales hacia su lado derecho, donde extremo saltaba a central, y luego volvían a reajustar según la posición del balón.

Ahora Silva tampoco está y, sin limitaciones de ningún tipo -tanto Brais como Kubo pueden hacer perfectamente la misión de saltar a central- los roles se están turnando, aunque lo más habitual es que sea el japonés quien salta sobre central, formándose un rombo por detrás en el que, dependiendo de en que lado esté el balón, es Merino o Barrenetxea quienes saltan fuera sobre los laterales.

Estructura habitual de presión de la Real esta temporada

Ante equipos que construyen con tres, como presumiblemente será el PSG en el duelo de octavos en la Champions, son los dos extremos, junto al delantero, quienes saltan a primera línea para ir sobre centrales y se empareja en el mediocampo, con un lateral, normalmente el derecho, Traoré, subiendo su posición en caso de que el rival busque una superioridad por dentro juntando a cuatro centrocampistas, como es el caso reciente del encuentro entre el Girona y la Real Sociedad, con, Aramburu en ese caso, subiendo para igualar sobre Miguel Gutiérrez ante la apuesta de cuatro centrocampistas del Girona de Míchel.

Conductas de última línea

Lo que eleva a la Real Sociedad a ser uno de los equipos referencia en el panorama mundial, como atestiguan sus dos goles encajados en Champions, son sus comportamientos de última línea, manteniendo una altura alta en el campo pero con una coordinación sublime para dejar al oponente en situaciones de fuera de juego y hacer corto el campo.

La Real quiere defender hacia delante y sus dos centrales, Zubeldia y Le Normand, están muy compenetrados para mantener una altura similar, dar pasitos hacia delante en cuanto el rival busca un pase atrás, controlar rupturas rivales y forzar al rival a buscar pases que, aunque en un primer momento parezcan buenas opciones, están controlados por el equipo donostiarra y donde enjaulan al receptor.

También es muy común que Zubimendi se incruste como un central más, especialmente si enfrentan a un rival que usa dos delanteros, y mantenga los niveles de coordinación mostrados por sus compañeros. Permite controlar mejor las caídas ante balones largos del rival y acompañar rupturas manteniendo la superioridad. Son uno de los mejores equipos que hay tirando el fuera de juego, y enfrentarse a Kylian Mbappé será un reto a la altura de las expectativas. Quien salga ganador de esa batalla, probablemente gane la guerra.

Estructura de la Real cuando cierra en 5-4-1

Y aunque al equipo le guste defender hacia delante y dejando metros a la espalda de los centrales, no rehuyen, si el contexto del partido lo requiere, bajarle metros al bloque y protegerse en el área, donde los centrales también muestran una solidez envidiable. En definitiva, un equipo muy rocoso, al que es muy difícil correr tras robo (cierran bien las caídas, están juntos cerca del balón y buscan muchas faltas leves que evitan que el rival se despliegue). Una auténtica pieza de orfebrería.

Veinte años después, la Real Sociedad volverá a jugar un partido de eliminatorias en la Champions League. Ante un rival a la altura de la ocasión. No están aquí por casualidad, ha sido un camino largo lleno de variantes, constantes prueba y error y un constante enriquecimiento de todas las fases del juego del equipo. La Real Sociedad ha logrado volver a la élite. Y ahora quieren quedarse.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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